¿Por qué hay perros que no quieren salir de casa? Causas y cómo ayudarlos

  • En primer lugar, debemos acudir a un veterinario para que descarte problemas de salud subyacentes.
Una mala experiencia o una ruta aburrida pueden influir para que muestren inapetencia por los paseos.
Una mala experiencia o una ruta aburrida pueden influir para que muestren inapetencia por los paseos.
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Una mala experiencia o una ruta aburrida pueden influir para que muestren inapetencia por los paseos.

Salir a pasear es una actividad esencial para el bienestar físico y mental de los perros, ya que les permite explorar su entorno, oler nuevos aromas, marcar su territorio y socializar con otros animales y personas. Sin embargo, algunos perros se niegan a salir de casa o se muestran temerosos o reacios durante la práctica del paseo.

No es, inicialmente, un comportamiento natural en una especie que destaca por ser sociable y que necesita un alto componente de estimulación, por lo que deberemos tratar de averiguar si tras esa actitud hay alguna causa que merezca ayuda profesional o un esfuerzo por nuestra parte para devolverle las ganas de salir y disfrutar del exterior.

Las causas por las que un perro no quiera salir de casa pueden ser diversas y dependerán de cada caso particular. Algunas de las más comunes son:

Sensibilidad al sonido

Los perros tienen un oído muy desarrollado y pueden escuchar sonidos a mayor distancia y frecuencia que los humanos. Esto hace que sean más vulnerables a los ruidos fuertes, extraños y estridentes que se producen en la calle, como los coches, las sirenas, los fuegos artificiales y los petardos o las tormentas. Estos sonidos pueden provocarles estrés, ansiedad y miedo y hacer que asocien el paseo con algo negativo.

Falta de socialización

La socialización es el proceso por el que los perros aprenden a relacionarse con otros seres vivos y con el entorno. Este proceso se da principalmente durante las primeras semanas de vida de un cachorro, cuando está con su madre y sus hermanos, pero debemos proporcionarle experiencias compartidas con otros seres vivos durante toda su vida. Si un perro no ha sido socializado correctamente, puede tener problemas para adaptarse al mundo exterior y mostrar conductas agonísticas, sumisas o huidizas ante estímulos desconocidos.

Trauma, aburrimiento o experiencia negativa

Algunos perros pueden desarrollar un miedo repentino a salir de casa debido a un trauma o una experiencia negativa que hayan vivido en el pasado. Por ejemplo, si han sido atacados por otro perro, si han sufrido un accidente o si han sido maltratados. 

La ruta habitual de un paseo repetitivo carente de estimulación, donde no pueden dar rienda libre a su habilidad olfativa, socializar o marcar territorio, es otra razón por la que un perro puede mostrarse reticente a salir, al no disponer de elementos con los que interactuar y satisfacer sus necesidades sociales y psicológicas tanto o más importantes que las necesidades fisiológicas.

También pueden asociar la calle con nuestra partida, si es algo que hacemos exactamente antes de dejarlos solos y, por lo tanto, haber creado accidentalmente un refuerzo negativo hacia la experiencia. 

Dolor o enfermedad

Otra razón por la que un perro puede rechazar el paseo es porque siente dolor o está enfermo. Algunas condiciones médicas pueden afectar al ánimo y a la energía del perro y hacer que pierda el interés por salir. Además, el dolor puede hacer que el perro asocie el movimiento con algo desagradable y que prefiera quedarse quieto en casa. Algunas enfermedades que pueden causar este comportamiento son la artritis, la displasia de cadera, la otitis o la leishmaniosis.

Vejez

Los perros mayores también pueden mostrar resistencia a salir de casa debido al deterioro físico y mental propio de la edad. Los perros ancianos suelen tener menos vitalidad, más problemas de salud y más dificultades para adaptarse a los cambios. Perder habilidades sensoriales les puede resultar desconcertante y que la calle se convierta en un lugar demasiado impredecible donde sus agudos sentidos ya no responden como antes. Por eso, pueden sentirse más cómodos y seguros en su hogar que en el exterior.

¿Qué podemos hacer para ayudarles a salir de casa?

Insistimos a menudo desde Animaleros en que, ante cualquier aparición de un comportamiento anómalo en nuestros perros, lo primero que debemos hacer es consultar con un veterinario para descartar cualquier problema físico o enfermedad. Si el veterinario confirma que el perro está sano, entonces podemos aplicar algunas medidas para mejorar su actitud hacia el paseo:

Respetar su ritmo: No debemos forzarles a salir de casa arrastándoles mediante la correa o cargarlos en brazos contra su voluntad. Esto solo empeorará la situación y hará que el perro se sienta más asustado e inseguro. Lo mejor es respetar el ritmo del perro y utilizar el refuerzo positivo ofreciendo premios, su juguete favorito, caricias y palabras de ánimo cada vez que dé un paso hacia el exterior. Debemos ser pacientes y constantes y no regañar ni castigar al perro si se niega a salir o si se muestra nervioso.

Adaptar el paseo a sus necesidades: Cada perro es diferente y tiene unas necesidades específicas según su edad, su raza, su personalidad y su estado de salud. Por eso, debemos adaptar el paseo a las características de nuestro perro y no exigirle más de lo que puede dar. Por ejemplo, si nuestro perro es mayor o tiene algún problema de movilidad, podemos hacer paseos más cortos y tranquilos. Si nuestro perro es sensible al ruido o a los estímulos visuales, podemos evitar las horas de más tráfico o las zonas con mucha gente u otros perros. Si nuestro perro tiene miedo a algún objeto o situación concreta, podemos intentar desviar su atención o cambiar de ruta para evitarlo. Si asocia la salida a un hábito desagradable posterior, deberemos buscar una reorganización de agenda para cambiar el orden.

Refuerza el vínculo: El paseo es una oportunidad para fortalecer el lazo afectivo con nuestro perro y hacer que se sienta más seguro y confiado. Para ello, debemos prestarle atención y comunicarnos con él de forma positiva y respetuosa. Podemos aprovechar el paseo para jugar con él, enseñarle trucos, incorporar actividades de estimulación olfativa o simplemente acariciarlo y hablarle con cariño. Así, el perro asociará el paseo con algo divertido y placentero y no con algo amenazante o aburrido.

Buscar ayuda profesional: Si las medidas anteriores no funcionan o si el problema es muy grave o persistente, puede ser necesario buscar ayuda profesional. Un educador canino o un etólogo puede evaluar nuestro caso y ofrecernos pautas personalizadas para solucionar el problema. También deberemos contrastar el diagnóstico de comportamiento con un veterinario, quien puede recomendarnos un tratamiento farmacológico que ayude a calmar la ansiedad o el estrés del perro, siempre bajo su supervisión.

Esperamos que estos consejos sirvan de ayuda para entender por qué un perro no quiere salir de casa y cómo ayudarlo a superar esa actitud. En el compromiso adquirido de convivir con un perro, es importante ofrecerles un ambiente seguro y estimulante que favorezca su bienestar físico y emocional.

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