Del envío de armas a Ucrania al alza del gasto militar: la guerra que tensó las costuras de la coalición entre PSOE y Unidas Podemos

  • El anuncio de que España proporcionaría material ofensivo abrió una de las crisis más serias de la legislatura.
  • La tensión se ha mantenido con altibajos, con picos como el aumento del gasto militar en los Presupuestos.
  • El último anuncio, el envío de blindados Leopard, ha sido recibido con mayor contención por parte de Podemos.
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(I-D) La ministra de Igualdad, Irene Montero; la ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030, Ione Belarra y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en una foto de archivo.
Las números uno y dos de Podemos, las ministras Ione Belarra e Irene Montero, junto al presidente Pedro Sánchez.
EUROPA PRESS
(I-D) La ministra de Igualdad, Irene Montero; la ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030, Ione Belarra y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en una foto de archivo.

Las consecuencias de la invasión rusa de Ucrania durante su primer año se han dejado sentir en todas las esferas, y la estabilidad de la coalición de Gobierno en España no ha sido una excepción. A pesar de los 2.853 kilómetros que separan -a vuelo de pájaro- Madrid de Kiev, la alianza entre PSOE y Unidas Podemos se ha visto sacudida por el terremoto que ha provocado el mayor conflicto convencional en suelo europeo desde la Segunda Guerra Mundial. El envío de armas ofensivas al Ejército ucraniano provocó el primer cisma profundo entre ambas formaciones con motivo de la guerra. Pero, desde entonces, han sido varios los choques entre ambos, y también entre Podemos y su líder en el Gobierno, la vicepresidenta Yolanda Díaz.

Hasta el estallido de la contienda, las diferencias entre PSOE y Unidas Podemos en materia de política exterior y de defensa habían quedado en un segundo plano precisamente porque esas áreas habían sido secundarias en un inicio de legislatura marcado, primero, por la pandemia de Covid-19 y, en segundo lugar, por la recuperación económica que la siguió. Pero las discrepancias en estos asuntos -que son históricas entre el PSOE y los partidos a su izquierda- tomaron relevancia en cuanto se produjo la invasión, y la primera de ellas tuvo lugar apenas unas semanas después de iniciado el conflicto, cuando el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, anunció por sorpresa el envío de armas a Ucrania.

Fue el 2 de marzo, apenas unos días después de la invasión, cuando Sánchez confirmó el viraje en su posición, ya que inicialmente el presidente había pactado con Unidas Podemos vehicular toda la ayuda militar a Ucrania a través de la UE, lo que implicaba que España no enviaría material por su cuenta. Esta postura solo duró 48 horas, y Sánchez justificó el cambio asegurando que quería evitar que nadie pudiera poner "en cuestión el compromiso del Gobierno" con el país agredido. El envío fue anunciado solemnemente por el presidente en una sesión extraordinaria del Congreso, en mitad de un ambiente solemne, y fue apoyado por la vicepresidenta Díaz y por IU y En Comú Podem, la rama catalana de Unidas Podemos.

Pero Podemos, el partido más grande de la coalición morada, no solo se mostró en desacuerdo, sino que reaccionó de manera muy dura contra un Sánchez al que la ministra de Derechos Sociales, Ione Belarra, criticó en los pasillos del Congreso apenas unos minutos después de su anuncio. Belarra aseguró que enviar armas a Ucrania no era una vía "eficaz" para acabar con la guerra y denunció que, de hecho, ayudaba a enquistar un conflicto que "puede llevarnos a un escenario" de conflagración "mundial". Y el exlíder de Podemos, Pablo Iglesias, aseguró que el debate real "no es enviar armas sí o no", sino "si estamos dispuestos a ir a una guerra con Rusia" en la que "tendríamos que asumir que habría cadáveres de jóvenes españoles que tendrían que venir en cajas de madera".

La firmeza con la que Podemos se opuso a la decisión de Sánchez fue tal que, días después del anuncio, Belarra calificó al PSOE de "partido de la guerra", algo que sentó fatal a los socialistas y también a Díaz. De hecho, ese fue el punto máximo de tensión entre los dos socios en relación al envío de armas y también uno de los momentos más delicados de la legislatura, tanto que, a partir de entonces, comenzaron los gestos para desinflamar la relación. Podemos negó expresamente que el PSOE fuera un "partido de la guerra", mientras Sánchez acudió a un acto con Belarra y la ministra de Igualdad, Irene Montero, para escenificar la reconciliación.

Pero la crisis fue de grandes dimensiones y no solo afectó a la relación entre PSOE y Unidas Podemos, sino también a la estabilidad dentro del propio espacio morado. De hecho, tal fue la falta de sintonía durante esos días entre Díaz y Podemos que dejó tocada la relación para los siguientes meses. Y buena muestra de ello es que la vicepresidenta y el partido no se pusieron de acuerdo ni siquiera a la hora de explicar quién maniobró para relajar la tensión con el PSOE: unos defendieron que fue Díaz la que, tras una conversación con Belarra, convenció a Podemos de rebajar el tono; otros aseguraron que fue decisión del propio partido morado y que quien tendió puentes con los socialistas fue Irene Montero.

La OTAN y el aumento del gasto en defensa

Ese ha sido el principal desencuentro entre los socios de coalición desde que comenzó la guerra, aunque desde luego no el único, casi siempre con el mismo telón de fondo: el alineamiento de Sánchez a las tesis atlánticas de apoyo sin fisuras a Ucrania frente a la posición de Podemos, reacio a armar a los ucranianos y receloso de la OTAN. De hecho, el siguiente desencuentro relevante se produjo a raíz de la cumbre de la Alianza Atlántica que tuvo lugar en Madrid en junio, cuya celebración rechazó -aunque con mucha menos intensidad verbal- Podemos y también, en esta ocasión, IU, tradicionalmente opuesta a la OTAN. 

En esa cumbre, Sánchez confirmó que España aumentaría su gasto en defensa y permitiría alojar a los EEUU más destructores en su base naval de Rota (Cádiz). Unidas Podemos respondió anunciando que votaría en contra en el Congreso de los Diputados de ese aumento de las fuerzas militares estadounidenses. Pero, finalmente, el Gobierno maniobró para evitar que esa ampliación de la presencia norteamericana en suelo español pasara por la Cámara Baja y terminó aprobándola oficialmente en enero en Consejo de Ministros, lo que evitó una nueva escena de división entre los socios.

Sin embargo, el ruido que no pudieron evitar PSOE y Unidas Podemos fue el que produjo la traslación a los Presupuestos Generales del Estado de la promesa de Sánchez de duplicar el gasto militar en los próximos diez años, empezando por las cuentas de 2023. Durante los meses previos de negociación de las cuentas, la vicepresidenta Díaz aseguró que el Gobierno buscaría fórmulas para que ese incremento de la partida de defensa no se viera reflejado en los Presupuestos. Y precisamente eso fue lo que ocurrió: el aumento de la inversión se realizó a través de los conocidos como programas especiales de armamento, partidas a varios años vista que, si no se destinan a dichos planes, se pueden gastar en otra cosa y por tanto no se pueden considerar estrictamente presupuesto militar.

No obstante, Podemos montó en cólera al conocer que el Ministerio de Hacienda hablaba de nada menos que un 25% de aumento en el gasto en defensa, y fuentes moradas aseguraban entonces que los socialistas actuaron de mala fe porque ni les quisieron concretar que los programas especiales de armamento serían el mecanismo a utilizar ni tampoco les dejaron claro que la subida sería tal elevada. El propio portavoz morado, Pablo Echenique, aseguró que ese movimiento era una "deslealtad" del PSOE, una actitud muy diferente a la que mantuvo Yolanda Díaz, que rechazó hacer declaraciones pero cuyo entorno aseguró que sí conocía que el aumento del gasto en Defensa iba a ser de unos 2.500 millones de euros: ese 25,8% con respecto a 2022. 

El Ejecutivo contiene las diferencias por los Leopard

El último desencuentro en el seno del Gobierno se ha producido a raíz de la decisión de Sánchez de enviar blindados Leopard a Ucrania en línea con lo prometido por otros socios europeos. En principio, el envío iba a ser de seis carros de combate, aunque este jueves el presidente confirmó estar estudiando elevar esa cifra hasta los diez vehículos. El anuncio de que se iba a producir este envío se produjo a finales de enero, y Podemos fue muy claro a la hora de rechazarlo, aunque bien es cierto que con un tono mucho menos agresivo que el que mantuvo cuando España comenzó a enviar armamento a Ucrania.

Belarra, el pasado 25 de enero, aseguró que el despliegue de blindados españoles en el teatro de operaciones ucraniano "solo contribuiría a la escalada bélica" y alertó ante la "respuesta imprevisible y muy peligrosa" que podría dar Rusia. La ministra y líder de Podemos, no obstante, fue mucho más contenida que en marzo del año pasado, y en esa línea se mantuvo también Díaz, que quiso evitar un choque tanto con el PSOE como, en esta ocasión, con sus compañeros de Unidas Podemos. Para ello, la vicepresidenta se puso de perfil y evitó respaldar o rechazar el envío de carros a Ucrania: pese a la insistencia de los periodistas, Díaz se limitó a dar cuenta de su "enorme preocupación" por el "salto cualitativo" en el envío de armas que supone donar tanques y pidió trabajar en "vías diplomáticas".

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