La esterilización obligatoria y la castración en perros con problemas de conducta: cuando es peor el remedio que la enfermedad

  • Los profesionales en salud veterinaria sostienen que este proceso quirúrgico debe ser individualizado.
Tres perros olfateándose.
Perros olfateándose.
Orna Wachman, Pixabay.
Tres perros olfateándose.

El postergado anteproyecto de Ley de protección, derechos y bienestar de los animales redactado por el Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030 ha generado encendidos debates, con dos frentes principales: la protección a las colonias felinas, que tiene enfrentados a los expertos en biodiversidad y a los implicados con el cuidado de los gatos callejeros, y la polémica de excluir a los perros empleados en actividades profesionales, que incluye a los perros que pertenecen a los cazadores, para que no se les apliquen las mismas medidas que a los perros meramente de compañía y que recoge el texto. Cabe recordar que, respecto a esto último, el Grupo Parlamentario Socialista presentó una enmienda en septiembre y actualmente el pacto que mantiene con sus socios de gobierno pende de un hilo, por lo que la Ley de Bienestar Animal parece cada vez más lejos de ser aprobada durante esta legislatura. Pero existe una tercera controversia que pasa más discreta para el público general acerca de esta ley y es la obligatoriedad de esterilización a todos los animales de compañía antes de que cumplan un año, prevista en el anteproyecto.

La Organización Colegial Veterinaria (OCV) y la Asociación de Veterinarios Españoles Especialistas en Pequeños Animales (AVEPA) se muestran contrarios a la inclusión de esta medida de forma tan generalizada y defienden que esta práctica debe valorarse en todos y cada uno de los casos de forma “individualizada, consensuada, estudiada y reflexiva” y, sobre todo, bajo criterio veterinario.

Diferencia entre cirugía de castración y de esterilización

La castración es la extirpación de las gónadas (los testículos en los machos y los ovarios, u ovarios y útero en el caso de las hembras) que implica, además, que se anule toda actividad hormonal. Existe también la opción de la castración química, que inhibe la actividad de las gónadas mediante el uso de medicamentos, bien por vía oral o a través de implantes bajo la piel.

La esterilización, por otro lado, es la eliminación de la capacidad de procrear, en ambos sexos. En hembras, se realiza retirando el útero o practicando una ligadura de trompas (de forma más técnica, retirando el oviducto o tuba uterina) y en los machos se practica una vasectomía, que significa que se les corta una porción de los conductos deferentes que llevan el esperma a los testículos. En el caso de la esterilización, los animales siguen produciendo hormonas, por lo que su comportamiento sexual no varía. Esta práctica para hacer infértiles o infecundos a nuestros perros o gatos tiene el objetivo de impedir la reproducción.

Diana A. Peñarando, máster en Etología Clínica y propietaria de la clínica veterinaria MadiVet, localizada en Toledo, también considera que la esterilización obligatoria que incluye el anteproyecto de ley es una medida poco afortunada: “No veo adecuada la obligatoriedad de castrar o esterilizar a todos los animales, y por otro lado el propietario debe estar informado en todos los casos de los pros y los contras de someter a su animal de compañía a esta práctica”. 

Existe una confusión común y generalizada de creer que la esterilización o la castración solucionan muchos de los problemas conductuales tanto en machos como en hembras, pero como ya hemos dicho anteriormente, la esterilización no afecta a las hormonas sexuales, por lo que no solo permanecerán esos rasgos territoriales o de agresividad intrasexual (cuando no aceptan a otros ejemplares de su mismo sexo), sino que incluso puede estimularlo. “En el caso de los perros machos”, nos explica Diana, “estos comportamientos pueden venir influenciados por el mal manejo realizado por el guía desde que lo tuvo de cachorro, por no corregir las acciones indeseables a tiempo o porque, simplemente, no ven que hay un problema con su animal y no buscan la ayuda de un profesional. Es decir, que se convierte en un comportamiento aprendido. Muchas veces nos vienen tutores de perros a la clínica porque su perro es un “macarra” y las salidas a la calle son una fuente de estrés y ansiedad, buscando horas en las que no se cruce con otros perros o directamente se ven obligados a sacar al animal por zonas apenas transitadas. El propietario piensa que esterilizando o castrando al perro se solucionará el problema, pero el profesional veterinario debe de hacerle ver que ese problema en la conducta de su perro puede ser por un mal trabajo de sociabilización o por un exceso de testosterona, o sea, una causa hormonal”. En este caso en particular, lo adecuado sería optar por una castración química que inhiba la producción de testosterona, pero a la vez, orientar al tutor para que acuda a un educador canino y trabaje en corregir el problema primario de comportamiento.

Cuando hablamos de hembras, Diana nos cuenta que “siempre hay que hacer una buena anamnesis para valorar si es factible castrar o esterilizar”. Una anamnesis es el proceso de exploración por el que se recopilan datos para conocer en profundidad al paciente y cubrir su historial clínico: hábitos de vida, alimentación, comportamiento social... En definitiva, un interrogatorio al tutor o guía del animal y que proporcionará la información necesaria para que el profesional veterinario, en este caso, valore si la esterilización es una medida adecuada. Porque, como nos explica la veterinaria “no se recomienda la castración y la esterilización en perras agresivas o que tengan miedos, ya que esta cirugía les potencia el miedo en la mayoría de las ocasiones”.

Hay varios estudios disponibles que han identificado que las perras hembras esterilizadas muestran mayor proporción de comportamiento agresivo. O que las perras menores de 6 meses que ya presentaban conductas de agresión dirigida antes de pasar por una castración, empeoraron tras la ovariohisterectomía.

La esterilización y la castración tienen numerosas ventajas pero también riesgos y efectos contraproducentes, tanto para la salud física como en el comportamiento, que debe valorar un profesional. Diana A. Peñarando, la experta consultada en salud y comportamiento animal, es firme en sus conclusiones: “Hay que ofrecer al cliente y tutor del perro toda la información y las opciones disponibles, con los beneficios y los perjuicios de cada una de ellas, para que tomen la mejor decisión en función de sus necesidades y comprendan las consecuencias”.

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