La pandemia y la guerra abren un agujero en las cuentas públicas que será difícil de atajar sin recortes de gasto o subidas de impuestos

La ministra de Hacienda y Función Pública, María Jesús Montero, presenta los datos de cierre de la ejecución presupuestaria.
La ministra de Hacienda y Función Pública, María Jesús Montero, presenta los datos de cierre de la ejecución presupuestaria.
GUSTAVO VALIENTE / EP
La ministra de Hacienda y Función Pública, María Jesús Montero, presenta los datos de cierre de la ejecución presupuestaria.

Tras dos años de pandemia y en medio de una guerra de consecuencias inciertas en Europa, las finanzas españolas se enfrentan al panorama más negro en una década. Actualmente, pocas voces cuestionan el histórico despliegue de fondos públicos para mantener con vida la economía tras el parón infligido por la Covid. Sin embargo, dos años de fuerte gasto después -y con una nueva amenaza en ciernes- arrojan dudas sobre cómo se las ingeniará el Gobierno para abonar la abultada factura. Un pago que quizá solo pueda venir de subidas de impuestos o recortes de gasto público.

Las medidas para hacer frente al coronavirus han disparado la deuda pública del 95,5% sobre el PIB en el último trimestre de 2019 al 118% del PIB a cierre del año pasado. Un agujero que en términos monetarios asciende a 238.397 millones de euros. 

La recuperación económica iniciada el año pasado y que, en principio, se prolongará también este año, ha dado un pequeño respiro a las arcas públicas. El Ejecutivo ingresó más de lo esperado en 2021 por el buen comportamiento del IVA, el IRPF o Sociedades y espera registrar una buena recaudación también este año. En este sentido, la inflación puede ser un aliado inesperado: si los precios del consumo suben, es de esperar que también lo hagan las ganancias por el IVA.  

Sin embargo, el saldo en las cuentas públicas sigue siendo fuertemente deficitario. Y la mayoría de los expertos coinciden en que, si no se toman medidas, lo seguirá siendo también en años sucesivos. Los problemas se notarán especialmente a partir de 2023, un año que se antoja complicado.

Los análisis publicados hasta la fecha señalan que el año que viene el crecimiento económico será menor, por lo que los ingresos vía impuestos se reducirán. También se espera que la inflación sea mucho más baja que este año, lo que también frenará la recaudación. Además, el Ejecutivo tendrá que hacer frente a la revalorización de las pensiones de 2022, que podría dispararse hasta los 13.500 millones de euros. Todo ello en un año en el que los Estados tendrán más difícil endeudarse para pagar las facturas por el giro en la política monetaria del Banco Central Europeo (BCE).

¿Cuánto margen le queda al Gobierno?

La maltrecha situación de las finanzas públicas hace que el plazo en el que el Gobierno puede permitirse mantener sus medidas de apoyo fiscal a la economía sea cada vez más reducido. ¿Por cuánto tiempo más podrá el Ejecutivo permitirse mantener los estímulos?

"Es muy difícil decir cuánto. No hay una respuesta correcta. Es algo que depende de la capacidad o la disposición que tengan los mercados de financiar a cada gobierno", sostiene Miguel Cardoso, economista jefe en BBVA Research. "Sabemos que los gastos son particularmente elevados y en algún momento podemos tener algún problema de que la gente se plantee qué tan sostenibles son nuestras finanzas públicas, la deuda... Es una situación de alto riesgo", añade.

"Cuando el déficit se disparó hace un año y medio todo el mundo consideró que era razonable por las circunstancias que estábamos viviendo. Este año era el año de la consolidación, pero se ha producido un segundo shock. En cuanto la economía se normalice, no tendremos margen de maniobra", sostiene Manuel Hidalgo, profesor de Economía en la Universidad Pablo Olavide e investigador en Esade.

Cuando los economistas hablan de planes de consolidación se refieren a hojas de ruta para reducir el déficit. Y una consolidación pasa por reducir gastos, aumentar ingresos o una combinación de ambas. O dicho de otra manera, recortes de gasto público o subidas de impuestos. "O planteamos a medio y largo plazo un proceso de consolidación fiscal que sea creíble o vamos a tener dificultades en cuanto el BCE deje de respaldar nuestra deuda pública", añade Hidalgo.

O planteamos un proceso de consolidación fiscal que sea creíble o vamos a tener dificultades en cuanto el BCE deje de respaldar nuestra deuda pública

Y es que el Banco Central Europeo ha estado comprando deuda pública de los Estados europeos durante toda la pandemia y eso les ha permitido financiarse para pagar sus gastos con buenas condiciones. Sin embargo, todo apunta a que las compras concluirán antes de que acabe el año. En ese contexto, los países más endeudados -como España- podrían tener problemas para conseguir financiarse a precios razonables.

"Cada vez vamos a depender más de los inversores extranjeros y en la medida en que esto vaya sucediendo, el peligro de que no compren nuestra deuda puede ser relativamente importante. Es algo con lo que vamos a tener que lidiar en los próximos años", explica Cardoso.

Por ello, coinciden los economistas consultados, es muy importante presentar cuanto antes un plan creíble para reducir el déficit. "Si el Gobierno no ha adelantado un plan relativamente razonable y creíble de cómo va a consolidar la deuda pública, los mercados pueden reaccionar mal", señalan desde un organismo de análisis económico.

Una hoja de ruta que pasaría tanto por recortes del gasto como por subidas de impuestos. "Creo que en las condiciones actuales tienes que hacer ambas cosas. Tienes que hacer algo más restrictivo en el gasto y sobre todo subir impuestos. El otro escenario es uno en el que o no tienes plan o los mercados no se creen lo que anuncias. Es un poco volver a los peores momentos de la crisis de 2010", añaden las citadas fuentes.

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