De las vacunas de ARNm a la mejora en el diagnóstico de otras enfermedades: luces de la Covid entre la tragedia

Una persona recibe la vacuna contra la Covid-19.
Una persona recibe la vacuna contra la Covid-19.
EUROPA PRESS
Una persona recibe la vacuna contra la Covid-19.

11 de marzo de 2020. Tras varias semanas intentando evitarlo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declara como pandemia la Covid-19 que había surgido en China. El mundo se enfrenta a un nuevo virus sin herramientas para frenarlo. Altamente contagioso, y con cifras de mortalidad elevadas, se comporta como ningún otro patógeno lo había hecho antes. La ciencia se pone a trabajar a marchas forzadas para sacarnos de la peor crisis sanitaria del último siglo. 

Dos años después, 500 millones de personas se han contagiado y seis millones han fallecido. En mayor o menor medida, la inmensa mayoría de los países tuvieron que recortar las libertades a sus ciudadanos, incluso con estrictos confinamientos domiciliarios. El sufrimiento ha sido muy elevado pero entre el drama asoman también algunos aspectos positivos, y los avances científicos alcanzados están en ese saco. Lo que sigue son algunos de los más relevantes. 

Vacunas ARN Mensajero

Una vacunación masiva de la población ha sido la vía para controlar el coronavirus. Se sabía desde el principio y por eso la comunidad científica se volcó en poder inmunizar a la población lo antes posible. Gracias a destinarse a ello recursos -económicos y humanos- nunca antes vistos en un proceso así, en menos de un año había disponibles no una, sino varias vacunas, y en cantidades ingentes.

En este punto destaca la utilización de la técnica conocida como ARN mensajero, empleada por Pfizer y Moderna. Para Miguel Pita, profesor de Genética de la Universidad Autónoma de Madrid, es "un avance muy trascendente" que sirve para atacar enfermedades "no solo mediante la vacunación". Se trata de una tecnología en la que se venía trabajando desde hace más de una década pero cuya puesta en práctica se ha acelerado. "Si no hubiese habido un trabajo preliminar no habríamos conseguido estas vacunas en un periodo tan breve ni con todo el esfuerzo que se ha puesto", afirma este investigador.

¿cómo funcionan?

  • El objetivo de cualquier vacuna es que el sistema inmune reaccione ante la entrada de un determinado virus en el organismo generando anticuerpos para defenderse. Las tradicionales tienen un único componente del patógeno y se basan en proteínas. Cuando se inocula en el organismo acompañado de un adyuvante genera una respuesta inmune. La diferencia con el ARNm es que este da instrucciones a las células para que fabriquen proteínas contra el patógeno que origina la enfermedad.

Más fáciles y menos costosas de producir y muy versátiles y eficaces, se erigen como el futuro de la vacunología. No en vano, se espera que el ARN mensajero se pueda emplear en vacunas destinadas a otras patologías, como la gripe, la malaria o la hepatitis C. Pfizer ha comenzado los ensayos en humanos de una vacuna contra la influenza. También Moderna tiene en marcha un ensayo clínico para un fármaco similar. Esta última compañía anunció el pasado mes de enero que iba a probar igualmente en personas las primeras dosis de su vacuna contra el VIH.

Preguntado por si a partir de ahora será posible acortar siempre los plazos, Pita responde que es algo en lo que no solo interviene la variable de la financiación. "También dependerá de a qué enfermedades nos enfrentemos. Si tenemos un virus que tiene una tasa de mutación muy, muy elevada no va a ser fácil. Tenemos que estar muy contentos de que exista esta tecnología pero no podemos relajarnos completamente porque en el futuro pueden surgir patógenos frente a los que no nos sirva", advierte y remarca que las pandemias surgen por azar, pero que los seres humanos ponen de su parte "condiciones que las hacen más probables". Estas pasan por degradar los ecosistemas o acercarse demasiado a las especies salvajes.

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Compartir el conocimiento

El profesor universitario cita también la importancia de haber secuenciado el genoma del coronavirus en las primeras semanas de la crisis a la hora de haber obtenido vacunas en tiempo récord. "La tecnología para secuenciar virus de forma rápida ya existe. Lo que en este caso se hizo fue compartir la información casi en tiempo real y de forma muy coordinada", señala. La pandemia ha constado que compartir sinergias potencia la investigación sobre las enfermedades y que "nadie puede aspirar a solucionar un problema científico de envergadura solo con su equipo de colegas".

En aras de facilitar que toda la información sobre el virus circulase, la OMS desarrollo una base de datos mundial, así como paneles de información por países sobre vacunas, tratamientos y pruebas diagnósticas. "Se formó una base de datos muy potente que permitía asociar tratamiento a perfil de enfermo y a grado de éxito. Esa información, en aquella inicial en la que había tanto desconcierto, generaba muchísimos resultados", explica el también autor del libro Un día en la vida de un virus.

Este sistema ha sido recientemente premiado por la American Library Association por su importancia en la lucha contra la pandemia "a través de información abierta, oportuna y rigurosa basada en evidencia". La entidad menciona "los descubrimientos científicos multilingües que están en la base de datos de investigación de Covid-19, a los que ahora se puede acceder en más de 200 países por más de 7.000 investigadores a cada día".

Mayor capacidad de adaptación y análisis

En una primera fase, los médicos trataron de abordar la Covid con los tratamientos que tenían a mano, a base de prueba y error. Algunos funcionaron, otros se descubrieron ineficaces o incluso contraproducentes. "Se ha puesto de manifiesto la importancia de la investigación clínica. Tenemos que evaluar nuestros datos y lo que hacemos continuamente para ser capaces de avanzar. Si no analizas lo que haces no puedes sacar conclusiones reales y rápidas para poder definir si el tratamiento es útil o no", comenta la doctora Elena Múñez, portavoz de la Sociedad Española de Medicina Interna (Semi) y adjunta de medicina interna de la Unidad de Enfermedades Infecciosas del Hospital Puerta de Hierro de Madrid.

"El planeta lo compartimos con otras especies y no debemos degradar los ecosistemas. Si no nos damos cuenta no habrá valido de nada este sufrimiento"

"Ha sido agotador porque, después de la presión asistencial y de todos los pacientes que había que ver, teníamos además que recoger datos, analizarlos y contrastarlos para poder sacar conclusiones pero es fundamental. Es clave para poder desarrollar estrategias adecuadas. Si no vas a ciegas. Te sugestionas pensando que lo que estás haciendo está aportando algún tipo de beneficio al paciente pero no tienes datos para corroborarlo", continúa.

"El ámbito sanitario hemos vivido situaciones complejas que nos han hecho reflexionar sobre que el sistema sanitario requiere de una capacidad de adaptación probablemente más rápida de la que teníamos, unas preparaciones de pandemia mejor elaboradas, unas adaptaciones de los servicios sanitarios, hospitalarios y ambulatorios, con capacidad de respuesta adecuada para situaciones de crisis importantes", apunta por su parte el doctor Benito Almirante, portavoz de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (Seimc). El también jefe del Servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital Vall d’Hebron de Barcelona, agrega que igualmente se ha hecho necesario un estudio muy ágil que permita identificar de forma más rápida tratamientos para este tipo de enfermedades: "Se tendrá que trabajar en las posibilidades de tratamientos con la misma intensidad que se trabajó en las vacunas".

El impacto en la detección de otras patologías

Entre las áreas con mayor impacto se encuentran los laboratorios de microbiología -que han visto incrementadas sus dotaciones tecnológicas y de personal- y con ellos el sector del diagnóstico in vitro. "No solo se han desarrollado nuevas tecnologías en la PCR sino que han aparecido otros tipos de diagnóstico molecular muy sofisticados, lo que nos permitirá estar mejor preparados en el futuro. Además hemos aprendido a aplicar tecnología que ya conocemos sobre un virus nuevo y eso supone un avance muy grande", asegura Carlos Sisternas, coordinador de Diagnóstico In Vitro de la Federación Española de Empresas de Tecnología Sanitaria (Fenin).

Sisternas defiende que estos avances tendrán efectos positivos en la detección del resto de enfermedades: "Todas esas tecnologías y muchas más. Se ha avanzado en muchas cosas. También en el conocimiento de cómo gestionar crisis extraordinarias que nunca habíamos sufrido. Los laboratorios han tenido que aplicar herramientas informáticas para intentar aprender y en otros ámbitos del hospital se utilizan algoritmos para saber cuál va a ser la evolución de un paciente en la UCI y poder adelantarse a lo que hay que hacer".

En este sentido el representante de Fenin remarca que la situación actual ha impulsado que el Consejo Interterritorial de Salud esté estudiando asuntos como la ampliación de los parámetros de cribado de neonatal -que permiten detectar enfermedades metabólicas en los bebés- o de los biomarcadores y de los test genéticos -que facilitan la obtención de diagnósticos más precisos y poder determinar el tratamiento más eficaz-. El objetivo es trabajar para que se utilicen en todo el territorio nacional de manera homogénea, posibilitando su acceso independientemente del centro hospitalario que al paciente le corresponda.

Cultura de la higiene

Habrá que esperar un tiempo para ver hasta qué punto los hábitos de higiene que hemos adquirido en estos dos años llegaron para permanecer. Algunos ya quedaron atrás, como el uso de guantes, limpiar toda la compra de manera exhaustiva o lavar la ropa que se había usado para salir a la calle. De los protocolos también decaerá la necesidad de mantener la distancia de seguridad de 1,5 metros, como han ido desapareciendo el establecimiento de diferentes itinerarios en los edificios para las entradas y salidas o en función de la dirección de la marcha. 

Más dudas suscita la mascarilla. Pese a haberse eliminado su obligatoriedad en exteriores, muchos ciudadanos la siguen llevando en zonas concurridas. El siguiente paso será que su uso deje de ser obligatorio en interiores, algo que el Gobierno ya ha anunciado que ocurrirá "muy pronto". En ese caso hay ciudadanos que se muestran partidarios de seguirla llevando en determinados entornos, como los transportes públicos. Tal vez si mantengamos una mayor costumbre de lavarnos las manos y de utilizar el gel hidroalcohólico.

Más interés ciudadano por la ciencia

"La gente ya sabía que la ciencia era importante, porque lo vive cada vez que va por ejemplo a un hospital. Pero creo que ahora ha cobrado mayor relevancia. Todos estuvimos encerrados en casa esperando que fuera la que nos solucionase el problema. Veremos si se mantiene y se traduce en una visión de futuro y de inversión a largo plazo", duda el investigador Miguel Pita.

El coordinador de Diagnóstico In Vitro de Fenin también se encuentra expectante: "Se ha invertido mucho durante estos dos años. Nosotros abogamos por que esos fondos se mantengan. Junto con la educación, la sanidad es el parámetro del estado del bienestar más importante". Carlos Sisternas opina igualmente que esta crisis ha servido para "empoderar a los pacientes", que han aprendido mucho sobre pruebas diagnósticas o tratamientos.

Ambos expertos quieren creer en que todo lo aprendido y ganado con la pandemia no quedara atrás una vez que esta pase. Retroceder bajo una falsa sensación de vuelta a la seguridad sería la peor estrategia para estar preparados de cara a afrontar en el futuro una nueva crisis sanitaria, algo nada descartable. "El planeta lo compartimos con muchas otras especies y si no nos hemos dado cuenta de eso, no habrá valido de nada este sufrimiento", concluye el profesor.

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