La 'triple familia' de fármacos que ha logrado rebajar un 90% la mortalidad por Covid en apenas dos años

Ampollas del medicamento antiviral Remdesivir para pacientes con COVID-19.
Ampollas del medicamento antiviral Remdesivir.
SASCHA STEINBACH / EFE
Ampollas del medicamento antiviral Remdesivir para pacientes con COVID-19.

Coronavirus, PCR, tormenta de citocinas... Hace dos años empezamos a incorporar a nuestro vocabulario una serie de conceptos que la inmensa mayoría rara vez había escuchado antes. Entre todas aquellas palabras también resonaban los nombres de muchos fármacos: remdesivir, tocilizumab, sarilumab, hidroxicloroquina... El SARS-CoV-2 que había llegado de China era un patógeno completamente desconocido, contra el que no había tratamiento específico, y los médicos se afanaron en atacarlo con soluciones para otras enfermedades que pensaban que podía funcionar. Hoy, tras haberlos podido estudiar con mayor profundidad, varios de aquellos medicamentos han quedado descartados para luchar contra la Covid pero otros han demostrado una elevadísima eficacia. Y también ha dado tiempo a que surjan algunos específicos contra este virus..  

"Conocemos mucho mejor cómo se comporta el virus desde el punto de vista clínico, qué tipo de enfermedad produce, cuáles son las personas más vulnerables para acabar graves... Eso ofrece la oportunidad de hacer tratamientos más adecuados a cada tipo de paciente y a cada situación porque no todos se comportan de la misma manera", explica el doctor Benito Almirante, portavoz de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (Seimc). "Ahora tenemos armamento específico frente al virus que antes no teníamos. Hasta hace relativamente poco lo único que podíamos hacer era esperar a que el paciente se pusiera grave y entonces intentar tratar la inflamación", añade la doctora Elena Múñez, portavoz de la Sociedad Española de Medicina Interna (Semi).

Actualmente todos ellos son medicamentos dirigidos a tratar a enfermos que acaban hospitalizados y ambos especialistas coinciden en señalar que la eficacia de dichos tratamientos está quedando demostrada con una reducción en la mortalidad de los pacientes ingresados que cifran en torno al 90%. Sin obviar que es un porcentaje “altísimo”, ella remarca que en muchos casos se trata de una “eficacia reportada en ensayos clínicos” y que “todavía es pronto” para saber su efecto en “la vida real”. Mientras, él sí constata ya que en hospitales grandes como el suyo -el Vall d’Hebron de Barcelona- el número de fallecidos ha caído de manera muy considerable.

Fundamentalmente son tres las familias que se están empleando: antivirales, anticuerpos monoclonales y antiinflamatorios. Algunos ya se están utilizando pero otros aún no están disponibles en España. 

Antivirales

Son terapias pensadas para pacientes moderados pero con riesgo de sufrir una infección grave. Actúan directamente contra el virus. Inhiben la replicación de las células afectadas, con lo que se evita que el patógeno se multiplique. El más eficaz hasta el momento ha resultado ser el remdesivir, desarrollado para luchar contra el ébola y que comenzó a utilizarse contra la Covid casi desde el inicio.

En este grupo se está a la espera de las que serán los primeros fármacos orales. Se trata del paxlovid, desarrollado por Pfizer, y del molnupiravir. “Son ensayos que han finalizado hace relativamente poco”, comenta el doctor Almirante, jefe igualmente del Servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital Vall d’Hebron de Barcelona.

El primero está aprobado por la Agencia Europea del Medicamento y la agencia española también autorizó su uso para situaciones urgentes. El Gobierno anunció en enero la compra de 344.000 dosis, pero aún no han llegado.

En cuanto al segundo, sí está disponible para usos especiales. “Pero ha demostrado una eficacia de solo el 30% en los ensayos clínicos y existe algo de preocupación sobre su seguridad porque es su efecto es mutagénico. Esto significa que su efecto antiviral consiste en inducir errores en la replicación del RNA del virus para que no sea viable y hay cierto temor de que pueda inducir errores también en nuestro material genético”, explica la doctora Múñez, quien también es adjunta de medicina interna de la Unidad de Enfermedades Infecciosas del Hospital Puerta de Hierro de Madrid.

Más lejana está de saber si será una realidad el que hasta el momento sería el único tratamiento propio aportado por España. Se trata del aplidin, de la gallega PharmaMar. “Se está aprobando en ensayos clínicos y los resultados iniciales son prometedores pero todavía necesita un estudio a gran escala y eso tardará”, comenta el representante de la Seimc.

Anticuerpos monoclonales

Fueron la clave de la recuperación del expresidente de EE UU Donald Trump y se han constituido como una nueva vía en la lucha contra el SARS-CoV-2. Al igual que los antivirales son útiles en las fases iniciales de la infección. El Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) apuntaba hace un par de meses que esta técnica consiste en generar anticuerpos en ratones u otros animales que han sido expuestos al SARS-CoV-2, o a partes de este, y que les han ayudado a neutralizarlo. Estos se pueden producir luego a gran escala. “Serían una especie de ayudas externas a las defensas producidas de forma natural por nuestro sistema inmunitario”, afirmaban.

¿HACIA UN RESFRIADO COMÚN?

  • Las terapias que actualmente hay contra la Covid se están aplicando en centros hospitalarios. Preguntada por si habrá medicamentos que lleguen a las farmacias convencionales, la doctora Elena Múñez no cree que vaya a llegar ese momento: “Se va a convertir en una enfermedad absolutamente banal para la población general. En las personas sanas y en la población vacunada por debajo de los 80 años van a presentar generalmente un cuadro catarral leve que en la mayor parte de los casos no va a precisar tratamiento. Solo lo requerirán pacientes vulnerables y estos son atendidos en los hospitales”. Menos categórico se muestra el doctor Benito Almirante que no obstante reconoce que “no se puede descartar que, después de diversas mutaciones, el virus se convierta en un virus más del resfriado común”.

“Son sobre todo para aquellos pacientes que tienen dificultades para desarrollar sus propia respuesta inmune. Lo que se hace es administrarles los anticuerpos ya formados con mucha especificidad contra el virus. Es un fármaco intravenoso que se pone en una única infusión”, apostilla la portavoz de la Semi, que agrega que están disponibles y se están empleando desde el verano. No obstante se sigue trabajando con moléculas nuevas. 

Precisamente hace un mes, la Comisión de Salud Pública aprobó el Evusheld, como tratamiento profiláctico para quienes no pueden recibir las vacunas por su sistema inmune o por tener un historial de reacciones adversas. "Se trata de un cóctel de anticuerpos monoclonales que parece que puede producir inmunidad durante al menos un año. Previene del contagio antes de la exposición al virus. Está preformado y se mantiene en la sangre", manifiesta la doctora.

Antiinflamatorios

La famosa tormenta de citocinas, la respuesta inflamatoria desmesurada que presentaban algunos pacientes como intento de luchar contra el coronavirus, se registra actualmente en pacientes no vacunados, inmunosuprimidos o con comorbilidad. En el resto de casos, y especialmente si se trata de vacunados, es un cuadro excepcional.

Los antiinflamatorios no son medicamentos específicos para tratar el virus porque en esa fase de la enfermedad probablemente tenga un papel testimonial y lo que verdaderamente compromete al paciente es la inflamación. En esta cartera se encuentran los inmunomoduladores, como la anakinra, o los corticoides, como la dexametasona. “La dexametasona se usa de forma muy generalizada. Fue uno de los primeros medicamentos que se comprobó que era muy eficaz para evitar la progresión de la enfermedad en ingresados”, destaca el doctor Almirante.

Este corticoide forma parte de un grupo de antiinflamatorios que actúa de forma más general. “El otro tipo actúa sobre la cadena inflamatoria básicamente neutralizando algunas de sus fases y está mucho más dirigido a situaciones de inflamación más concreta. En este caso el que más se utiliza es el tocilizumab [prescrito contra la artritis reumatoide]“, continúa.

Descartados

Hay terapias a las que en un primer momento se les intuyeron posibilidades pero que finalmente fueron desestimadas, como el lopinavir o el ritonavir, antirretrovirales para el VIH, o la ivermectina, un antiparasitario de amplio espectro. Igualmente con otras, como la hidroxicloroquina, principio activo contra la malaria, se vio a los pocos meses que podía producir complicaciones cardiacas.

Descartado quedó también el plasma. Los bancos de sangre recogían en los primeros meses de la crisis sanitaria donaciones de quienes habían superado hacía poco el virus con el objetivo de comprobar si su gammaglobulina podía ser útil para la formulación de un nuevo medicamento que ayudase a curar a personas aún infectadas.

“En el hospital diseñamos el primer ensayo sobre plasma hiperinmune de España. Lo estuvimos probando cuando la enfermedad ya había evolucionado hacia una neumonía pero no hubo una clara eficacia. El único ensayo clínico en el que se ha visto que pude servir es en la utilización precoz en pacientes con riesgo de que la enfermedad progrese, fundamentalmente en ancianos”, indica la doctora Múñez. La especialista remarca que, siendo su uso muy parecido al de los anticuerpos monoclonales tiene más sentido apostar por fármacos que han demostrado mayor eficacia

Mostrar comentarios

Códigos Descuento