Una renta mínima para los que se han quedado sin ingresos: "No se puede vivir en estas condiciones"

Un hombre con mascarilla camina por delante de una oficina de empleo cerrada.
Un hombre con mascarilla camina por delante de una oficina de empleo cerrada.
Jorge París
Un hombre con mascarilla camina por delante de una oficina de empleo cerrada.

En los 19 años que lleva en España, Teresa Maryuri Choez nunca se había visto en una situación como esta. Habiendo trabajado en la hostelería y, desde hace ya nueve años, como cuidadora de ancianos, siempre fue capaz de ganar lo suficiente para cubrir sus gastos y los de su hija, con la que llegó de Ecuador siendo ella un bebé.

“Nunca he pedido ayudas, porque, gracias Dios, con mi trabajo he podido solventar mi alquiler y mis gastos”, declara Teresa, que ahora tiene 53 años. Pero el 14 de marzo su situación cambió de la noche a la mañana, se quedó sin empleo y, por el régimen especial de trabajadora doméstica, sin opción a cobrar subsidio por desempleo.

“Tengo que pagar un alquiler y mantener a mi hija, que estudia. Los ahorros se van agotando y he pedido ayuda a Cáritas porque para la próxima semana ya no podría ni comprar lo básico", explica esta trabajadora del hogar que vive en San Vicente de Castellet, Barcelona.

Teresa es una de las miles de personas que se han visto súbitamente sin ingresos y sin acceso a ningún tipo de subsidio tras el inicio del estado de emergencia y el confinamiento para frenar la expansión de la pandemia del coronavirus por España.

El Gobierno trató de paliar parcialmente esta situación con la aprobación de una ayuda de 440 euros mensuales para los trabajadores temporales que finalizasen su contrato durante este periodo excepcional.

Sin embargo, este subsidio requiere que el contrato temporal tenga una duración mínima de dos meses y deja también fuera, entre otros, a quienes hubieran perdido su empleo antes del decreto que marcó el inicio del estado de emergencia.

Una renta mínima vital a partir de mayo

Ada, de 50 años, perdió su trabajo como camarera de piso que ejercía a través de ETT el pasado mes de febrero, cuando sufrió una rotura de pelvis. “Cuando volví de la baja, la jefa me dijo que había bajado el volumen de trabajo y que me mandaba a descansar a casa”, relata. Desde entonces no ha vuelto a trabajar.

Al haber perdido su trabajo pocas semanas antes del estado de emergencia no tiene derecho a la ayuda para temporales y sus ingresos dependen únicamente de un subsidio por desempleo que apenas llega a 350 euros y finalizará en cuatro meses.

Tras una serie de desencuentros internos, el Gobierno confirmó la semana pasada que aprobará una renta mínima vital destinada a las personas sin ingresos a partir de mayo, que será permanente y que beneficiará a cerca de un millón de hogares.

Sin embargo, sigue habiendo numerosos interrogantes como la cuantía final y los requisitos para acogerse a ella. El hecho de que se trate de una subvención por unidad familiar y no individual podría limitarla únicamente a personas que ya se encontraban en riesgo de exclusión social antes de la crisis del coronavirus, ya que requeriría que todos los miembros de la familia no percibieran ingresos.

La voluntad de los sindicatos, sin embargo, es que la medida pueda incluir también a los numerosos trabajadores que no se encontraban bajo el umbral de la pobreza antes del estado de emergencia, pero que han visto su situación empeorar de forma repentina.

"Hay que proteger a las personas en situación pobreza o de exclusión social, pero también hay que cubrir otros vacíos como los de las personas paradas sin ingresos", declara Carlos Bravo, secretario de Políticas Públicas y Protección Social de CC OO.

Sectores con alta temporalidad

Muchos de estos trabajadores se empleaban en sectores con una alta temporalidad, como la hostelería, el turismo o la cultura, combinando contratos muy breves con periodos de cobrar el subsidio por desempleo.

Manuel F. tiene 31 años y estudió periodismo, pero lleva año y medio trabajando como camarero y maitre a través de empresas de trabajo temporal (ETT). “Normalmente estaba trabajando unas 20 o 30 horas semanales para cinco hoteles, pero en febrero empezaron a cancelar eventos y el último día que trabajé fue el 1 de marzo y desde entonces no tengo ningún tipo de ingreso”, explica Manuel.

Ahora, da por hecho que perderá su alquiler en Madrid tras la cuarentena y regresará a Cartagena con su familia durante un tiempo indeterminado ante la nula perspectiva de oportunidades laborales en los próximos meses y, por tanto, de volver a tener ingresos. “Si puedo volveré, pero no se puede vivir en estas condiciones”.

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