Diez hábitos que perjudican (y mucho) a nuestro cerebro

Una persona con dolor de cabeza.
Una persona con dolor de cabeza.
FREEPIK
Una persona con dolor de cabeza.

En general, nos preocupa mucho la salud de órganos como el corazón, los pulmones, el intestino… pero, ¿estamos igual de concienciados con el bienestar de nuestro cerebro? A pesar del papel vital que tiene en nuestras vidas y las diversas actividades que está capacitado para realizar, ¿hacemos todo lo posible para que se mantenga en forma? ¿Lo cuidamos como se merece? 

La Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte de las consecuencias de no prestarle la debida atención y desde hace algún tiempo insiste en el control de determinados hábitos, aparentemente normales, que pueden perjudicarle y convertirse en enemigos. Toma nota:

No desayunar

Tostada de desayuno saludable
Tostada de desayuno saludable
Instagram / @gartentruefood

El ritmo de vida que llevamos no nos deja tiempo muchas veces para desayunar en condiciones, sin embargo, el desayuno es la comida más importante del día. Ingerir esta primera comida de la jornada influirá notablemente en nuestro rendimiento, resistencia y estado emocional porque es en estas primeras horas del día cuando el cerebro precisa de nutrientes para ‘dirigir’ todos procesos fisiológicos después de la etapa de ayuno nocturno.

¿Qué pasará si no lo alimentamos como se merece? Pues que comenzará a mandar señales de emergencia para conseguir ‘combustible’, tendrá que utilizar reservas y hacer un sobreesfuerzo para mantener su correcto funcionamiento. La Universidad de Alcalá advirtió en un estudio que la ausencia de desayuno provoca decaimiento, cansancio y falta de concentración notable.

No controlar el consumo de azúcares

Una dieta no saludable en la que no se controla el consumo de azúcares afectará de forma directa al cerebro y está estrechamente relacionada con la aparición de patologías como la obesidad, la diabetes, el hígado graso, las enfermedades cardiovasculares o la caries.

Fumar

Barcelona prohíbe esta práctica en todas sus playas y las multas empiezan en los 30 euros. También hay otras comunidades con importantes restricciones a esta práctica.
Una joven fumando.
Pixabay/Engin_Akyurt

La advertencia es clara: fumar reduce la materia cerebral y el suministro de oxígeno al cerebro. Además, se ha demostrado que promueve la aparición de enfermedades neurodegenerativas como el Alzhéimer o la demencia.

Exponerse a ambientes contaminados

Como hemos comentado en el punto anterior el cerebro necesita un suministro constante de oxígeno. Sin embargo, determinadas sustancias tóxicas pueden interferir en este procesamiento del oxígeno reduciendo la eficiencia cerebral. La contaminación ambiental es, por tanto, responsable del desarrollo o agravamiento de numerosas patologías. 

No dormir lo suficiente

Los expertos lo tienen claro: son necesarias ocho horas de sueño por noche para que el cerebro descanse y resetee para que los procesos metabólicos se lleven a cabo correctamente con la energía generada. Restarnos horas de sueño, por el contrario, produce cansancio, mal humor, acelera la muerte de las células cerebrales y está vinculado con el desarrollo de enfermedades como el Alzheimer.

Consumir alcohol

Junto con el tabaco, uno de los hábitos sobre el que los expertos no se cansan de advertirnos. Sus efectos atacan directamente el sistema nervioso e impactan en el cerebro. Beber en exceso mata las neuronas y reduce la velocidad con la que se transmiten los impulsos nerviosos.

Comer en exceso

Igual que no alimentarnos a primera hora del día nos perjudica, excedernos durante el resto de la jornada solo va a provocar una acumulación de sustancias residuales en forma de grasas y el endurecimiento de las arterias cerebrales, afectando por ende a su funcionamiento.

Estresarse

Uno de los grandes males de nuestra era. Si nos estresamos provocamos diversas reacciones en el sistema nervioso que reducen nuestra capacidad mental y aumentan el riesgo de sufrir accidentes cardiovasculares o ictus y ataques cardiacos.

Sufrir, además, cualquier tipo de violencia provoca que el cerebro esté en constante alerta, niveles de ansiedad elevados así como desgaste emocional y cognitivo.

No hacer ejercicio

Un cuerpo que no hace ejercicio físico es, al mismo tiempo, un cerebro que envejece antes y que corre más riesgo de padecer alguna enfermedad cerebral. Por el contrario, practicar deporte tres veces por semana, acelerará su funcionamiento. Recuerda: mens sana in corpore sano.

No estimular la mente

El propio cerebro también necesita sus propios ejercicios: leer, mantener conversaciones interesantes, hacer crucigramas u otro tipo de retos que lo estimulen… Cuanto más trabajemos con él mejor será su capacidad de aprendizaje, memoria y velocidad de reacción.

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