GLORIA ELIZO. SECRETARIA DE ACCIÓN INSTITUCIONAL Y DIPUTADA DE PODEMOS
OPINIÓN

Villarejo es el dedo

El comisario Villarejo en el programa Salvados de La Sexta
El comisario Villarejo en el programa Salvados de La Sexta
EUROPA PRESS - Archivo
El comisario Villarejo en el programa Salvados de La Sexta

"Yo quiero saber la verdad, pero en la justicia no creo un carajo". España. Enero de 2016. Podemos acababa de entrar en el Congreso. La cita de Pepe Mujica no me la recordó otro cubazolano del norte sino un veterano periodista parlamentario. "La realidad política de este país está pensada para que siempre miremos al lado equivocado". Todo lo que sabemos está pensado para que no sepamos. Para que miremos el dedo y no la luna.

Difícil de entender. Aún más difícil de contar. Cada verdad, cada caso de corrupción, cada condena es una cortina de humo, un control de daños, una lucha interna, fuego amigo en un territorio sin más amigos que los de la ventanilla del Banco Nacional de Guinea Ecuatorial. Es un supuesto. Los supuestos son importantes. Pongamos que un partido sin deudas ni control desata una crisis del sistema de partidos. Suena un teléfono en la novena planta de la madrileña Torre Picasso. "Gestión de Crisis". El paquete básico: la brigada política fabrica una investigación, la llamada a los jefes de seguridad que José Luis Corcuera puso a cada gran empresa. Registros de cada teléfono, cuentas bancarias. Nada. Te queda el comodín de Método 3... el informe PISA, o, a las malas, una transferencia made in Photoshop desde el Europacific Bank a las Islas Granadinas. ¿Chapucero? No hace falta mucho más, para eso están los medios. Eso es fácil. La cloaca periodística siempre hambrienta de ego y ganas de hacer méritos. Un par de llamadas y las agencias de noticias volcadas. Venezuela, Venezuela, Venezuela. Políticos volcados. Opinadores volcados.... Luego las denuncias. Se repasan los amigos. Hay para elegir. Los ascendidos, los ambiciosos, los chantajeados, Schola Iuris... siempre hay alguien dispuesto. Lo acabamos de ver triunfar en Brasil. Lawfare: los medios corruptos construyen el descrédito que permite actuar a la Justicia. La actuación de una Justicia corrupta legitima el descrédito de esos medios. Y no hay salida. Donde no te salvan los votos no te salvan los abogados.

España. Julio de 2017. El Congreso reconoce la existencia de una policía política bajo el mando directo del ministro del Interior del PP y de su Director Adjunto Operativo en la Policía —Eugenio Pino— dedicada a desacreditar a sus adversarios políticos. Y no pasa nada... Incluso sin saberlo, PP, PSOE y Ciudadanos se acuerdan de Pepe Mujica: la Justicia importa un carajo, pero hay algunas cosas que ni PP, ni PSOE ni Ciudadanos se pueden permitir: el comisario Villarejo no puede comparecer y las diligencias de investigación que ha pedido Podemos no se pueden llevar a cabo. Ninguna. La verdad es lo que importa. Y no se puede conocer.

Noviembre de 2017. La niebla que lo tapa todo se convierte de pronto en la humareda que lo señala. Control de daños. Villarejo entra en prisión. Pim, pam, pum. Villarejo el corrupto. Villarejo el malvado. ¿Pero quién es Villarejo? "Gestión de crisis". Un intermediario bien pagado. Quizá algo más. Quizá el esforzado albacea de la policía política del franquismo, el administrador de sus redes, sus privilegios, sus agendas, sus secretos... el gestor de los puntos ciegos de la democracia. Policías, periodistas, jueces, fiscales, empresarios, políticos. El que conoce a quién recurrir si tienes para pagarlo. Régimen del 78. Business as usual. Y no le falta trabajo. Lucha antiterrorista, privatizaciones, creación de grupos mediáticos, blanqueo de capitales, extradiciones, casos de corrupción que hay que mostrar, casos de corrupción que hay que ocultar, un poco de desacredito personal por encargo, más blanqueo de capitales, más crimen organizado. Hay mucho que hacer, y pagan los de siempre... los de los impuestos.

Sí. Pero no. Villarejo no es la piedra angular de la cara B de la democracia española. Solo es un intermediario. Un conseguidor eficiente bien relacionado. Hoy por ti mañana por mí y esta es mi comisión. Los clientes de hoy son los contactos de mañana. Buenos clientes, buenos contactos. Los que no se presentan a las elecciones. O sí. Algunos sí. Pocos. Las elecciones son esa cosa plebeya y peligrosa que hay que conllevar.

Pero hagamos caso al sistema y no nos despistemos. Se olvida uno de ver la TV un día y acaba pidiendo un referéndum sobre la monarquía. Centrémonos: Villarejo ahora es el protagonista. Nada sabíamos de él hasta hoy pese a que ya en 1990 fue condenado por utilizar a la policía para construir una acusación que permitió encarcelar al dibujante Petrus, pese a que en 1995 se vio envuelto en la denuncia de escuchas ilegales del CSID o en el año 2012 participó en la defenestración de una jueza que investigaba a Jordi Pujol. Minucias. Y eso a pesar de que durante años algunos policías —incluido el comisario de Asuntos Internos de la Policía— y algunos periodistas —hasta hicieron un documental— se desgañitaron contándolo. Pero ahora sí. Ahora es el gran protagonista de la corrupción en España. Un caso aislado. Un figura. Como el pequeño Nicolás, tan pintoresco, como lo fueron antes Luis Roldán o el teniente coronel Antonio Tejero. Unos figuras.

Y ya. ¡Circulen! Caso resuelto. Nada que investigar. Lo importante es el dedo, no la luna. Pero, ¿quién es Villarejo de verdad? ¿Cuál era su negocio y quiénes eran sus clientes? ¿Quiénes sus contactos y sus procedimientos? La verdad es lo que importa. Y no se puede conocer.

La cloaca policial —la alcantarilla de la que sale Villarejo— admite encargos tanto de las peripuestas elites del país —esas que pasan cada 12 de octubre por el besamanos real— como del chusco crimen organizado de polígono industrial. Del compi yogui López Madrid al capo Gennadios Petrov, de la peineta de María Dolores de Cospedal al "rey de la pilas" Gao Ping, a todo el mundo le viene bien tener amigos en Hacienda, en los medios de comunicación, en la justicia, en el aeropuerto. A todo el mundo le viene bien tener amigos todopoderosos como el comisario Olivera, que lo mismo te fabrica un informe sobre yihadismo que te avisa de una operación policial. Especialmente a los grandes empresarios de toda la vida. Esos que no dan un ruido ni cuando el rey les da un marquesado. Mucho mejores que los políticos. Tienen más dinero y montan menos escándalos. Pero claro. A los empresarios les gustan los políticos. A nada que les echas una mano te adjudican obras y servicios... los políticos con mando en plaza molan a todo el mundo: a los policías amigos les dan medallas pensionadas y destinos en embajadas. Eso es pasta.

Los políticos, cuando tienen un ministerio, pueden ser muy generosos con quienes les han ayudado. Lo mismo te nombran comisario que te crean la UDEF. Deciden qué se investiga y qué no por la Policía, por la Fiscalía, por el juez instructor. Dan licencias de televisión y gastan una pasta en publicidad institucional. A ese periodista lo meten en la tertulia y a ese otro lo mandan a la calle ya. Son así. Caprichosos. Lo mismo te deciden quién va a presidir el Tribunal Supremo que te montan una amnistía fiscal.

Y claro, a nadie le importa la justicia un carajo. Pero todo el mundo sabe la verdad. La verdad es que Cospedal y López del Hierro son la pareja ideal. Juntar en una sola planta —para ser exactos la sexta de Génova 13— al IBEX 35, al PP y a los ministerios de Defensa e Interior no hay House of Cards que lo supere.

Lo explicó bien Rajoy que, por supuesto, no estaba allí ese día: "Hay que saber mirar hacia otro lado cuando hay que hacerlo". Y ahora toca mirar para Villarejo. No para María Dolores de Cospedal, la que —ironías del argumentario— permitió a Casado liderar su "coalición de perdedores" en el Partido Popular. Mirar para Villarejo. No mirar al ventrílocuo de José María Aznar que con una mano sujeta a la Fiscalía y con la otra a sus dos muñecos —tres si cuentas al siniestro Santiago Abascal—. Mirar para Villarejo. No mirar a los que, anónimos e inmaculados, borran con un gesto de desprecio su nombre de la agenda. Otro nombre. Otra agenda. Jueces, fiscales, comisarios, tertulianos, redactores, jefes de seguridad. Gürtel, Púnica, Lezo, Tandem, Nicolai. Gestión de crisis, control de daños. Saber para que no sepamos.

Al fin y al cabo esto es una monarquía. Y ya se sabe, arcana imperii, la razón de estado obliga a tapar. Cloacas del Estado. Estado de las cloacas. No necesitamos más casos de corrupción para saber lo que ocurre. Necesitamos aprender a mirar.

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