Han tenido que repetirse las elecciones, gastarse más de 150 millones de euros en otra campaña y aumentar aún más tiempo la interinidad en el país. El precio ha sido alto, pero por fin PSOE y Podemos han sellado el acuerdo para un “gobierno progresista” que habían prometido hace ya demasiados meses Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. 

Tras los reproches mutuos que dejan -quizá el que más se va a recordar es cuando Sánchez intentó justificar el desacuerdo en que si Iglesias fuese su vicepresidente él “no dormiría por las noches”-, ahora les toca pasar página rápido y ponerse a trabajar. El país necesita tener cuanto antes un gobierno.

El acuerdo tiene todavía bastantes lagunas. Sabemos que lo presidirá Sánchez, que Pablo Iglesias será vicepresidente, y que por tanto el líder de Podemos compartirá rango con Nadia Calviño, que será vicepresidenta económica. Si Iglesias dará el impulso social del gobierno -el acuerdo plantea actuaciones en igualdad laboral, vivienda, eutanasia, cambio climático, feminismo, etc- a Calviño le va a tocar trasladar confianza económica ante unos mercados y una estructura financiera de la UE que verá con mucho recelo este nuevo gobierno.

¿Cómo se repartirán los Ministerios?. ¿Y en qué partidos se apoyarán para sacar la investidura y los presupuestos?

Pero quedan aún por saber muchos aspectos clave. Por ejemplo, ¿cómo se repartirán los Ministerios?. Y otra cuestión relevante: ¿en qué partidos se apoyarán para sacar la investidura y los presupuestos? Todo apunta a que los socios elegidos son PNV (al que deberán convencer de que vote a favor) y ERC (que tendría al menos que abstenerse), pero deberían desvelarlo cuanto antes.De momento, estos posibles compañeros de viaje hacen prever que el intenso debate territorial, lejos de calmarse, va a ir todavía a más.

Ahora solo queda esperar la responsabilidad de ambos. Sánchez e Iglesias van a liderar el primer gobierno de coalición en España desde la Constitución de 1978. Les toca abrir camino, y no apunta fácil.