Pacto 'exprés' para un Gobierno de coalición entre PSOE y Podemos, sin vetos y con Iglesias de vicepresidente

Primera reunión entre Sánchez e Iglesias una semana después de las elecciones.
Primera reunión entre Sánchez e Iglesias una semana después de las elecciones.
EFE
Primera reunión entre Sánchez e Iglesias una semana después de las elecciones.
Sánchez e Iglesias, anuncian un preacuerdo para un Gobierno de coalición .

El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, y el líder de Unidas Podemos, Pablo Iglesias, han anunciado este martes que formarán una coalición de Gobierno, el acuerdo de partida con el que el socialista previsiblemente se someterá a una nueva sesión de investidura y a partir del cual el PSOE cree garantizado el acuerdo del resto de grupos necesarios para tener una mayoría.

La piedra angular será el pacto que han rubricado este martes en el Congreso Sánchez e Iglesias, que tras las elecciones del 10-N no han tardado ni dos días en alcanzar un pacto para un Gobierno de coalición, en el que el líder de Unidas Podemos será vicepresidente. Según una configuración del próximo Ejecutivo que aún no está cerrada del todo y todavía no se ha hecho pública, habría al menos otra vicepresidencia, que sería para la actual titular de Economía, Nadia Calviño, tal y como anunció Sánchez durante la campaña electoral.

Un café en La Moncloa

Estos son los puestos que se conocen de momento en una cuerdo que han cerrado este martes por la mañana el jefe de gabinete del presidente en funciones, Iván Redondo, y las portavoces del PSOE y de Unidas Podemos en el Congreso, Adriana Lastra e Irene Montero. Ha sido la continuación de la conversación telefónica que mantuvieron este lunes Sánchez e Iglesias, que desencadenó una negociación en la que ya anoche las partes se estuvieron pasando documentos que han dado lugar al acuerdo de coalición y a un decálogo programático.

El primer contacto entre Sánchez e Iglesias tras una campaña muy bronca con acusaciones mutuas se produjo a instancias de Redondo, que esta ocasión ha llevado el peso de la negociación que en abril quedó en manos de la vicepresidenta en funciones, Carmen Calvo.

En la misma noche electoral, Sánchez le encargó la tarea a su jefe de gabinete que horas después, el lunes por la mañana, llamó a Iglesias para fijar con él un primer contacto con el presidente. Se produjo por la tarde, cuando los dos líderes se tomaron un café en La Moncloa. Allí, delegaron en sus respectivos equipos -Redondo y Lastra, como enlace con el PSOE y Montero, por Unidas Podemos- que en esta ocasión no han tardado ni dos días en cerrar un pacto, a diferencia de los meses que tuvieron que pasar tras las elecciones del 28-A sin que al final hubiera un acuerdo.

El resto de puestos en el Consejo de Ministros está todavía por desvelar, aunque se da por seguro que habrá otros ministerios para Unidas Podemos. Lo que no se espera es que los morados se vaya a encargar ni de carteras "de Estado" -Exteriores, Defensa o Economía- que ya quedaron descartadas en la anterior y fallida negociación ni otras que terminaron siendo algunos de los grandes escollos para un pacto en julio, como Hacienda, Empleo o Transición Ecológica.

Reparto de competencias aparte, tanto en primavera como ahora ha estado que la pieza clave para desbloquear la negociación era Iglesias. Si en junio se retiró tras el veto personal que le impuso Sánchez, ahora terminará sentado a uno de sus lados en la mesa del Consejo de Ministros, como uno de los vicepresidentes del futuro Gobierno.

Entre la espada y la pared

El cambio con respecto al 28-A en cuanto a la disposición y la manera en la que se han desarrollado los acontecimientos es abismal, lo que fuentes de Moncloa atribuyen a una serie de circunstancias relacionadas con el escenario que ha dejado el 10-N y el cambio de personas al timón de las negociaciones. 

Así, el acuerdo exprés alcanzado tras las elecciones del domingo viene a confirmar que la situación del PSOE era delicada, a pesar de haberlas ganado. Para el presidente quedó claro que ya no se podía perder más tiempo y la rapidez con la que se ha alcanzado el acuerdo supone la confirmación de lo que dijo en la noche electoral en Ferraz, que "sí o sí" ahora se iba a alcanzar un acuerdo para un Gobierno progresista. Fuentes cercanas a Sánchez afirman que la mayoría más exigua en la suma entre PSOE y Unidas Podemos que salió de las urnas el 10N, sumado al ascenso de Vox, crearon una situación parecida a estar entre la espada y la pared que aconsejaba tener un acuerdo de investidura cuanto antes. A diferencia de abril, ahora no se forcejeó con coalición sí, coalición no, y todo fue mucho más directo para pactar un decálogo común y la entrada de Unidas Podemos en el próximo Gobierno.

La ausencia de rodeos en esta ocasión se atribuye directamente a Redondo, que el domingo tomó las riendas de la negociación por encargo de Sánchez, con la sola condición de que esta vez no habría ni filtraciones ni reuniones interminables e infructuosas, como en primavera.

Rapidez para evitar presiones al PP

Así, Redondo relevó a Calvo y por la parte de Unidos Podemos en esta ocasión solo ha estado presente Montero, que la vez anterior estuvo acompañada por Pablo Echenique y Ione Belarra. 

Dejando a un lado de que pueda haber influido alguna cuestión de carácter personal -Calvo y Echenique nunca estuvieron demasiado bien avenidos-, la rapidez con la que se ha llegado a un acuerdo también tiene mucho que ver con lecciones pasadas, una sobre las presiones que recibió Sánchez en 2016 para investir a Mariano Rajoy y otra cómo se desarrolló la moción de censura.

Redondo ha jugado con la misma rapidez con la que el mismo día en que salió la sentencia de la Gürtel en 2018 recomendó a Sánchez que presentara, al día siguiente, una moción de censura contra Rajoy. El plan fraguó precisamente porque el entonces presidente del Gobierno cometió un error de cálculo y convocó el Pleno con la máxima rapidez, con la intención de que no hubiera tiempo para negociarla. Ocurrió todo lo contrario porque esa falta de tiempo fue la que obligó a los partidos a no dudar mucho en dar su apoyo a Sánchez. Ahora, Redondo ha querido imprimir un ritmo parecido. Primero no ha tardado en cerrar un acuerdo con Unidas Podemos, que es justo lo que Sánchez rechazó en mayo y en septiembre-, con la intención de tener una base de apoyo amplia -155 escaños-a partir de la que seguir sumando diputados.

Según los planes que apuntó este lunes el secretario de Organización, José Luis Ábalos, la opción preferida del PSOE es sumar a Unidas Podemos el sí de Ciudadanos, PNV, Más País, Partido Regionalista de Cantabria, Bloque Nacionalista Galego y Teruel Existe, con los que se sumaría una mayoría absoluta de 178 síes. 

Como tras el 28-A, este lunes los nacionalistas vascos ya apuntaron que no veían problema en un Gobierno progresista y Ciudadanos no estará en capacidad de fijar posición hasta que dentro como mucho 15 días elija a su nuevo líder, tras la dimisión de Albert Rivera. Si Cs no da su voto afirmativo a la investidura de Sánchez, éste debería recurrir a la abstención de ERC y entrar en la espinosa cuestión del apoyo de los independentistas. 

Sánchez empezará hoy mismo a llamar a los líderes de los otros partidos. De entre ellos, el PNV ya dijo este lunes que no veía problema en un Gobierno progresista. Por el contrario, Ciudadanos ha rechazado este martes el pacto entre Sánchez e Iglesias y ha pedido al presidente que se ponga de acuerdo con ellos y con el PP. De momento en Moncloa no saben cómo se resolverá esta cuestión, pero sí tienen claro que Redondo lo tiene todo previsto porque aseguran que no da un paso sin tener asegurado el siguiente.

Por otra parte, en la trastienda del acuerdo exprés con Iglesias, Sánchez ha tenido en cuenta también al líder del PP, Pablo Casado, y las presiones que ya han empezado para que los populares facilitaran con una abstención su investidura, evitando así que el candidato socialista tuviera que buscar el apoyo de Unidas Podemos.

Sánchez lo vivió en 2016, cuando se negó a investir a Rajoy, y ahora ha querido evitar algo parecido para Casado que, a su vez, le habría presionado a él también para aceptar la abstención del PP.

¿Te parece bien el preacuerdo entre PSOE y Podemos para formar gobierno?

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