Los orígenes del spaniel japonés, pese a su apellido toponímico, comienzan en China durante el primer milenio de nuestra era. Se trata, pues, de una de las razas caninas de compañía más antiguas del mundo. Sin embargo, cómo llegaron a Japón, donde se gestó su desarrollo y alcanzó la apariencia tal como la conocemos hoy, es un misterio que se encuentra bajo debate.
Pero todas las hipótesis coinciden en que estos perros estaban vinculados a la nobleza y la realeza, siendo inalcanzables para la clase media o baja. Tener un perro que no cumplía una función práctica, sino que era exclusivamente un compañero y requería un mantenimiento físico considerable, estaba fuera del alcance de las clases sociales más humildes. Para ellos, los perros eran principalmente útiles en el trabajo o para proteger la propiedad, por lo que resultaba impensable destinar recursos económicos a un perro simplemente para disfrutar de su compañía.
Para que el mundo occidental conociera la existencia de estos perros hay que realizar un breve viaje por la historia de Japón. En el siglo diecisiete, el país nipón decidió aislarse del resto del mundo bajo el ‘shogunato’ Tokugawa. Este aislamiento duró 200 años, hasta 1.854, cuando Japón se reabrió al comercio con occidente. Y en los 10 años iniciales, los primeros spaniel japoneses salieron en dirección a Inglaterra y a Estados Unidos. En el continente europeo, continuando con la historia del que también fue llamado inicialmente como ‘perro de aguas japonés’, se popularizó entre la realeza, en especial están ligados a la figura de la reina consorte Alejandra de Dinamarca, de quienes se disponen de fotografías con sus spaniels japoneses.
Con la llegada de la Segunda Guerra Mundial, Japón prohibió la exportación de perros, y europeos y norteamericanos comenzaron a trabajar con los chin ya importados para conservar la raza fuera de su país de origen.
Afectuosos, sensibles y ‘payasos’
La personalidad del spaniel japonés puede definirse como ‘felina’. Son perros de comportamiento afectuoso con sus convivientes, pero este afecto es selectivo y condicionado a su propio estado anímico, reclamando o rechazando la interacción en función de sus necesidades específicas. Aunque suelen ser tranquilos en casa, también tienen momentos de energía donde muestran mucho entusiasmo y se comportan como cualquier perro juguetón.
Son muy tolerantes con otros animales en el hogar, incluyendo a otros perros, pero tienen paciencia limitada con niños pequeños que no comprendan las señales de calma, por lo que se recomienda supervisar la interacción con los más pequeños.
El estándar de la raza solo acepta el color blanco con manchas negras o rojas, y es preferible que tengan una marca blanca desde el hocico hasta la cabeza, conocida como el 'toque de Buda'. Su pelaje de una sola capa, sedoso, liso y largo, en forma de flecos, no requiere un mantenimiento demasiado frecuente y un cepillado quincenal suele ser suficiente para mantenerlo en buen estado y evitar enredos.
La salud del chin o spaniel japonés es relativa. Se trata de una raza braquicéfala y cara plana, con todos los riesgos que eso ocasiona, por lo que es imprescindible controlar los problemas respiratorios y oculares que pueden desarrollar. Además, aunque aparentemente se trata de un problema más habitual en las líneas de Estados Unidos, muchos spaniels japoneses presentan alergia al maíz, lo que implica seleccionar un alimento libre de estos granos.
Para ampliar información, se recomienda contactar con la Real Sociedad Canina de España o bien con el club británico de la raza, Japanese Chin Club, donde cuentan con una bolsa de adopción. Y si se desea adoptar a un perro pequeño, en nuestras protectoras y perreras hay un considerable número de ellos que necesitan un nuevo hogar, como Lory y Ahsoka.
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