Manuel Mostaza Barrios Politólogo y Director de Asuntos Públicos de ATREVIA
OPINIÓN

¿Y si el espejismo fue julio?

Alberto Núñez Feijóo, presidente del Partido Popular y Alfonso Rueda, presidente de la Xunta de Galicia intervienen en la junta directiva autonómica del PP de Galicia.
Alberto Núñez Feijóo, presidente del Partido Popular y Alfonso Rueda, presidente de la Xunta de Galicia intervienen en la junta directiva autonómica del PP de Galicia.
EP
Alberto Núñez Feijóo, presidente del Partido Popular y Alfonso Rueda, presidente de la Xunta de Galicia intervienen en la junta directiva autonómica del PP de Galicia.

Se confirmaron los sondeos, los de verdad, y el Partido Popular volvió a ganar con solvencia las elecciones autonómicas, en tanto que el PSOE se hundió hasta niveles nunca vistos en una región tan dada a la ambigüedad como la gallega.

Es por eso que las elecciones tienen un ganador claro, Alfonso Rueda, que ve legitimada su presidencia con el aval de las urnas; y uno secundario, ya que las buenas noticias para el Bloque, un frente político liderado por la arcaica Unión del Pueblo Gallego, lo consolidan como la segunda fuerza en el Parlamento de Santiago, recuperando una pujanza que había perdido hacía una década con la llegada de las evanescentes mareas importada por la izquierda local desde Madrid.

En el lado de los perdedores se ubica con claridad un desaparecido Podemos, y Sumar, que ha fracasado con estrépito: para que se haga una idea, lector, entre las provincias de Lugo y Orense la formación liderada por Yolanda Díaz no llega cosechar ni 2.000 votos. Articular un proyecto nacional basado en la plurinacionalidad cuando uno es inexistente fuera de (más) Madrid es otra paradoja de la noche del domingo.

Pero, sin duda, el gran perdedor fue el Partido Socialista del presidente Sánchez volcado con un candidato que era su apuesta personal frente a lo que opinaba el aparato gallego del partido; un aparato que tuvo que conformarse hace meses con el dedazo de Madrid ante la imposibilidad de facto de celebrar primarias.

Las elecciones locales y autonómicas de mayo del año pasado dibujaron un escenario desolador para el Partido Socialista a escala regional y municipal: sin apenas gobiernos e irrelevante en muchos de sus viejos feudos, como Andalucía. Los reflejos del presidente convocando elecciones para que coincidieran con el (caótico) proceso de alianzas entre PP y Vox le permitieron salvar los muebles y convertir una derrota clara en gobierno, ligando su suerte a la derecha secesionista catalana.

Pero los problemas estaban ahí, por más que los politologuitos que pueblan el ecosistema de infoentretenimiento se escudaran en un supuesto empate entre unos bloques que no existen más que en su imaginación para convertir mayo del 23 en un espejismo.

En una de sus mejores canciones, Los Suaves definían su tierra natal como "este país que por siglos / fue el final de la tierra". Y ha tenido que ser allí, donde se terminaba el mundo y comenzaba el Hades, donde Moncloa ha despertado de su ensoñación. Los problemas de la primavera del año pasado siguen ahí y quizá julio haya sido una ensoñación.

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