María Salgado, una de las responsables de la remisión de VIH en tres personas: "Si se logró en ellos, la cura puede ser una realidad"

María Salgado, investigadora científica del IrsiCaixa.
María Salgado, investigadora científica del IrsiCaixa.
IrsiCaixa
María Salgado, investigadora científica del IrsiCaixa.

Es posible que cada vez estemos más cerca de conseguir la tan ansiada vacuna contra el VIH. Aunque prudente, María Salgado (Salamanca,1982), investigadora del IrsiCaixa, uno de los institutos de referencia mundial en la erradicación de este virus, se muestra esperanzada en que esto sea una realidad. "Todavía necesitamos mucha más investigación" asegura en una charla con 20minutos con motivo del día mundial de la lucha contra el SIDA, que se celebró este 1 de diciembre. 

Los resultados en los que ella misma ha trabajado, en colaboración con la University College de Londres y publicados en la prestigiosa revista Nature, son totalmente prometedores. Existe una lista muy corta, de apenas 6 miembros, en los que la comunidad científica ha observado y probado que el virus ha remitido. Una hazaña que comenzó en 2008 con el denominado como 'Paciente de Berlín', la primera persona del mundo a la que se considera curada de VIH. En realidad solo a tres de estos seis se les considera totalmente curados, ya que los otros tres continúan, como afirma Salgado, en revisión. 

Pero las investigaciones arrojan nuevos caminos en un mundo en el que se calcula que hasta 47 millones de personas conviven con esta enfermedad. 'Paciente de Londres', 'Paciente de Düsseldorf','Paciente de Ginebra',.. así es cómo se conoce a los tres protagonistas con los que ha trabajado Salgado. A los dos primeros también se les considera curados y el tercero forma parte de los otros tres a los que la ciencia sigue todavía de cerca. 

¿Qué tienen en común estos seis casos excepcionales?En todos ellos la persona tenía una enfermedad hematológica y esto es muy importante remarcarlo, porque precisamente por esta enfermedad hematológica necesitaban un trasplante de células madre, algo que tiene una mortalidad y un riesgo bastante alto para hacerlo en personas que no lo necesitan. La particularidad además es que para ese trasplante se buscó a un donante que tuviera una mutación que existe en la población en muy baja proporción. Es una mutación que hace que el virus no pueda entrar en la célula y que se encuentra justo a la puerta de entrada de virus, lo llamamos un correceptor. Con el trasplante, las células del donante reemplazan a las células de la propia persona y, precisamente por esa mutación, si queda algún remanente del VIH en el paciente, este no es capaz de infectar a las células nuevas. 

¿Y esto se podría aplicar a más pacientes? El trasplante, como tal, es en realidad una estrategia con demasiado riesgo para usar en personas que son VIH positivas. Para ellos tenemos tratamientos ya de nueva generación que cada vez tienen menos efectos secundarios y son más estables en el tratamiento. Estas personas pueden vivir en perfecto estado y con un buen estado de salud durante mucho tiempo. Aun así, para nosotros esto es una puerta para obtener mucha información y diseñar nuevas estrategias. Esto abre la puerta, sobre todo, a la búsqueda de terapias génicas y nuevas estrategias que puedan ser menos peligrosas que los trasplantes. Las nuevas terapias génicas van encaminadas hacia esa mutación, hacia esa puerta de entrada, intentando romper ese gen en personas con VIH. Ya hay algunos estudios haciendo este tipo de trabajos. 

Usted participado en el proceso de remisión de tres de estos seis pacientes gracias a su investigación. ¿Cómo ha sido el proceso?El proceso ha sido bastante largo. Llevamos desde 2014 estudiando a personas que viven con VIH y hemos estado involucrados en el caso del paciente de Londres, el de Düsseldorf, y el de Ginebra. Nosotros trabajamos en el laboratorio, no con ellos directamente, pero he tenido la oportunidad de conocer a Adam Castillejos, paciente de Londres, y a Paul Edmon, el paciente de City of Hope. Fue una experiencia bastante gratificante como investigadora conoces el otro lado de la historia. Además, son personas que se han curado del VIH pero continúan tomando otro tipo de pastillas, por el trasplante o porque tienen otro tipo de complicaciones.

¿Y cómo fue ese encuentro con ellos?Fue muy interesante. Es muy importante conocer su historia porque realmente nosotros hablamos siempre de "pacientes" curados, pero hasta llegar ahí ellos han vivido la dureza de un diagnóstico de VIH.  En los dos casos fue hace ya bastantes años, en la época en la que los tratamientos antirretrovirales no estaban disponibles, especialmente Paul Edmons, al que se lo diagnosticaron en los años 80. Estuvo controlado durante muchos años, pero de pronto le llegó otro diagnóstico, el de una leucemia. Es algo muy duro para ellos porque de repente tienes un diagnóstico de otra enfermedad que puede amenazar otra vez tu vida. Ellos cuentan que curarse tanto de leucemia, como de VIH, es algo que no se creen, es como una nueva oportunidad de vivir.

¿Y en qué punto se encuentra ahora mismo la ciencia?  ¿Estamos cerca de esa vacuna?Me gustaría decirte que está a la vuelta de la esquina, pero todavía necesitamos mucha más investigación. Con el 'Paciente de Berlín' a nivel científico se abrió toda una línea de investigación nueva. Se están buscando nuevos fármacos que puedan erradicar el virus y se están ahora estudiando diferentes campos. Unos son los anticuerpos neutralizantes, otros las vacunas terapéuticas, que se dan ya a las personas infectadas pero para mejorar sus sistema inmune contra el virus. Hay también fármacos que intentan reactivar el virus para poder eliminarlo luego, o incluso fármacos que intentar dormir más el virus para que luego no se pueda reactivar. Hay toda una gran batería de fármacos y estrategias que están todavía en investigación. Cada vez vamos teniendo resultados más esperanzadores, pero todavía estamos trabajando en ello.  

¿Hay esperanza?Por supuesto. Desde que se han conocido estos casos toda la comunidad científica se ha volcado con la solución. Si se ha logrado en estos casos, la cura puede ser una realidad. Por supuesto que hay esperanza. Pero el fin conlleva varias partes: conlleva prevención, conlleva tratar a las personas que están infectadas y conlleva trabajar en la cura. Esta es la parte en la que tenemos que investigar más y la que es un poco más complicada. Tanto a nivel de prevención como de tratamientos se están haciendo grandes avances y nos queda terminar de rematar con conseguir algún fármaco que nos permita curar a todos los pacientes. 

"Hay toda una gran batería de fármacos y estrategias que están todavía en investigación. Cada vez vamos teniendo resultados más esperanzadores"

¿Por qué sigue siendo tan difícil conseguir una vacuna para el VIH después de tantos años?Es un proceso muy lento. La ciencia como tal es algo muy vocacional, a veces va dando pequeños pasos y a veces grandes pasos. Yo llevo más de 15 años trabajando específicamente en VIH y es complicado. Estamos ante un virus que se integra en el genoma de la persona que infecta y que se queda escondido. No expresa ningún tipo de señal de que está ahí escondido, con lo que esa es una de las mayores dificultades precisamente para llegar a conseguir una cura. Es un proceso lento, vamos haciendo pequeños avances y vamos cambiando incluso paradigmas que teníamos. A veces lo nuevo que aprendemos nos lleva a otro lado. Esto se ha visto mucho con la investigación en coronavirus, que a nivel mediático era confuso, se discute, se va avanzando... es el método científico.

La vacuna contra el coronavirus se consiguió, en cambio, en tiempo récord. ¿Por qué esta no? La comparación con el coronavirus puede ayudar bastante para entender las diferencias. El coronavirus infecta en el pulmón y el VIH infecta la sangre y a las células del sistema inmune. Una diferencia fundamental es que el coronavirus no se integra dentro del ADN de la persona, mientras que el VIH sí y elimina además nuestras defensas. El tratamiento antirretroviral puede reducir la multiplicación de estos virus, pero no puede eliminarlos, sino que se quedan ahí dormidos, dentro de las células. Lo que está costando a la comunidad científica es esto, conseguir eliminar esos virus que se quedan dormidos. La otra gran diferencia con el coronavirus es la capacidad de modificar que tiene el VIH, de hacer variantes. Esto lo hemos entendido muy bien con el coronavirus, vamos viendo variantes nuevas y tenemos que volver a vacunar contra esa nueva variante. Lo que ocurre con el VIH es que una misma persona puede tener más variantes de las que hay en el mundo de coronavirus. Es un virus con muchísima más variación y los anticuerpos que se generan contra ese virus no son suficientes para eliminarlo. 

¿Qué supone formar parte de algo tan extraordinario?Para mí este proceso ha sido todo un honor. Al final son muchos años de trabajo. Lo que tiene la ciencia es que todos los científicos tienen una automotivación impresionante y todos trabajamos mucho tiempo para conseguir ciertos resultados y ciertos avances en la ciencia. Cuando precisamente conoces a las personas que se han curado, o que han vivido un avance tan relevante, es muy motivador. Formar parte de este tipo de estudios que puedan dar algún tipo de esperanza es todo un honor, ver a esas personas, cómo han cambiado sus vidas, ver que la cura es posible... Para mí es una gran motivación para seguir trabajando en ello.  

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