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La rotura de un aneurisma cerebral, el accidente que provoca que Sharon Stone tenga discapacidad más de 20 años después

Sharon Stone de rojo en el evento 'Raising Our Voices'
Sharon Stone de rojo en el evento 'Raising Our Voices'
Getty Images
Sharon Stone de rojo en el evento 'Raising Our Voices'

En 2001, cuando tenía 43 años, Sharon Stone sufrió una icerebral. Estuvo muy grave y, según ha comentado ella misma, sólo tenía entre un 1 y un 5% de probabilidades de sobrevivir, pero logró salir adelante gracias a la intervención de los médicos y a un trabajo posterior de años de rehabilitación.

Aunque en un principio, la actriz aseguraba que se había recuperado sin secuelas por temor a que no le dieran trabajo, hace apenas un mes confesaba que el derrame le había dejado alguna a nivel motor y una afección convulsiva cerebral que le provoca una discapacidad y le impide llevar una vida del todo normal.

El caso de Sharon Stone no es excepcional, pues un 2-3% de la población convive con un aneurisma cerebral y se calcula que en España se producen cada año unos 4.700 casos de derrames cerebrales provocados por la rotura de un aneurisma.

Estas roturas provocan un accidente cerebrovascular grave que, además de tener un elevado riesgo de fallecimiento, en alrededor de la mitad de los casos dejan secuelas a largo plazo, tanto a nivel cognitivo como motor.

¿Qué es un aneurisma y por qué se produce?

Según datos del Grupo Español de Neurorradiología Intervencionista, entre un 2 y un 3% de la población tiene un aneurisma en el cerebro, un ensanchamiento o dilatación anormal de la pared de un vaso sanguíneo que se forma debido a un debilitamiento de la zona. Estos abultamientos pueden ser congénitos -que tenemos desde el nacimiento- o pueden aparecer a lo largo de la vida.

Hay trastornos -como el Síndrome de Ehlers-Danlos, la enfermedad de tipo renal poliquística o el estrechamiento aórtico- que están detrás de estas dilataciones, y se sabe que también influyen factores hereditarios. De hecho, Sharon Stone ha asegurado en alguna entrevista que tanto su madre como su abuela habían tenido derrames cerebrales antes que ella.

¿Cuándo y por qué se rompe y provoca una hemorragia?

La presencia de un aneurisma no implica que tengan que existir problemas de salud. De hecho, la mayoría de ellos no causan síntomas y los pacientes ni siquiera son conscientes de que los tienen. De hecho, es necesario hacer pruebas médicas, como resonancias, para localizarlos. Por este motivo, en caso de que existan antecedentes familiares, es recomendable hacerse revisiones anualmente para valorar el riesgo de rotura. Dependiendo del tipo y el tamaño del aneurisma, habrá más probabilidades o menos de que se rompa.

Aunque puede haber síntomas previos, en general, los aneurismas no provocan síntomas muy visibles hasta el momento de la ruptura. En un 40% de los casos, los días previos los pacientes pueden sentir dolor detrás del ojo, parálisis de algún nervio craneal, náuseas y vómitos… "Ya había tenido problemas antes, no me encontraba bien, pero la gente pensaba que eran cosas de una actriz famosa que quería llamar la atención", confesó Stone años después.

En el momento de la ruptura, los síntomas sí suelen ser contundentes: un intenso y repentino dolor de cabeza, pérdida de visión, convulsiones, desmayo, etc.

Aunque en muchos casos, la ruptura de un aneurisma no se puede prevenir, se sabe que el tabaquismo, la hipertensión o las drogas aumentan el riesgo de ruptura.

Cómo se tratan las rupturas de aneurismas

La intervención tras la ruptura de un aneurisma tiene que ser inmediata, pues provoca una hemorragia cerebral subaracnoidea que puede afectar a varias partes del cerebro.

Esta intervención urgente consiste en un clipaje quirúrgico, un procedimiento que cierra el aneurisma, y / o la reparación endovascular mediante un stent. Tras la operación, lo normal es que se suceda una larga estancia en el hospital en cuidados intensivos para atajar las posibles complicaciones que puedan surgir. En el caso Sharon Stone, la hemorragia duró nueve días y estuvo en coma varios días más.

Después de la fase aguda y el alta hospitalaria, comienza una carrera de fondo, mucho más larga, que es la de la rehabilitación, una fase en la que el objetivo es recuperar todas las funciones posibles, las que se hayan visto perdidas o afectadas debido a la hemorragia cerebral, y que pueden ser cognitivas o motoras y de mayor o menor gravedad, dependiendo de las zonas del cerebro afectadas. 

Así, tras esa fase aguda, los pacientes que hayan sufrido una hemorragia cerebral pueden presentar trastornos del habla, problemas para expresarse verbalmente, entender lo que le dicen (afasia) o pronunciar (disartria), parálisis, problemas de equilibrio, dolores, pérdida de visión, audición y sensibilidad… y un largo etcétera.

Sharon Stone estuvo los dos años siguientes a la hemorragia recuperando funciones básicas, como ella misma relataba "tuve pérdida de memoria a corto y a medio plazo, perdí parte del oído izquierdo, no sentía la pierna izquierda desde la cadera y hasta el pie… tuve que volver a aprender a andar, hablar, leer, escribir, fue casi como empezar de cero", recuerda. 

En este proceso, es vital la intervención de un equipo multidisciplinar de profesionales, que van desde médicos rehabilitadores, hasta fisios, logopedas, neuropsicólogos, terapeutas ocupacionales, etc.

Las secuelas que puede dejar la ruptura de un aneurisma a largo plazo

Alrededor de la mitad de las personas que superan una hemorragia cerebral podrán llevar una vida normal, prácticamente sin secuelas.

En estos casos, solo se recomienda revisiones frecuentes (en ocasiones vuelven a formarse aneurismas) y llevar un estilo de vida sano, evitando especialmente el consumo de drogas, tabaco y alcohol y tener controlada la presión arterial.

La otra mitad, en cambio, sí tendrá alguna secuela a largo plazo y algún grado de discapacidad a pesar de la rehabilitación. De hecho, las funciones que no se han recuperado después de 24 meses, se suelen estabilizar y se consideran crónicas y, aunque, con trabajo, siempre se puede mejorar, será un daño cerebral adquirido y permanente.

"Aún noto que algo no está del todo bien en mi lado izquierdo, no tengo la misma fuerza y no estoy al cien por cien por mucho ejercicio que haga"

Las secuelas a largo plazo y su gravedad dependen de muchos factores, como la zona del cerebro dañada, la edad del paciente, la rapidez con la que se actuó tras la hemorragia o si la persona entró en coma profundo tras el accidente. Aun así, las más frecuentes suelen ser cognitivas (problemas en el habla, en la memoria…) y motores, como pérdida de fuerza, problemas de equilibrio o de coordinación, entre otros.

En el caso de la actriz, reconoce que, aunque mejoró mucho, no ha logrado recuperarse del todo a nivel motor, "aún noto que algo no está del todo bien en mi lado izquierdo, no tengo la misma fuerza y no estoy al cien por cien por mucho ejercicio que haga", asegura.

Otra secuela habitual son las crisis convulsivas, que ocurren en alrededor del 20% de los casos. Esta es, precisamente, la secuela que más limitación provoca a Sharon Stone, un problema que desveló hace apenas un mes, "tengo una afección convulsiva cerebral que es muy grave y traté de ocultarlo durante muchos años porque quería regresar al negocio. Si tienes una discapacidad, eso realmente no funciona en mi industria, por eso durante mucho tiempo quise fingir que estaba bien".

Esta secuela, por ejemplo, limita mucho los papeles a los que puede acceder la actriz, pues no puede aceptar trabajos que le requieran un esfuerzo extra, "necesito ocho horas de sueño ininterrumpido para que mi medicación cerebral haga efecto y no tenga convulsiones, así que me por eso no me contratan mucho. Estas son las cosas con las que he estado lidiando durante los últimos 22 años, y ahora lo digo abiertamente", reconoce.

Necesito ocho horas de sueño ininterrumpido para que mi medicación cerebral haga efecto y no tenga convulsiones, así que me por eso no me contratan mucho

A la actriz, como a los miles de personas que se enfrentan cada año al daño cerebral adquirido, le ha costado asumir su discapacidad, los límites y retos que su nueva vida le ha ido poniendo por delante. Por eso, es muy importante que las personas se sientan acompañadas en todo este proceso. 

En este sentido, asociaciones de pacientes, en España agrupadas en FEDACE (Federación Española de Daño Cerebral), son fundamentales, pues ayudan al paciente y su familia no sólo a continuar su proceso de recuperación física y psicológica a base de terapia ocupacional o fisioterapia, sino que también en un proceso no menos importante, en el que volver a incluirse, a formar parte de una sociedad, a volver a vivir la vida a pesar del daño cerebral. 

La meta: volver a sentirse bien con uno mismo para llegar, como afirma ahora la actriz, dos décadas después, "a un punto en el que estoy bien con mi discapacidad, en el que realmente reconozco que soy suficiente".

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