La discapacidad que Sharon Stone ha tratado de ocultar durante años para seguir en la industria del cine

Los trastornos convulsivos son alteraciones periódicas de la actividad eléctrica cerebral que derivan en algún grado de disfunción cerebral transitoria. Existen dos tipos: epilépticas y no epilépticas.
Sharon Stone de rojo en el evento 'Raising Our Voices'
Sharon Stone de rojo en el evento 'Raising Our Voices'
Getty Images
Sharon Stone de rojo en el evento 'Raising Our Voices'

La protagonista de películas como 'Instinto Básico' o 'Casino', Sharon Stone ha confesado en una entrevista que sufre una afección convulsiva cerebral que es muy grave. "Traté de ocultarlo durante muchos años porque quería regresar al negocio. Y si tienes una discapacidad, eso realmente no funciona en mi industria. Y así me oculté en mi afección por muchos, muchos, muchos años. Y eso es lo que soy. Soy una mujer con una afección convulsiva cerebral", ha confesado la actriz estadounidense.

La que también fuera modelo, ha revelado que pintar le ha ayudado a calmar la ansiedad. "Estaba tan ansiosa... porque no iba a estar bien y no podían aceptarme. Y pude deshacerme de todo ese miedo y trauma de que no sería aceptada, no podría trabajar en mi comunidad. ¿Y sabes qué? Realmente no me querían de todos modos. No me iban a dejar volver a entrar y estoy de acuerdo con eso", ha detallado durante la charla. 

En septiembre de 2001, Sharon Stone sufrió una hemorragia cerebral subaracnoidea que provocó que la intérprete viviera una “experiencia cercana a la muerte”, unos instantes durante los que se vio rodeada de sus seres queridos ya fallecidos mientras caminaba hacia una luz brillante. A lo largo de los dos años siguientes, la intérprete tuvo que volver a aprender a andar, hablar y leer de nuevo, una experiencia sumamente complicada que a un mismo tiempo le ha permitido darse cuenta de que no debe temer a la muerte.

¿Qué es un trastorno convulsivo cerebral?

Según la definición dada por el Manual MSD, los trastornos convulsivos son alteraciones periódicas de la actividad eléctrica cerebral que derivan en algún grado de disfunción cerebral transitoria. Muchas personas tienen sensaciones raras justo antes del comienzo de una crisis convulsiva. Algunas convulsiones causan un temblor incontrolable y pérdida de la consciencia, pero lo a veces es que la persona afectada simplemente deje de moverse o de ser consciente de lo que está pasando. 

Justo en este sentido, existen dos tipos de convulsiones: 

  • Epilépticas: no tienen desencadenante aparente, es decir, no están provocadas, y ocurren dos o más veces. Una única convulsión no se considera epilepsia. Las convulsiones epilépticas se denominan epilepsia o crisis epilépticas. El origen de las crisis epilépticas es a menudo desconocido (llamada epilepsia idiopática). Pero pueden ser consecuencia de diversos trastornos cerebrales, como anomalías estructurales, accidentes cerebrovasculares o tumores. En estos casos se denomina epilepsia sintomática. La epilepsia sintomática es más frecuente entre recién nacidos y personas de edad avanzada.
  • No epilépticas: desencadenadas o provocadas por un trastorno reversible o un trastorno pasajero que irrita el cerebro, como una infección, un traumatismo craneoencefálico o una reacción ante un fármaco. En los niños, la fiebre puede desencadenar una crisis no epiléptica que se denomina convulsión febril.

¿Cómo se debe actuar ante las convulsiones epilépticas?

La epilepsia es un complejo trastorno neurológico relativamente común que se caracteriza por una serie de episodios o convulsiones, a menudo también llamados ataques epilépticos, desencadenados por un patrón de actividad anormal en el cerebro.

En estas crisis, la persona afectada puede llegar a perder la consciencia y el control de su propio cuerpo, por lo que si las presenciamos como observadores externos puede ser necesario intervenir para evitar que sufra daños. Sin embargo, es preciso saber concretamente cómo actuar para garantizar su seguridad y no causar un mayor daño.

Se considera que una crisis epiléptica constituye una emergencia cuando:

  • El episodio dura más de cinco minutos.
  • Se presenta un segundo episodio poco después del primero.
  • La persona afectada sufre una lesión durante la convulsión.
  • La convulsión aparece cuando la persona se encuentra en el agua.
  • La persona padece otra condición relevante como diabetes o enfermedad cardíaca, o está embarazada.

Primeros auxilios para todos los casos

Hay una serie de actuaciones que nos pueden servir para ayudar a cualquier persona que sufra una crisis epiléptica, al margen del tipo de la misma. Por ejemplo, es importante no dejar sola a la persona que está sufriendo una convulsión y asegurarse de que haya alguien junto a ella durante todo el episodio y algo después. Igualmente, conviene fijarse en si la persona lleva un brazalete médico u otra información que nos pueda dar datos sobre si nos encontramos ante una emergencia.

También es importante saber qué es lo que no debemos hacer en ningún caso, ya que son muchos los mitos que persisten sobre los ataques epilépticos y sobre cómo asistir a quienes los padecen. Así, debemos evitar en todo caso:

  • Tratar de sujetar a la persona o restringir su movimiento.
  • Colocar objetos en la boca de la persona. Existe la creencia de que quienes padecen cierto tipo de crisis epilépticas (las convulsiones tonicoclónicas generalizadas, que a menudo es la imagen que las personas tienen en la cabeza de esta enfermedad) se pueden tragar su lengua, pero esto no es cierto. En cambio, introducir objetos en su boca puede causar lesiones en los dientes o la mandíbula.
  • Intentar proporcionar respiración boca a boca a la persona afectada.
  • Ofrecer agua o alimentos antes de que esté completamente recuperada

Cuando la convulsión pase antes de los cinco minutos, deberemos ayudar al afectado a sentarse en un lugar seguro y tranquilo y tratar de explicarle lo sucedido con un lenguaje sencillo y un tono de voz calmado. De la misma forma, puede ser necesario tranquilizar a otras personas que estén presentes para evitar que actúen de manera errónea. Por último, es aconsejable asegurarse de que la persona queda acompañada para su regreso a casa, ofreciéndonos a llamar a un taxi o a otra persona.

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