El PSOE relega el acuerdo con Sumar hasta que pase la investidura de Feijóo

Pedro Sánchez y Yolanda Díaz conversan en el Congreso de los Diputados mientras asisten a la votación de la mesa y el acatamiento de la Constitución.
Pedro Sánchez y Yolanda Díaz conversan en el Congreso de los Diputados mientras asisten a la votación de la mesa y el acatamiento de la Constitución.
EFE/ Juan Carlos Hidalgo
Pedro Sánchez y Yolanda Díaz conversan en el Congreso de los Diputados mientras asisten a la votación de la mesa y el acatamiento de la Constitución.

Pedro Sánchez es un político que acostumbra a tomar decisiones de calado en la propia noche electoral. Lo hizo el 28 de mayo de este año, cuando decidió adelantar las elecciones generales para "clarificar" el rumbo que querían los españoles tras sufrir el PSOE un duro varapalo en las autonómicas y las municipales. No era novedad. Después de conocer los resultados de los comicios del 10 de noviembre de 2019 -los de la repetición electoral-, tomó la decisión de aceptar el órdago de Unidas Podemos, con quien cerró lo que entonces era una coalición inédita. 

No obstante, nada queda ya de esa prisa con la que aceptó la propuesta de Pablo Iglesias, ya fuera de la política institucional. Pese a que se da por hecha la coalición con Sumar, la amalgama de partidos donde se diluyeron los morados y diversas formaciones a la izquierda del PSOE, los socialistas no parecen apurados por hablar de contenidos o de puestos. La máxima es clara y pasa, primero, por dejar que Alberto Núñez Feijóo, presidente del PP, fracase en la sesión de investidura que celebrará en apenas diez días. "Es el tiempo de Feijóo", repiten sin cesar diferentes cargos socialistas, que niegan a hablar del después.

"Estamos en lo previo, en el tiempo de Feijóo", respondió, tirando de argumentario, Patxi López, portavoz socialista en el Congreso, el pasado miércoles. Al ser preguntado sobre la exigencia de Podemos de tener un ministerio en la futura coalición, advirtió de que "no contaran con el PSOE" para hablar de "puestos". "Cuando haya gobierno se hablará de ministerios y de quién tiene cada una de las responsabilidades", añadió.

La vicesecretaria general del PSOE, María Jesús Montero, también puso pie en pared el lunes. Ante las prisas de Sumar, recordó que quien tiene "el encargo de la ciudadanía para formar gobierno" es su partido, como fuerza de izquierda más votada. Eso sí, la también ministra de Hacienda en funciones aseguró que han trasladado "desde el primer día" su "entendimiento" y les dio "libertad". "Están en la línea de ayudar y colaborar", apuntó sin dar más detalles ni aclarar cuándo se sentarán con ellos a negociar. "No hemos empezado, pero el acuerdo con ellos es lo más fácil", apuntan fuentes del Gobierno, pese a que sí hayan comenzado a pasarse papeles, como si de una negociación previa se tratase.

En Sumar, no obstante, la calma con la que el PSOE está tomándose las negociaciones está comenzando a generar nerviosismo. Fuentes de la formación explican que la sensación que impera en la coalición es que los socialistas quieren finiquitar primero la negociación con Junts y, solo entonces, centrarse en desarrollar un programa de gobierno con Sumar. Otras fuentes de la alianza hacen esta misma lectura, pero resaltan que el peligro de esa estrategia es que Yolanda Díaz tendría mucho menos margen para negociar con el PSOE si su apoyo es el último que resta para aunar una mayoría suficiente para la investidura de Pedro Sánchez, puesto que la presión para cerrar las negociaciones sería mucho mayor.

Por ahora, según fuentes conocedoras del contenido de las conversaciones entre PSOE y Sumar, ambas formaciones únicamente se han intercambiado varios documentos de propuestas sin alcanzar ningún acuerdo relevante. Un dirigente de la coalición liderada por Díaz explica que estos intercambios han sido poco más que exploratorios, y asegura que los socialistas se están resistiendo a ceder ante muchas de las propuestas de Sumar, algo que en la formación interpretan como una muestra de que el PSOE quiere que la próxima legislatura sea mucho menos profusa legislativamente que la anterior.

Ninguna de las fuentes consultadas quiere detallar los asuntos concretos que Sumar ha puesto sobre la mesa de negociación, si bien durante la campaña electoral Díaz y los suyos se centraron en varias de las propuestas estrella de su programa: la reducción progresiva de la jornada laboral hasta las 32 horas en los próximos años, la limitación de los precios de algunos productos de primera necesidad como el aceite de oliva o el fomento del parque de vivienda pública. Eso sí: el pasado jueves, la portavoz parlamentaria de Sumar, Marta Lois, insistió en que el programa de gobierno debe ser "ambicioso" y con "una fuerte agenda social y una fuerte agenda territorial".

El fantasma de la repetición

Lo que nadie pasa por alto, eso sí, es que la negociación para que haya un gobierno "progresista" no será sencilla. No solo tienen que ponerse de acuerdo PSOE y Sumar, sino que también tienen que convencer a la llamada 'mayoría de la investidura'. Es decir, EH Bildu, PNV y BNG, además de ERC. Asimismo, es necesario el voto afirmativo de Junts o, en caso de que consigan atraer al a Coalición Canaria, su abstención. No creen fuentes de Moncloa que los de Carles Puigdemont, expresident de la Generalitat fugado de la Justicia, rebaje las exigencias pese a que no tenga que votar que sí necesariamente. Y esas exigencias pasan primero por una amnistía sobre la que el PSOE no se ha pronunciado.

Sí lo hizo, en contra, antes de las elecciones generales del 23 de julio. Pero ahora todo ha cambiado y los socialistas parecen dispuestos a llegar a un acuerdo. Eso sí, con Junts en máximos -pidiendo la amnistía antes incluso de permitir la investidura-, en esta última semana diferentes ministros han vuelto a azuzar el fantasma de la repetición electoral, que sería un cara o cruz. 

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