5.200. Es el número de especies animales que se calcula que se encuentran actualmente en peligro de extinción en el mundo según la última Lista Roja de Especies Amenazadas que elabora la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN), la organización encargada de elaborar el inventario más completo sobre la conservación de animales y plantas a nivel mundial.
Y todas ellas se enfrentan a una amenaza común: el cambio climático, un problema que va mucho más allá del aumento de las temperaturas y que también se manifiesta en fenómenos meteorológicos extremos, subida del nivel del mar, desertización de las regiones, aumento de las sequías, calentamiento del agua, etc. Unas consecuencias que amenazan la biodiversidad de los ecosistemas y por las que muchos ejemplares están viendo reducidas sus poblaciones o propiciando cambios en sus características más básicas.
Oso polar, el gran representante
Protagonista de muchas campañas contra el cambio climático, el oso polar es el animal estrella de la lucha contra este dilema. A todos nos viene a la cabeza la imagen de un ejemplar de esta especie sobre un pequeño bloque de hielo que se derrite. Es la representación perfecta de cómo está afectando el calentamiento global a un animal que vive en el Ártico y cuya existencia depende por completo del hielo marino para que pueda cazar focas, su principal fuente de alimento.
Y el deshielo actual se ha convertido precisamente en uno de sus mayores problemas, con lo que este animal se ve obligado a pasar más tiempo en tierra y a cambiar por tanto sus áreas de distribución. Según explica a 20minutos David Vieites, investigador científico del CSIC, "este animal se está quedando sin hábitat, empieza a estar sofocado por el aumento de las temperaturas y se está yendo hacia zonas de costa".
Pero, como a muchas otras especies animales, el cambio climático no solo afecta al lugar en el que vive, sino que también incide gravemente en su forma de alimentarse. "También está cambiando su dieta, antes comía focas y ahora está comiendo otras cosas. Se están muriendo de hambre, así que se están reduciendo sus poblaciones", señala Vieites.
Así lo aseguran también las estimaciones recientes del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), que actualmente calcula que solo quedan en el mundo entre 22.000 y 30.000 ejemplares de esta especie animal, que se distribuye por Groenlandia, Canadá, Alaska (EEUU), Rusia y algunas zonas de Noruega.
Lejos quedan las cifras de osos polares de hace años. Según el último recuento oficial del Gobierno canadiense, publicado en enero de 2023, la población del oso polar en la Bahía de Hudson era tan solo de 618 ejemplares en 2021, lo que supone un descenso del 27% en los últimos cinco años y de un 50% desde la década de 1980.
Y sus expectativas de cara al futuro no son tampoco nada alentadoras. De hecho, un estudio publicado en la revista Nature en 2021 ya pronosticaba que el oso polar es una especie que desaparecerá por completo en el año 2100 si no se llevan ya a cabo medidas concretas, entre ellas la reducción de gases de efecto invernadero.
193 especies en peligro en España
España tampoco se libra de la extinción de varias de sus especies. Según la IUCN, en nuestro país existen un total de 193 especies en peligro crítico de extinción, sumadas a las 418 que se encuentran en un riesgo más moderado y a las 498 que se encuentran en un estado "vulnerable", es decir, susceptibles de serlo.
Lince ibérico, cigüeña negra, oso pardo, águila imperial… nuestro país también cuenta con varios ejemplares en peligro que, como el oso polar, han sido protagonistas absolutos de esta lucha. Pero hay muchísimas más especies, desconocidas para muchos, que también están abocadas a la extinción. Entre ellas, por ejemplo, se encuentra el urogallo, una especie de gallina que vive en las zonas de montaña de la Península de la que se calcula que solo quedan 3.500 ejemplares en todo el país, estando en especial peligro en la Cordillera Cantábrica.
Así lo certifica también un informe del Consejo de Administración Forestal (FSC), SEO/BirdLife y la Fundación Biodiversidad, que indica que esta ave se encuentra en peligro desde 2018 tras haber sufrido una disminución del 45% de su población en los últimos 20 años.
Como muchos, su principal amenaza es el cambio de temperaturas que afecta a España: "Cuando el clima era más frío vivía muy bien, ahora que es más cálido está desapareciendo", explica el investigador del CSIC.
Lo mismo ocurre con la perdiz nival, un ave adaptada al frío extremo y que en España se desarrolla únicamente en los Pirineos porque ya se extinguió de la Cordillera Cantábrica en el siglo XX. "Ahora no se dan sus características y está también desapareciendo", asegura Vieites.
De ella, se estima que exista una población aproximada entre 1.450 y 4.500 parejas, que se están reduciendo poco a poco. La bajada de temperaturas afecta gravemente a una de sus características principales, su plumaje, que cambia hasta tres veces a lo largo del año para camuflarse. Como cada vez tiene menos nieve a su alrededor durante el invierno, su plumaje blanco se ve debilitado y se convierte en una presa más fácil para sus depredadores.
Otras causas de la extinción
Aunque el cambio de las temperaturas sea un factor determinante en la extinción animal, no es tampoco el único. Para Jorge Lobo, también investigador científico del CSIC, cuya labor de trabajo se centra en la biogeografía y el cambio global, hay también otros dos actores importantes en este problema: la 'muerte silenciosa', es decir la contaminación química, y el crecimiento poblacional en el mundo. "Hay tres agentes que actúan y a veces lo hacen sinérgicamente. Cuando se juntan las tres cosas, el efecto es todavía peor", asegura el experto.
El trabajo de Lobo se ha centrado, sobre todo, en los insectos, para los que aclara que, aunque los investigadores carezcan de datos de largo recorrido, sí que han podido determinar que ha habido una reducción "en la masa, en la cantidad" de lo que observan, lo cuál, "significa el primer paso para la extinción".
"Hay una reducción del 30% de las especies y una reducción del 60% de las abundancias, es decir, el número de ejemplares en los muestreos que se van haciendo de cada 100 individuos", comenta.
Un problema que también se está notando en la Península Ibérica, que cuenta con alrededor de 55.000 especies de insectos, según aclara Lobo. "No hay unos estudios homogéneos que permitan cuantificar cuántos especímenes han desaparecido pero cuando hemos hecho un esfuerzo por elegir unas especies exactas, encontramos que están bajo mínimos. Una de cada 3 especies que antes podías encontrar, ahora ya no la encuentras; o sus poblaciones están bajo mínimos, o han desaparecido".
"Nada que ver con lo que hay ahora"
Y esto incluye a insectos tan comunes como los abejorros, escarabajos, las mariposas, o los saltamontes. "La cantidad que había antes no tiene nada que ver con lo que hay ahora", explica el científico. "Si preguntas a cualquier persona que viva en el campo, estoy convencido que todos van a decir que ahora no se encuentran todos los bichos que veían antes, los que se quedaban pegados en los cristales, que entraban en las casas, que iban a los huertos...", señala.
Para Lobo, la solución pasa por entender que todo se debe a la superpoblación y a la acción humana: "El planeta tiene recursos finitos y hemos llegado ya a contaminar todos los lugares, incluso en el mar, que mucha gente pensaba que no lo íbamos a contaminar, hay ya restos de plástico en el punto más hondo de la Fosa de las Marianas".
"Un mundo desmesurado por una economía desmesurada", afirma el experto, quién asegura que ahora somos el "mayor agente modelador geológico del planeta". "La única solución si no queremos evitar un colapso futuro es decrecer. Hay que parar este crecimiento y apostar por la vida y no por el mercado", concluye Lobo.
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