Reproducción asistida: ¿aumenta el riesgo de cáncer infantil?

Embriones humanos obtenidos por técnicas de reproducción asistida.
Embriones humanos obtenidos por técnicas de reproducción asistida.
ZEISS Microscopy / Flickr / Creative Commons
Embriones humanos obtenidos por técnicas de reproducción asistida.

Hablábamos ayer sobre el riesgo de defectos congénitos en los bebés nacidos por técnicas de reproducción asistida (TRA) como la fertilización in vitro (FIV) o la inyección intracitoplásmica de espermatozoides (ICSI). Pero hay una segunda pregunta que tal vez también pueda inquietar a algunas de las personas que se someten a TRA y hayan hecho alguna búsqueda en internet: ¿es posible que las TRA aumenten el riesgo de cáncer infantil?

Hay dos razones para considerar esta posibilidad. Primera y como veíamos ayer, en general los estudios tienden a asignar un mayor riesgo de defectos congénitos a los bebés nacidos con TRA que a los procedentes de embarazos espontáneos. Como vimos, el aumento de riesgo sigue traduciéndose en un riesgo absoluto muy bajo y minoritario, y no está claro si se debe realmente a las TRA o a otros factores de las personas y parejas que recurren a estas técnicas. Pero siempre que hay alteraciones genéticas, existe un riesgo potencial de cáncer.

Una segunda razón es la epigenética. Así se llama la ciencia que estudia la aparición de ciertas marcas o modificaciones químicas en el ADN que no alteran la secuencia del genoma, pero que sí pueden cambiar el funcionamiento de los genes. Estas marcas epigenéticas —literalmente, “sobre los genes”— aparecen en muchos casos como consecuencia natural del desarrollo, pero también pueden surgir como consecuencia de factores ambientales, como por ejemplo la dieta, la exposición a contaminantes, etcétera. Si estas marcas están presentes en los genes de los gametos (espermatozoides y óvulos), pueden transmitirse a la descendencia. Y existe una clara influencia de la epigenética en el cáncer. En el caso que nos ocupa, no es descartable que los procesos de las TRA induzcan la aparición de modificaciones epigenéticas.

Un riesgo absoluto bajo

Y sabido esto, ¿qué dicen los estudios? En este caso el historial de investigaciones es menor que en el de los defectos congénitos asociados a las TRA, pero en los últimos años algunos estudios han encontrado un cierto aumento del riesgo. En 2010 un estudio sueco sobre casi 27.000 niños concebidos con TRA encontraba un 40% más de riesgo de cáncer que en el grupo de control. El cáncer más frecuente fue la leucemia linfoblástica aguda, típica de la infancia y que actualmente se cura en el 90% de los casos en niños.

Factores como la edad de la madre, embarazos anteriores o baja fertilidad no se asocian con un aumento del cáncer infantil en la reproducción asistida

En este estudio, los investigadores trataron de afinar la correlación con posibles factores de la madre: no observaron un aumento de los cánceres relacionado con la edad maternal, el número de embarazos o abortos anteriores, la subfertilidad u otros factores de salud como obesidad o tabaquismo; en cambio, sí con un alto peso al nacer, el parto prematuro, la falta de oxígeno al nacer o una baja puntuación en el test de Apgar, que evalúa la salud de los recién nacidos. Pero al igual que decíamos ayer, es importante destacar que el aumento de riesgo sigue resultando en un riesgo absoluto muy bajo. El estudio encontró 53 casos de cáncer entre los casi 27.000 niños, frente a 38 en el grupo de control.

Entre los estudios que sí han encontrado un posible aumento del riesgo se encuentra uno muy amplio sobre 2,3 millones de niños nacidos en Taiwán de 2004 a 2017. Los autores encontraron un aumento del riesgo de algo más de un 50% en los niños concebidos con TRA, siendo más frecuentes las leucemias y los tumores hepáticos. Pero también observaron un aumento del 40% del riesgo en los niños concebidos de forma natural cuando hay problemas de fertilidad en la pareja. Y sin embargo, no vieron relación con la prematuridad o el peso al nacer. Pero una vez más, el riesgo total es bajo: se registraron 1.880 casos de cáncer entre más de 2,3 millones de niños.

Datos discrepantes

Curiosamente, en este estudio el aumento de riesgo se observó en los embriones frescos, pero no en los congelados. Lo cual es justo lo contrario de lo descubierto en otro estudio de 2022 en Escandinavia, sobre casi 8 millones de niños. Pero las discrepancias entre los datos publicados no acaban aquí: un estudio de 2013 sobre todos los niños nacidos en Reino Unido entre 1992 y 2008 no encontró un mayor riesgo de cáncer en los concebidos con TRA, salvo en el caso particular de dos tipos de cánceres muy minoritarios entre la población estudiada, hepatoblastoma (6 casos entre más de 100.000 niños) y rabdomiosarcoma (10 casos). En concreto, el riesgo de hepatoblastoma se ha asociado con un bajo peso al nacer, algo visto también en otros estudios.

Tampoco otro gran estudio de 2019 en Países Bajos ni otro del mismo año en EEUU observaron un aumento significativo del riesgo de cáncer en los niños procedentes de TRA, salvo para el caso citado de los tumores hepáticos que se asocia sobre todo al bajo peso al nacer.

En resumen, ¿sí? ¿No? ¿Mayor riesgo en embriones frescos? ¿Congelados? ¿En bebés con poco peso? ¿Con mucho? Si en algo coinciden todos los estudios es en el llamamiento a que las investigaciones deben continuar. Pero algo puede extraerse de todo ello: si en diversos estudios muy amplios no se ha encontrado un efecto claro, grande y significativo, podemos confiar en que las TRA son generalmente seguras, siempre que quienes recurren a ellas estén informados de que ninguna técnica médica puede garantizar una total ausencia de riesgos. 

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