• Ofrecido por:
Claudia Tecglen Psicóloga, emprendedora social y conferenciante
OPINIÓN

¿Cómo vivir feliz cuando convives con una discapacidad?

Una joven con síndrome de Down.
Una joven con síndrome de Down.
Getty Images
Una joven con síndrome de Down.

La discapacidad es una situación impuesta por la vida que, en la mayoría de ocasiones, limita nuestro día a día. En mi caso, por ejemplo, me impide desplazarme con facilidad, ducharme en baño sin adaptar, me provoca dolor e insomnio crónico y un largo etcétera de circunstancias que sin duda facilitan que una persona pierda la sonrisa.

Pero, ¿tener una discapacidad o convivir directamente con ella en el núcleo familiar nos impide ser feliz? La respuesta es "depende". Depende de varios factores y el primero es tu afrontamiento, es decir, tu actitud ante la discapacidad. En la Escuela Convives decimos siempre que la felicidad es una actitud que también se aprende. Y, en más de un 90% de los casos, realmente he comprobado que la actitud marca la diferencia. Pero no vamos a ser hipócritas, no todo es actitud. Sin embargo, sí vamos a ser inteligentes, centrándonos en aquello que sí podemos gestionar, justamente la actitud. En esta vida casi todo son estrategias; veamos a continuación las que científicamente funcionan para ser felices.

La felicidad es una actitud que también se aprende

Las personas somos seres sociales. Nuestra felicidad depende en gran parte de las relaciones que tengamos. Es importante establecer relaciones auténticas, genuinas, donde nos sintamos queridos y valorados. Debemos poner mucho foco, porque no nos puede valer cualquiera

Lo sé, la discapacidad y el aislamiento suele ser una combinación común, ¿cómo combatirla?. Primero, entendiendo que ante todo eres persona y como tal tienes el derecho y debes participar en sociedad. De otro modo, la sociedad está perdiendo ese tesoro único que eres tú. Si realmente te haces consciente de lo valioso que eres, no te dará vergüenza reivindicar tus derechos o pedir ayuda. Recuerda, si te quedas en casa todos salimos perdiendo.

Men sana in corpore sano. Tu cuerpo, tenga más o menos limitaciones, merece ser cuidado; somos más felices en la medida que nos sentimos más sanos y viceversa. Duerme bien, que el sueño es el pilar del bien estar;  come bien, el estómago es literalmente nuestro segundo cerebro y haz deporte"Con discapacidad no puedo hacer deporte", me dicen varios de mis clientes en psicología. ¿Cómo? Os sorprendería saber la variedad de deporte adaptado que existe. Así que, definitivamente, tener discapacidad hoy en día no impide ejercitarse. ¿Qué logras con el deporte? Generar endorfinas, felicidad. Si es deporte en grupo se desarrolla un sentimiento de pertenencia, se incrementan y mejoran tus habilidades sociales, tienes nuevas metas y volvemos al principio: te mantienes sano. En mi opinión, son motivos más que suficientes. Si quieres descubrir cómo si se puede hacer deporte con una discapacidad te invito a que conozcas al equipo de la Fundación Segunda Parte, a mí me ha dejado alucinada su labor con personas con daño cerebral.

Busca momentos de desconexión. Todos necesitamos rascarnos la barriga de vez en cuando. Descansar es sumamente necesario, uno de los mayores enemigos de la felicidad es el estrés.

Cambia rutinas, aunque sean solo pequeños gestos. La novedad es necesaria para no caer en la monotonía y el aburrimiento. "Pero si tengo una gran discapacidad, ¿cómo voy a cambiar rutinas?", dirán muchos. Eso que se le pregunten a mi amiga Vanessa que no para de hacer cosas nuevas. Y es que el cambio puede ir desde apuntarte a un grupo nuevo a escuchar otro tipo de música. Al final, todo son estímulos novedosos para nuestro cerebro y poco a poco sentimos que no todos los días son iguales.

Las personas con discapacidad y nuestras familias sufrimos a menudo lo que se denomina el estigma internalizado, es decir, creernos que somos la idea de una tradición cultural errónea que nos considera o superhéroes o pobrecitos, y no somos ni una cosa ni la otra. Somos personas a las que nos ha tocado convivir con una situación impuesta: la discapacidad. Por este motivo es importante que trabajes tu autoconcepto, tu autoestima. Quiérete bien, desgraciadamente es una asignatura pendiente para muchas personas, tengamos o no una discapacidad. A lo mejor esta guía te es de utilidad: Guía práctica de la Autoestima.

Una tradición cultural errónea nos considera o superhéroes o pobrecitos, y no somos ni una cosa ni la otra

El refrán dice que es de bien nacido ser agradecido. En opinión de las investigaciones, también es de personas felices. Cuando agradeces, combates a nuestra torturadora particular, como llamo yo a la mente. ¿Cuántas veces te fustigas por aquello que te falta? ¿Y si le damos la vuelta a la tortilla y recordamos todo aquello que sí nos hace sentir afortunados?

Al final, si te paras a pensar, la vida es como una aventura en la que a algunas personas les tocan caminos con más obstáculos que otros. La discapacidad es un gran obstáculo, pero no puede ni debe impedirte recorrer tu camino. Recuerda: tú eres más grande que tu discapacidad; no estás solo pide ayuda; vive la vida a tu manera e involúcrate en proyectos que te hagan felices. Es esencial encontrar nuestra brújula, nuestro propósito vital; pasar del "¿por qué yo?" al "¿para qué yo?"; de víctima de las circunstancias a escultor de nuestra propia vida.

Para terminar este artículo dirigido a ti, tengas o convivas con una discapacidad (todos lo hacemos), quiero invitarte a un evento muy especial para encontrar la felicidad el 24 de abril a las 18:30 en el canal de Youtube en Convives con Espasticidad. 

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