Estanflación, deflactación, topar... y otros 'palabros' económicos que marcaron 2022

Deflactación, estanflación, fijo-discontinuo, euríbor... son algunas de las palabras que han marcado este 2022.
Deflactación, estanflación, fijo-discontinuo, euríbor... son algunas de las palabras que han marcado este 2022.
20minutos
Deflactación, estanflación, fijo-discontinuo, euríbor... son algunas de las palabras que han marcado este 2022.

Probablemente, este 2022 que ahora encara sus últimos días ha sido el año en el que más se ha hablado de temas económicos desde los tiempos de la gran recesión de 2008. Aunque la pandemia barrió como un seísmo la economía española en 2020 -el PIB se hundió como nunca antes en tiempos de paz-, el virus y, después, su vacuna fueron los protagonistas indiscutibles de la actualidad los dos años anteriores. Pero la invasión rusa de Ucrania y el shock que ha causado han devuelto los temas económicos a la primera línea de la actualidad. 

En el año que ahora concluye, han aparecido en las conversaciones de barra de bar conceptos que llevaban años guardando polvo en los manuales de macroeconomía. Que se discutían en foros especializados o que, sencillamente, teníamos olvidados. Tanto es así que vocablos como inflación, topar, gasoducto o criptomoneda se han colado en la lista de las doce candidatas a ser la palabra del año para la Fundéu. Se ha hablado mucho de impuestos, de empleo, de pensiones, de energía y de hipotecas. Pero, sin duda, el protagonista indiscutible ha sido la inflación.

Inflación, estanflación, deflactación, devaluación...

Uno de cada tres españoles no había visto nunca subir los precios tan rápido como ha ocurrido este 2022. En promedio, la inflación ha sido aproximadamente un 8,5% más elevada que el año pasado, un alza de precios sin precedentes desde 1986 que se ha combinado en los últimos meses con una economía estancada.

Esta combinación de alta inflación y escaso crecimiento ha devuelto a la palestra un viejo concepto muy popular en los años 70 del siglo pasado: la estanflación. Una situación económica compleja en la que el remedio tradicional para salir de una crisis -bajar los tipos de interés para estimular la economía- no sirve porque empeora la inflación. 

La elevada inflación ha recuperado también un debate que hasta hace unos meses se limitaba a los círculos más especializados. ¿Hay que deflactar el IRPF? O, dicho de otra manera, ¿hay que actualizar los tramos de este impuesto (no se tocan desde 2006) para que reflejen la situación actual de los precios? El Partido Popular y el PSOE valenciano creen que sí y han deflactado el tramo autonómico de este tributo en las comunidades en que gobiernan. 

Una decisión que, sumada a la de suprimir en la práctica el impuesto al patrimonio en las comunidades populares desató una batalla fiscal entre Gobierno y PP. El Ejecutivo ha tratado de evitar la maniobra de las baronías del PP creando un nuevo impuesto "de solidaridad" a las grandes fortunas. Un tributo cuyo diseño es prácticamente calcado a patrimonio, pero en el que la recaudación iría a parar a las arcas del Estado central. 

La crisis de precios va camino también de producir la mayor devaluación de los salarios de los españoles en los últimos 40 años. Y para que el reparto de los costes de la crisis provocada por la invasión de Ucrania sea más justo, el Banco de España se ha pasado todo el año intentando promover, infructuosamente, un pacto de rentas que incluya a trabajadores, empresarios, pensionistas y al sector público. Las negociaciones que ha tenido el Ejecutivo con los agentes sociales en ese sentido no han reportado ningún avance.

Toparlo todo, excepciones ibéricas y beneficios que caen del cielo

Poco después de que las tropas de Putin entraran en Ucrania, la palabra "topar" se convirtió en un mantra en las intervenciones públicas de los ministros. Especialmente en las de la ministra de Economía, Nadia Calviño, y la de Transición Ecológica, Teresa Ribera. Había que topar los precios de la energía como fuera. Y aunque costó, se consiguió. En junio empezaba a funcionar la excepción ibérica para evitar que los disparatados precios del gas siguieran arrastrando tras de sí los de la luz.

Topar, también en la UE

  • El último y definitivo intento en la UE para que el precio del gas no vuelva a dispararse como ocurrió el verano pasado es topar los precios. El 19 de diciembre y tras meses de negociaciones, los ministros de Energía acordaron un mecanismo de corrección de precios que entrará en vigor el 15 de febrero. A partir de ese día, si el precio del gas referenciado al índice europeo TTF alcanza los 180 euros MWh durante tres días seguidos y hay una diferencia de más de 35 euros con respecto al precio medio en otros mercados internacionales -con lo que se constataría que el incremento solo es en Europa- los operadores no comprarán gas a un precio superior.

La crisis energética también ha puesto de relieve un concepto muy extendido en los foros empresariales, pero no entre el gran público: los beneficios caídos del cielo. Una expresión que se aplica a cualquier beneficio empresarial que llega por circunstancias inesperadas y por causas externas a la empresa. En España (y en todo el mundo) el debate se ha centrado en las ganancias de las grandes empresas energéticas y, en menor medida, de los bancos tras las subidas de tipos de interés. Con el pretexto de los beneficios caídos del cielo, el Gobierno ha introducido dos nuevos impuestos a las grandes firmas energéticas y bancarias españolas.

La excepción ibérica

  • La conocida como 'excepción ibérica' es un mecanismo por el que España y Portugal limitan el precio del gas que se emplea para generar electricidad. Aunque en realidad es un tope al resto de tecnologías que se utilizan para ello - eólica, fotovoltaica o nuclear, por ejemplo-. Ninguna de ellas puede cobrar el megavatio/hora a más de 40 euros, de modo que se rompe el modelo marginalista que funciona en el sistema eléctrico europeo, según el cual el precio de la última tecnología a la que se recurre para completar la demanda eléctrica de cada día -la más cara, el gas- es el que marca el precio de todas las demás. Con la ‘excecpión ibérica’ esto ya no es así y se fija un tope que empezó en 40 euros Mwh, que es suficiente para cubrir el coste, más barato, de todas las tecnologías que no son el gas. El gas sí se paga a su precio real de mercado, por medio de una compensación, un ajuste, a las compañías que generan electricidad con él y que se reparte entre los consumidores. 

Euríbor, tipos fijos y fijos discontinuos

La fuerte inflación ha devuelto a la palestra de la actualidad el tan denostado oficio del banquero central. Aunque con retraso (para algunos), el Banco Central Europeo (BCE), ha acometido, desde julio, la subida de los tipos de interés más rápida de la historia del euro. El alza de tipos ha encarecido los costes de todo tipo de préstamos, pero el protagonismo se lo están llevando las hipotecas. 

El euríbor se ha disparado a su mayor nivel desde el pinchazo de la burbuja inmobiliaria y llegará a encarecer la cuota de las hipotecas más nuevas hasta un 50% en comparación con el año pasado. La subida de los tipos de interés ha provocado también que prácticamente hayan desaparecido de la oferta de los bancos las hipotecas a tipo fijo, muy frecuentes en los últimos años.

Este año también ha sido testigo del primer año de vida de la reforma laboral, una de las leyes estrella de la coalición en el Gobierno. El cambio en la ley laboral ha conseguido reducir la temporalidad en la contratación a mínimos históricos y ha generado también cierta polémica sobre los datos del paro. El motivo son las dudas sobre cómo se contabiliza a los trabajadores fijos discontinuos, un tipo de contrato indefinido llamado a sustituir a buena parte de los contratos temporales anteriores a la reforma y que se ha multiplicado por trece en comparación con el año pasado.

Sin recesión (al menos por ahora)

Y, finalmente, uno de los protagonistas del año (aunque en este caso por incomparecencia) ha sido la recesión. Una contracción que parecía casi segura en agosto, pero que finalmente la economía española ha logrado esquivar con un leve crecimiento del 0,1% en el tercer trimestre. Lo que no quita que el riesgo siga ahí para 2023, un año en el que la mayoría de analistas pronostican que la economía avanzará poco más de un 1%.

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