Reforma laboral, año uno: récord de indefinidos, polémicas con el paro y muchas incógnitas por resolver aún

  • La nueva norma ha disparado la contratación indefinida. Especialmente entre jóvenes y profesiones estacionales.
  • Los expertos ven señales positivas, pero son prudentes. "Hay que esperar para ver los efectos reales en la vida de la gente".
Yolanda Díaz, ministra de Trabajo y Economía Social, en rueda de prensa
Yolanda Díaz, ministra de Trabajo y Economía Social, en rueda de prensa
EP
Yolanda Díaz, ministra de Trabajo y Economía Social, en rueda de prensa

Es la niña mimada del Gobierno, el gran aval político de Yolanda Díaz. Ha recibido alabanzas en las grandes capitales de la ortodoxia económica: Bruselas (UE), Washington (FMI) o París (OCDE) la avalan. La oposición cree que "maquilla" las cifras del paro y nació de un proceso poco común en estos tiempos que corren: logró poner de acuerdo a empresarios y sindicatos. Aunque al final salió adelante de rebote en una rocambolesca votación en el Congreso que ya es parte de la historia parlamentaria de España. 

Hablamos de la reforma laboral, una de las leyes bandera de la coalición en el Gobierno que se aproxima a su primer año de vida con un balance marcado por el récord en la contratación indefinida, la polémica sobre las cifras de paro y muchas incógnitas todavía por resolver. El consenso entre los especialistas es prácticamente unánime: todavía es pronto para valorar sus efectos. Pero algunas de las primeras señales que llegan tras su primer año en vigor son positivas. 

Récord de indefinidos

El principal hito que dejan los primeros doce meses de reforma es un cambio radical del modelo hacia la contratación indefinida. Desde que la norma está plenamente en vigor (hubo una moratoria hasta abril) la tasa de nuevos contratos indefinidos sobre el total se ha triplicado en comparación con el periodo anterior. En noviembre, el 43,1% de los nuevos contratos que se firmaron fueron indefinidos. Una cifra que se ha mantenido sin grandes cambios desde abril. 

Esta nueva tendencia ha provocado que el porcentaje de trabajadores que ahora tiene un contrato indefinido -más garantista que uno temporal- se haya disparado desde el 64% en noviembre del año pasado hasta el 76,2% el mes pasado. Un incremento que en el caso de los trabajadores menores de 30 años ha sido especialmente llamativo. Antes de la reforma laboral, solo el 42% de estos jóvenes trabajaba con un contrato indefinido. Ahora son el 69,5%. 

"El objetivo primario de la reforma era que se redujera la contratación temporal. Podemos decir que este objetivo, aunque la reforma todavía no lleve un año, sí parece que se ha cumplido", sostiene Florentino Felgueroso, investigador asociado en Fedea especializado en estudios laborales. "Casi todas las reformas anteriores tuvieron un efecto moderado sobre el porcentaje de temporales y la ratio de temporalidad. Ahora tenemos un efecto muy intenso y muy fuerte que parece que se está manteniendo", agrega.

Algunos críticos de la reforma sostienen que ahora se firman bastantes menos contratos que antes de que se aprobara la ley. Y es cierto. En noviembre de 2022 se firmaron un 29,5% menos de contratos que en el mismo mes de 2021. Algo que, hasta cierto punto, es lógico. Sobre todo si se tiene en cuenta que uno de los objetivos de la reforma era reducir el volumen de contratos temporales. Sin embargo, esta reducción en el número de contratos firmados no se ha traducido por ahora en destrucción de puestos de trabajo. En noviembre, la afiliación a la Seguridad Social superaba en medio millón el dato de 2021. Una cifra similar a la que recoge la Encuesta de Población Activa (EPA).

Antes de la reforma laboral, solo el 42% de los jóvenes tenía contratos indefinidos. Ahora son el 69,5%

Además, los datos apuntan a que una parte importante de la temporalidad anterior a la reforma se ha canalizado hacia contratos indefinidos a tiempo completo. La fórmula de contratación que más garantías ofrece. Según un análisis del Banco de España que emplea datos de la Seguridad Social, casi la mitad de la temporalidad que se ha destruido tras la reforma ha ido a parar a este tipo de contratos. La mitad restante se ha repartido entre contratos indefinidos a tiempo parcial y fijos discontinuos.

¿Qué está pasando con los fijos discontinuos?

Uno de los aspectos de la nueva ley laboral que más debate ha suscitado es el auge de los fijos discontinuos. Un tipo de contrato indefinido diseñado para actividades estacionales que ya existía antes de la reforma, pero que se ha potenciado como sustituto del contrato temporal en sectores con actividad muy estacional. Los fijos discontinuos trabajan solo en momentos determinados del año en los que hay actividad (por ejemplo, en el sector turístico en verano) y el resto del tiempo están inactivos. Es decir, están parados aunque tengan contrato. Sin embargo, el empresario está obligado a llamarles cuando retome la actividad y sus indemnizaciones en caso de despido son más generosas.

El número de afiliados a la Seguridad Social con este tipo de contratos se ha duplicado en términos interanuales y ha introducido una distorsión importante en los datos del paro que el Ministerio de Trabajo ofrece cada mes. Esto se vio muy claramente en octubre, cuando se produjo una bajada histórica en el paro de más de 17.000 personas. Algo sorprendente en un mes en el que el desempleo suele aumentar históricamente. 

La razón es que los fijos discontinuos, cuando están inactivos, no se contabilizan como parados aunque estén buscando empleo. Cuentan como demandantes de empleo con relación laboral, una categoría en la que se mezclan con trabajadores en ERTE o cualquier otro empleado con contrato que esté buscando trabajo. Si se tiene en cuenta que una parte considerable del empleo que antes se creaba (y destruía) a través de contratos temporales ahora lo hace a través de contratos fijos discontinuos, la cuestión no es baladí. 

Se desconoce aún cuánto durarán esos nuevos indefinidos, cómo de estables serán, si trabajarán las mismas horas que antes o si sus salarios serán mejores

Por ejemplo, un trabajador que antes de la reforma hacía la campaña de verano en un hotel con un contrato temporal de junio a agosto pasaba a engrosar las listas del paro en septiembre cuando ese contrato expiraba. Sin embargo, si ese mismo empleado fuera contratado ahora como fijo discontinuo, al llegar septiembre pasaría a la inactividad. Y aunque se apuntara a las listas del SEPE para buscar trabajo, no contaría como parado. El Ministerio de Trabajo arguye que los fijos discontinuos nunca han contado como parados. Y es cierto. Pero también lo es que esta forma de contratar tiene ahora mucho más peso que el que ha tenido históricamente. E incluye muchas situaciones de temporalidad que antes de la reforma acababan en las cifras de parados y ahora no.

 "No hay ninguna fuente estadística que pueda dar con cierta certidumbre cuantos trabajadores son fijos discontinuos, pero no están trabajando", comenta Felgueroso. Ni la EPA, ni la Seguridad Social ni el Ministerio de Trabajo. "Se ha perdido calidad de información con la reforma. La inactividad de los fijos discontinuos es un fenómeno del cual podemos decir poco. Necesitamos más detalles para entender mejor lo que está pasando", agrega.

"Lo que estamos haciendo es reconocer que existen trabajos estacionales, pero permitiendo a las personas trabajadoras una ciertas garantías que no tenían con los contratos temporales", señala Carlos Victoria, profesor de la Universidad Complutense de Madrid y consultor especializado en empleo y protección social. "El volumen de contratos fijos discontinuos, aunque copa mucho el debate tampoco es tan elevado", apunta.

Muchas incógnitas por resolver aún

Transcurrido apenas un año desde que la norma entró en vigor, lo cierto es que todavía quedan muchas incógnitas por resolver. Se desconoce cuánto durarán esos nuevos contratos indefinidos que se han creado, cómo de estable serán, si trabajarán más o menos horas que cuando eran temporales o si sus salarios serán mejores. Sobre estas cuestiones sabemos poco todavía. Solo el tiempo podrá decir si la reforma laboral ha mejorado estas condiciones.

Sobre la duración media de los contratos tenemos cifras contradictorias. Por un lado, según Seguridad Social, la duración media de los contratos hasta mediados de noviembre era 48 días superior a la del mismo periodo de 2019. Sus datos apuntan a que los contratos de menos de 30 días de duración se han desplomado, especialmente los ultracortos de un día o menos de una semana. Sin embargo, otras fuentes como Adecco -que emplea cifras del INE- estiman que la duración media de los nuevos contratos creados en el tercer trimestre fue de 45 días, la más baja desde 2006.

"El objetivo básico de cualquier reforma laboral es que los niveles de precariedad mejoren y todavía es muy pronto para saber si esto ha ocurrido, si al final la gente va a trabajar más tiempo y va a tener un salario anual mayor. Tampoco si va a implicar más estabilidad", apunta el investigador de Fedea. "Hay que ver los efectos reales, no solo estadísticos, en la vida de la gente", remata.  

Para Carlos Victoria, las señales que llegan por ahora son buenas. "Yo creo que el balance [de la reforma] es positivo. Lejos de haber sido una derogación o una impugnación de lo que había, la reforma laboral ha traído cambios muy en el margen, y esas pequeñas modificaciones muy quirúrgicas van en la buena dirección", concluye.

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