Reportaje

Muxía, de zona cero del Prestige a epicentro turístico de la Costa da Morte: "Es imposible encontrar vivienda"

El otoño parece haber llegado finalmente a la Costa da Morte gallega y, tras unos meses inusualmente secos, llueve y el viento sopla con fuerza. A pesar de que los días son más cortos y las temperaturas más bajas, aún se puede ver una larga cola de turistas, la mayoría de ellos peregrinos del Camino de Santiago, que esperan pacientemente para subir al autobús frente al puerto deportivo de Muxía, A Coruña.

"La temporada de verano cada vez es más larga", admite Álvaro Rodríguez, dueño del restaurante Lonxa d’alvaro, ubicado en el paseo marítimo de Muxía. "Antes, el pueblo era prácticamente todo marinero, un porcentaje altísimo del PIB era de la pesca y lo que era turismo se reducía a un mes y medio en verano y una semana y algo en Semana Santa y poco más".

Ese "antes" no necesita mayor explicación. En Muxía, y más en estas fechas, "antes" siempre hace referencia a lo mismo. El momento en el que un desconocido pueblo de pescadores ubicado en una península neblinosa de costa abrupta se convirtió en la zona cero del peor vertido de petróleo en el mar de la historia de España: el desastre del Prestige.

Rodríguez recuerda solo un color de aquella semana del 19 de noviembre de 2002, cuando el petrolero finalmente se hundió tras varios días siendo remolcado por la costa de Galicia: "Me acuerdo de levantarme y verlo todo negro, la costa negra y mi futuro lo veía negro también".

Han pasado 20 años y su previsión no ha podido demostrarse más equivocada. Muxía es ahora una localidad eminentemente turística, lo que ha catapultado al sector hostelero local, pero también ha generado hostilidad entre algunos vecinos que ven cómo su pueblo se inunda de una marea de visitantes durante un verano cada vez más largo.

fotografo: Bieito Alvarez Atanes [[[PREVISIONES 20M]]] tema: Aniversario Muxía. Prestige.
Álvaro Rodríguez es el propietario de un restaurante en el paseo marítimo de Muxía.
BIEITO ÁLVAREZ
"El Prestige fue una desgracia, una desgracia brutal, pero nos puso en el mapa"

El que fuera un pequeño restaurante familiar es ahora un elegante local que emplea a siete u ocho personas en temporada alta. Sirve carne, pescado y marisco a una clientela internacional, que, desde la construcción del Parador, es de cada vez más nivel adquisitivo.

"(El Prestige) fue una desgracia, una desgracia brutal, pero nos puso en el mapa", certifica el hostelero. "Supuso un cambio de 180 grados, pasamos de trabajar un mes y medio a evolucionar el pueblo turísticamente y llegar a este momento, que estamos trabajando nueve meses".

Un cambio lento, pero irreversible

Muxía se ubica prácticamente en una isla. Las casas de dos o tres plantas con fachadas de colores chillones, tradición de los pueblos marineros gallegos, se extienden por una pequeña península de apenas 300 metros de ancho en su lado más estrecho.

En el extremo norte, se ubica el santuario de la virgen de la Barca, que ardió en 2013 en medio de un temporal, y que está ubicado en el lugar donde, según la leyenda, la virgen se apareció al apóstol Santiago para darle aliento en su viaje evangelizador. Hasta aquí llegan miles de peregrinos al año, alargando un poco más su camino tras pasar por Santiago de Compostela.

fotografo: Bieito Alvarez Atanes [[[PREVISIONES 20M]]] tema: Aniversario Muxía. Prestige.
Muxía es un pequeño pueblo de tradición costera ubicado en una península en la Costa da Morte gallega.
BIEITO ÁLVAREZ

En ese punto se agruparon también los vecinos de Muxía la mañana del jueves 14 de noviembre de 2002, cuando las noticias hablaban de un petrolero averiado a cientos de millas mar adentro, pero que, de pronto, era totalmente visible desde la costa. Esa orilla fue la primera en recibir, el sábado siguiente, las primeras olas cargadas de chapapote, esa pasta negra que pronto cubriría todo el litoral de Galicia, y buena parte del norte de España y hasta el suroeste de Francia.

El día que el Prestige mandó su primera señal de socorro, el miércoles 13 de noviembre, Javier Sar, entonces patrón mayor de la Cofradía de Pescadores de Muxía, estaba en tierra. "Había un viento reinante del noroeste, con olas de seis o siete metros, uno de los días más crudos del invierno, y estábamos de arribada en tierra, no estábamos trabajando y yo salí con la tripulación del barco a tomar unos chiquitos por la tarde", recuerda este veterano marinero, ya retirado de la mar a su 54 años.

Esa misma tarde, en un bar del puerto, escucharon por la televisión la primera noticia, pero no le dieron mayor importancia. Unas horas después, aún de noche, salieron a faenar y él se echó a dormir en el camarote. A las 6:30 horas, antes de lo acostumbrado, el patrón de costa le despertó preocupado por un fuerte "olor a fuel". Al amanecer, el barco de pesca se vio rodeado por una inmensa mancha negra. "Ya nos dimos cuenta de que era una catástrofe impresionante".

fotografo: Bieito Alvarez Atanes [[[PREVISIONES 20M]]] tema: Aniversario Muxía. Prestige.
Javier Sar, patrón mayor de la Cofradía de Pescadores de Muxía durante el desastre del Prestige.
BIEITO ÁLVAREZ
"Al amanecer del jueves nos dimos cuenta de que era una catástrofe impresionante"

Sar comenzó a trabajar en el mar con 15 años, como la mayoría de los jóvenes del pueblo en esa época. Fue la era dorada de Muxía, un pueblo cuyos marineros tenían fama de exploradores de nuevos caladeros y nuevas técnicas de pesca. La flota, que llegó a tener casi 40 barcos, ha pasado a contar actualmente con apenas un tercio.

A los pocos días de la llegada de la primera marea negra, las actividades marineras empezaron a parar. Primero los mariscadores, luego las artes menores y, finalmente, los barcos del litoral. Por primera vez en la historia de su larga tradición marinera, ningún barco salió del puerto de Muxía a faenar durante meses. Era el principio de un cambio lento, pero irreversible.

Muxía, en el mapa

El rellano de la escalera del edificio de Protección Civil de Muxía está adornado con decenas de fotos de los voluntarios que acudieron en masa al pueblo durante los meses siguientes al vertido para ayudar a limpiar unas playas que volvían a teñirse de negro cuando subía la marea.

Las imágenes de los icónicos trajes blancos que dieron la vuelta al mundo se mantienen aquí como un vestigio de un tiempo del que Ramón Pérez, el coordinador de Protección Civil de Muxía entonces y ahora, a sus 61 años, recuerda que "tuvo cosas malas, el chapapote y todo eso, pero también buenas. La gente que vino, las amistades que se hicieron, la gente que conoció esta zona que era una zona que muy poca gente conocía de España porque siempre que se hablaba de Galicia se pensaba en la zona del sur, la más turística".

fotografo: Bieito Alvarez Atanes [[[PREVISIONES 20M]]] tema: Aniversario Muxía. Prestige.
Ramón Pérez, coordinador de Protección Civil de Muxía..
BIEITO ÁLVAREZ
"Tuvo cosas buenas como la gente que vino, las amistades que se hicieron, la gente que conoció esta zona que se conocía muy poco"

Aquí comían y dormían durante esos eternos seis meses de mareas negras los 50 miembros de Protección Civil que se ocuparon de coordinar todo el trabajo que hacían los voluntarios de todo el país, alojados en el pabellón polideportivo y los colegios y que comían en la lonja. Por allí pasaron 70.000 voluntarios. En el puente de diciembre llegó a haber más voluntarios trabajando qué población tenía el Ayuntamiento de Muxía.

El pequeño municipio de, entonces, unos 6.000 habitantes, incluyendo las aldeas circundantes, aparecía de forma diaria en los telediarios, incluso en la sección del tiempo. Según recuerdan los locales, el mapa empezó a indicar Muxía en lugar de la vecina y sempiterna rival, Finisterre.

La actividad pesquera se fue retomando en el orden inverso al que se había paralizado, para algunos de manera muy apresurada, con las elecciones municipales y autonómicas de mayo de 2003 como telón de fondo. Los voluntarios fueron siendo paulatinamente sustituidos por trabajadores de la empresa pública Transformaciones Agrarias, S.A (Tragsa). Antes de las elecciones, la actividad en Muxía había vuelto prácticamente a la normalidad, aunque algunos barcos de arrastre volvían aún con las redes manchadas de chapapote.

Muxía se convirtió incluso en un inaudito epicentro de la campaña electoral, con grandes figuras del Partido Popular, que gobernaba entonces tanto en el Ayuntamiento, como en la Xunta, como en el Gobierno Central, acudiendo al pequeño pueblo de pescadores de la Costa da Morte.

"El Partido Popular en aquel momento, como partido, tenía la obligación de salvar los muebles como fuese", declara Iago Toba, el joven alcalde socialista de Muxía, de 35 años. "Ellos consideraron que Muxía se tenía que ganar fuese como fuese y hubo, efectivamente, un esfuerzo grande y una programación grande para que eso sucediese".

Mientras grandes manifestaciones con el lema "Nunca Máis" recorrían las calles de las ciudades gallegas y de Madrid, las ayudas durante esos meses llegaron raudas a Muxía y la población local, según admite cualquier muxiano, no pasó, en general, ninguna miseria. El PP, para estupefacción de muchos fuera de Galicia, acabó revalidando el Gobierno de Muxía.

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Iago Toba, alcalde de Muxía, del PSOE, desde 2019.
BIEITO ÁLVAREZ
"El PP consideró que Muxía se tenía que ganar fuese como fuese y hubo un esfuerzo grande para que eso sucediese"

"En primer lugar, quisieron enviar el mensaje a la ciudadanía de: 'No os preocupéis, porque vosotros, que sois los más afectados, vais a ser los más mimados si nosotros seguimos'", relata Toba, desde su despacho en el Ayuntamiento, con vistas al puerto deportivo. "¿Eso es comprar a la gente? No, no es comprar a la gente, la gente no es tonta y como no es tonta, a día de hoy, después del Prestige, después de ese año y de esas elecciones, no volvió a ganar el Partido Popular".

El Plan Galicia y el turismo como esperanza

Las promesas del Gobierno central, encabezado entonces por José María Aznar, se presentaron en el llamado Plan Galicia en un Consejo de Ministros celebrado excepcionalmente en A Coruña el 24 de enero de 2003, apenas dos meses después del accidente.

El plan se definió como "un conjunto de medidas destinadas a paliar a corto plazo las consecuencias económicas y sociales del Prestige y, a medio y largo plazo, impulsar el desarrollo social y económico de Galicia". Entre las obras presupuestadas estaban varias autovías, la conexión entre de alta velocidad entre Galicia y Madrid, el Puerto Exterior de A Coruña y un parador.

El objetivo era claro, el turismo, que hasta entonces tenía una presencia anecdótica en la Costa da Morte, tenía que ser el gran impulso para la recuperación de la zona. 20 años después, el alcalde considera la operación un éxito.

"Muxía era el foco mediático por excelencia del Prestige y ser un foco mediático en una catástrofe, o en otra caso, al final también te sitúa en un mapa. Se sabía dónde estaba Muxía, se sabía qué significaba, si acaso venías a Galicia, sabías que existía Santiago con la catedral, sabías que existía la Torre de Hércules, pero también sabías que en Muxía se estaba sucediendo una bueno, pues una catástrofe", explica Toba. "El motor económico, actualmente en Muxía es el turismo, eso es un dato objetivo".

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El Parador de Costa da Morte, inaugurado oficialmente el pasado mes de octubre, con Muxía al fondo.
BIEITO ÁLVAREZ

En medio de un temporal como el que desató el hundimiento del Prestige, con las olas golpeando con fuerza Punta Lourido, el nuevo Parador de Costa da Morte, que se alza sobre una larga playa, quedó finalmente inaugurado el pasado 22 de octubre. Faltaba menos de un mes para que se cumplieran los 20 años del hundimiento y la gran promesa del Plan Galicia para Muxía quedaba por fin oficialmente cumplida.

Julio Castro, el director del parador, conoce bien la Costa da Morte. Se crió en Sardiñeiro, un pequeño pueblo costero dependiente del Ayuntamiento de Finisterre, 20 kilómetros al sur de Muxía.

"Cuando sucedió esto, no me había podido acercar todavía, pero a los pocos días me llamaron para acompañar a la presidenta de Paradores a visitar la Costa da Morte porque, una semana después, en el Consejo de Ministros se iba a presentar el Plan Galicia", recuerda Castro frente a uno de los ventanales del parador, con una espectacular vista panorámica de Muxía y su entorno. En esa primera visita a su tierra, Castro describe la situación que vieron como "dantesca".

Tras recorrer toda la costa desde Muros a Camariñas, una ladera montañosa junto a Muxía fue seleccionada como el espacio idóneo para levantar de cero el nuevo parador. Pero el proceso se eternizó. Adquisición de terrenos que pertenecían a una treintena de propietarios, concursos de arquitectos -en el que se impuso el vigués Alfonso Penela-, cambios de Gobierno, escaso presupuesto… Finalmente, el edificio escalonado y adaptado a la ladera estuvo listo para recibir a los primeros clientes en 2019, a pocos meses del inicio de la pandemia.

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Julio Castro, el director del Parador de Costa da Morte.
BIEITO ÁLVAREZ
"Desde el hundimiento del Prestige todo el mundo quería invertir aquí, pero el parador ha sido un punto de inflexión"

"El cambio que ha traído el parador ha sido muchísimo", declara Castro. Los pasillos están decorados con imágenes del desastre y hasta una carta de navegación que va siguiendo el recorrido que siguió el petrolero, remolcado por toda la costa gallega hasta su hundimiento a 180 millas del cabo de Finisterre. "Es cierto que el turismo en la costa da Morte fue desarrollándose en los últimos años y, de hecho, desde el hundimiento del Prestige todo el mundo quería invertir aquí, pero el parador ha sido un punto de inflexión".

Más trabajo, menos vivienda

La llegada del parador, con una plantilla de medio centenar de trabajadores, ha supuesto un nuevo impulso para el empleo que puede ayudar a fijar población en una localidad en claro descenso demográfico desde comienzos de siglo. Lara Sambad, nació en Muxía hace 28 años. El Prestige es para ella el recuerdo de un fuerte olor a gasolina y de ir a divisar el barco naufragado desde el santuario de la Barca siendo una niña.

Tras haber estudiado Turismo y haber realizado sus primeros trabajos fuera del pueblo, ahora ha vuelto a casa desde el año pasado. "Antes era bastante más complicado, pero sí que, ahora, cada vez más gente de mi generación se puede quedar aquí, ya no solo por el Parador, sino por todas las líneas de negocio que se puedan abrir a raíz de estar este establecimiento aquí", declara Sambad.

El auge del turismo, que ha terminado de explotar desde la pandemia, no está trayendo, como suele ocurrir, solo buenas noticias. Los alquileres, tanto de locales como de viviendas, se han disparado en el pueblo y los precios de los bares, restaurantes y tiendas se han vuelto, en muchos casos, prohibitivos para los locales.

"Se deberían controlar ese tipo de cosas", declara Sambad. "Cada vez viene más gente, hay mucho turista y los precios suben porque, al final, una persona que viene de fuera lo va a pagar, pero nos encontramos con un problema de la gente que vive aquí o, por ejemplo, los compañeros que necesitan piso, se les hace difícil porque los propietarios prefieren hacer viviendas turísticas".

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Carta náutica con el trayecto que recorrió el Prestige, desde su primera señal de alarma hasta su hundimiento, colgada en una pared del Parador de Costa Morte.
BIEITO ÁLVAREZ

De vuelta al pueblo, Francisco Castiñeira se enorgullece de ser el "lotero más joven de España". Este joven de 21 años no tiene, como es lógico, ningún recuerdo del desastre del Prestige. Aunque la vieja tradición marinera de Muxía no les es totalmente ajena, él optó por abrir una tienda de chucherías y una administración de loterías.

"La mayor parte de los que se quedan se dedican a la hostelería o se van para el mar. Ilusión por eso nunca se tuvo, pero siempre se pasa por la cabeza al estar aquí en el pueblo", declara Castiñeira, que, aunque admite que el turismo le ayuda a aumentar sus ventas en temporada alta, considera que "la acumulación de gente que viene en verano no es sostenible para el pueblo".

Junto a él se encuentra su amigo, con el que comparte apellido, pero no parentesco familiar, Ismael Castiñeira, de 25 años. "Es muy complicado encontrar vivienda por esta zona, por las zonas turísticas en general, porque ahora todo el mundo que tenga una casa la va a preparar para alquiler de turismo, es normal, pero para los que nos queremos independizar es imposible encontrar vivienda por aquí, imposible", se lamenta este desarrollador de una empresa de software de Santiago, que teletrabaja en Muxía. "No soy el único que no puede independizarse, me tengo que ir a Santiago o a Coruña para independizarme, es surrealista".

A pocos metros de la tienda de Castiñeira, en la calle Real, se encuentra el mesón O Prestige, fundado, como es evidente, a raíz de la catástrofe y decorado con imágenes de la misma en su interior. En la terraza, Irene Alcaina, de 24 años, recuerda "las calles manchadas de petróleo, los bares, las mesas… esto era una feria, todo negro, todo negro".

fotografo: Bieito Alvarez Atanes [[[PREVISIONES 20M]]] tema: Aniversario Muxía. Prestige.
Irene Alcaina, de 24 años, es una vecina de Muxía que se lamenta de no tener acceso a la biblioteca municipal en los meses de invierno.
BIEITO ÁLVAREZ
"Nos parece un abuso, una mala gestión de priorizar ante todo este turismo excesivo"

Ella, opositora para una plaza como profesora de escuela infantil, es otra joven de Muxía que no se muestra tan entusiasta con el aumento del turismo experimentado en los últimos tiempos.

"Lo que sientes es que hay un extra de servicios en verano cuando vienen los turistas y, después, en invierno, no tenemos biblioteca, por ejemplo", se lamenta Alcaina. "Nos parece un abuso, una mala gestión de priorizar ante todo este turismo excesivo que al final, claro que da ganancia al pueblo y nos gusta, claro que sí, pero en invierno también estamos nosotros".

El agua ha caído en tromba durante un rato, pero ahora sale el sol en una muestra del habitual tiempo cambiante de la Costa da Morte. En la Lonxa d’alvaro ya no queda nadie salvo los cocineros, que están dejando todo preparado para el turno de cenas. Álvaro Rodríguez, el dueño, está sentado en una de las mesas de la terraza, aún con el delantal puesto.

- ¿Se corre el riesgo de que Muxía muera de éxito y el turismo acabe siendo negativo para la población local?

- "Eso va a depender de nosotros", declara Rodríguez, insistiendo en esa idea. "Va a ser lo que queramos nosotros, como llegamos hasta aquí, podemos continuar o podemos destrozarlo, pero va a depender de nosotros".

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