¿Cómo se fabrica un gasoducto submarino como el BarMar, que transportará gas e hidrógeno de España a Francia?

Fabricación de un gasoducto submarino
Fabricación de un gasoducto submarino
Carlos Gámez
Fabricación de un gasoducto submarino

No será el MidCat, pero sí el BarMar. Ese es el nombre extraoficial del Corredor de Energía Verde, el nuevo gasoducto pactado entre España, Portugal y Francia para transportar gas natural e hidrógeno al resto de Europa, después de que el Gobierno galo se enrocase en su negativa a construir la parte final de la infraestructura proyectada a través de los Pirineos. El conducto recién acordado unirá Barcelona con Marsella, como pronto, a partir de 2027 gracias a un plan del que todavía se desconocen los plazos de ejecución, la financiación y el reparto de costes.

A diferencia del MidCat -la interconexión gasista entre España y Francia cuya pieza clave es un tubo de 227 kilómetros a través de los Pirineos para conectar las redes de ambos países-, el BarMar se trata de una infraestructura submarina cuya construcción requerirá más tiempo, al tener que partir de cero. Se trata de un proceso laborioso y costoso desconocido para el grueso de la población. ¿Cómo se fabrica un gasoducto de estas características? ¿Qué materiales se utilizan? ¿La soldadura se realiza bajo el agua? ¿Se entierra el conducto o reposa sobre el lecho? 

El levantamiento de una infraestructura de estas dimensiones elefantiásicas se realiza mediante el sistema Lay Barge, consistente en utilizar una plataforma móvil en la que se suelda la tubería antes de tenderla sobre el lecho marino. Desde este "barco fábrica", que avanza lentamente, van descendiendo los fragmentos del gasoducto ya unidos hasta que reposan sobre el fondo, explican desde Enagás, la empresa a la que la vicepresidenta Teresa Ribera ha señalado como candidata para participar en el proyecto.

En este tipo de instalaciones, existen dos maneras de ensamblar los tramos que las componen, según detalla la compañía Medgaz, fundada para la construcción del gasoducto del mismo nombre, cuya parte submarina une la localidad argelina de Beni Saf y la playa almeriense del Perdigal. Se trata del 'tendido en S' y el 'tendido en J'. El primero se puede emplear en zonas de cualquier profundidad (hasta 2.500 metros) y consiste en soldar los tubos en posición horizontal, mientras que en el segundo los fragmentos se unen en vertical y suele aplicarse entre los 400 y los 3.500 metros, en función del diámetro de la estructura.

"Es como si fuera un pesquero, pero, en vez de tener unas redes de arrastre detrás, cuenta con un gasoducto que se va ensamblando poco a poco y se va apoyando sobre el lecho marino"

"Es como si fuera un pesquero, pero, en vez de tener unas redes de arrastre detrás, cuenta con un gasoducto que se va ensamblando poco a poco y se va apoyando sobre el lecho marino. La soldadura no se realiza bajo el agua, que podría hacerse, pero sería carísimo. El barco avanza muy despacio, un metro por segundo o incluso menos, y, a medida que se va soldando, hay personal que comprueba su hermetismo. En función de la distancia, la plataforma puede tardar meses o años en llegar de un extremo a otro", relata Rafael Riquelme, experto en mercados energéticos del Consejo General de Colegios de Ingenieros Industriales.

Materiales y revestimientos

Este proceso es posible gracias a que el acero del que están hechos los tramos del gasoducto es un material "elástico y flexible". "Además, por lo general, suelen tener un revestimiento de hormigón de entre 10 y 20 centímetros en toda su longitud, salvo en los extremos, donde se lleva a cabo la soldadura. Ahí se colocan también unas envolventes para proteger la zona de la agresividad del entorno marino y asegurar que es hermético al agua", detalla Riquelme.

"El resultado es una tubería de acero de un grosor considerable para aguantar la presión, porque el gas del interior puede estar a 90 o 100 bares. Eso es una presión bestial, y lo que hace el acero es proporcionarle al gasoducto la resistencia mecánica necesaria. Luego, la envolvente exterior de cemento o de hormigón lo protege y le da peso para que se asiente bien en el lecho marino", agrega.

En cuanto al tamaño del gasoducto, cada uno de los fragmentos suele tener una longitud de unas decenas de metros, apunta el ingeniero, mientras que el diámetro depende de la capacidad de la que se quiera dotar a la infraestructura. "En los tubos que componen el conducto del Magreb puede caminar de pie sin agacharse una persona bajita de pie. Tienen en torno a metro y medio", abunda.

"En los tubos que componen el conducto del Magreb puede caminar de pie sin agacharse una persona bajita de pie. Tienen en torno a metro y medio"

En el caso del Medgaz, por ejemplo, cada tubo presenta una longitud de 12 metros y un diámetro de 24 pulgadas (610 mm). Para su protección mecánica y antierosiva, los tubos cuentan con tres capas: una de resinas epoxídicas (contra la corrosión), otra de material adhesivo (para fijar el revestimiento) y una tercera de polipropileno (para preservar el tubo de golpes y rozaduras). En las zonas de poca profundidad se aplicó, además, un revestimiento de hormigón para proteger al gasoducto de factores externos. 

Respecto a la profundidad a la que se ubican estos tubos, depende del mar que atraviesan, y, por lo general, no se entierran, salvo en las zonas más próximas a la costa, con el objetivo de protegerlos de factores externos. Así, el gasoducto de Langeled, que une Inglaterra con Noruega, se encuentra entre 210 y 360 metros, mientras que el Medgaz se sitúa a 2.160. "El sabotaje que se produjo en el Nord Stream ocurrió a 70 metros. No obstante, el que sea más o menos hondo no es en sí mismo un problema. Los inconvenientes surgen por los grandes desniveles, como un talud continental o similar", ahonda.

El reto de transportar hidrógeno

Más allá de las especificaciones generales para la construcción de un gasoducto como los empleados hasta la fecha, Riquelme advierte de que el BarMar ha sido concebido para canalizar hidrógeno y otros gases renovables, mientras que solo transportará gas natural de forma temporal y en una "proporción limitada", según lo firmado por Francia, España y Portugal. Esto, dice, supone un "reto tecnológico potente". "Ahora mismo, no existe nada similar", enfatiza.

"Habrá que buscar la solución. Estoy seguro de que no va a ser un problema, pero no se ha hecho nunca en esas condiciones de entorno marino, hostil, y con esas distancias y esas presiones"

Este desafío se debe a que el hidrógeno es la molécula más pequeña del universo, por lo que el gas es "muy ligero, muy volátil y se fuga mucho". Además, es necesario garantizar que no va a reaccionar con el material con el que están fabricados los tubos, por lo que tal vez sería deseable incluir "un revestimiento interior de un material plástico que evitase el deterioro de una infraestructura que está pensada para durar décadas". De hecho, todos estos gasoductos son muy difíciles de reparar, destaca Riquelme, algo que ya evidenció el ataque al Nord Stream.

En este sentido, incide en que el almacenaje de hidrógeno comprimido en tanques a presiones muy altas está superado, pero "no es lo mismo" tener que transportarlo a lo largo de 300 o 400 kilómetros de tubería por el agua, en un ambiente muy agresivo. "Habrá que buscar la solución. Estoy seguro de que no va a ser un problema, pero no se ha hecho nunca en esas condiciones de entorno marino, hostil, y con esas distancias y esas presiones", remarca.

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