¿Abrir o cerrar ventanas? El otoño llega con un conflicto de intereses por el "difícil equilibrio" entre evitar contagios... y ahorrar energía

Abrir las ventanas es una de las formas de ventilar la casa y mejorar la calidad del aire.
Abrir las ventanas es una de las formas de ventilar la casa y mejorar la calidad del aire.
GTRESONLINE
Abrir las ventanas es una de las formas de ventilar la casa y mejorar la calidad del aire.

Este viernes termina el plazo que a principios de agosto concedió el Gobierno a los comercios para instalar sistemas de cierre de las puertas de acceso -como un "brazo"- para impedir que se queden abiertas permanentemente, "con el consiguiente despilfarro por pérdidas de energía al exterior". Así lo recoge el Plan de ahorro y gestión energética en climatización para reducir el consumo en el contexto de la guerra en Ucrania, aprobado por decreto el pasado 1 de agosto. Por otra parte, la incidencia de covid y de gripe está empezando a repuntar desde las últimas dos semanas. Para evitar los contagios de estas enfermedades respiratorias, los especialistas de salud pública han insistido durante toda la pandemia en la importancia de la ventilación de interiores y renovación del aire en espacios cerrados.

En este contexto, este otoño se encara con un conflicto de intereses entre salud pública y ahorro energético. Y es que las medidas de prevención de las infecciones, entre las que se encuentra la ventilación de interiores, chocan con las obligaciones de ahorro energético. "Una balanza de equilibrio difícil", para unos; una "disyuntiva que es probable que no sea tal" para otros. Ante tal coyuntura, 20minutos ha querido preguntar a especialistas de ambos campos para conocer su opinión. 

Para Joan Caylà, miembro de la Sociedad Española de Epidemiología (SEE) y presidente de la Unidad de Investigación en Tuberculosis de Barcelona (fuiTB), "todavía queda un mes para que llegue el frío y en algunas partes de España más. Durante este tiempo se debería aprovechar para llegar a un buen acuerdo entre ambos Ministerios", en alusión al de Sanidad y al de Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO). Ninguno de estos Ministerios se han pronunciado al respecto tras ser preguntados por este periódico.

"Desde el punto de vista de la Salud Pública, ventilar y tener una buena calidad del aire es de capital importancia. Pero el debate debería tener un sentido más amplio, ante la llegada de un otoño-invierno, con la gripe por medio probablemente, habría que recordar la importancia de la mascarilla, la distancia social y la vacunación para evitar contagios. Todo el mundo debería tener esto integrado", continúa Caylà, que advierte de que "con las puertas cerradas se puede ahorrar energía, pero cuidado porque el coste sanitario del covid ha sido impresionante entre ingresos y fallecimientos. También hay que tener en cuenta el coste humano: los trabajadores sanitarios están muy cansados. Y, por otra parte, seguramente llegará otra oleada de contagios y eso impide atender adecuadamente otras patologías. Esto también hay que valorarlo". 

¿Prefieres cerrar ventanas para ahorrar energía o abrirlas para evitar contagios de virus?

Para Caylà se trata de "una balanza de equilibrio difícil" y considera que "quizá lo mejor sería no poner en marcha sistemas de calefacción que consuman mucha energía y, en todo caso, siempre se pueden utilizar medidores de CO2 y filtros HEPA en interiores" porque "tener la calefacción a tope y las ventanas abiertas no tiene sentido". "Quizá se podría mantener las calefacciones a niveles más bajos de lo habitual y procurar que haya ventilación. Lo normal es que el frío intenso llegue en muchos lugares de España a partir de diciembre y, en muchos sitios, no son muchos días, por lo que el 'sacrificio' sería unos pocos días", concluye.

Diferente es la posición de Roberto Gómez-Calvet, profesor de Empresa de la Universidad Europea de Valencia y experto en energía. En su opinión, "hay que mantener las puertas automáticas cerradas, sobre todo ahora que se acerca el invierno. Me preocupan más los colegios y las universidades, donde sería un contrasentido tener las ventanas abiertas y la calefacción encendida" y, donde además, el alumnado pasa más tiempo. 

En este sentido, el departamento de Carolina Darias retiró todas las medidas covid de las aulas para el curso escolar que empezó a principios de mes. La única medida que quedaba era la relativa a la distancia de seguridad en el comedor, que también se eliminó, y respecto a la recomendación de ventilar las aulas, esta pasó de indicarse que fuera "permanente" y "cruzada" a recomendarse "ventilar varias veces al día, entre clases, adecuando el tiempo a las características del aula", siempre y cuando "la situación epidemiológica lo permita", según reza el último protocolo publicado.

Medidas "cosméticas"

Pero el profesor Gómez-Calvet va más allá. Considera que las medidas propuestas por el Gobierno para ahorrar energía son "más cosméticas que efectivas" porque la gran porción del consumo total de energía no la realizan los hogares o los comercios, sino la industria. Por ello, "si realmente queremos ahorrar energía", propone otro tipo de iniciativas de ahorro como la recuperación de los contratos de interrumpibilidad.

"Básicamente, consiste en ofrecer una compensación a consumidores intensivos de electricidad -como por ejemplo fundiciones- para que sean unos 'sacrificados' en momentos puntuales y, a cambio de prescindir puntualmente de su demanda habitual de electricidad en momento de carestía, reciben dinero o energía más barata", explica Gómez-Calvet.

Asimismo, sugiere ofrecer incentivos a las empresas y los hogares para que estos reduzcan su demanda energética por debajo de un determinado umbral, como por ejemplo el propio consumo del ejercicio anterior. "Es una forma de ver que es posible ahorrar y contribuir al sistema", anota. Y al contrario, también aboga por penalizaciones para quienes consuman más, por ejemplo pagando a precio asequible la energía consumida hasta determinado umbral y, a partir de ahí, cobrar más por la electricidad. Las medidas actuales son, a su criterio, "insuficientes ante un problema de la magnitud que estamos afrontando y que nos puede llevar a una situación en la que veamos que nuestras reservas de gas van reduciéndose y no somos capaces de aprovisionarnos. Antes de que eso llegue, hay que planificar el gas que nos podemos gastar de forma razonable", expone.

Inversión a largo plazo

Volviendo al campo de la salud pública, Julio García, portavoz de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (Seimc), que lleva tiempo reclamando la mejora de la calidad del aire en espacios cerrados, considera que apostar por mejorar los sistemas de ventilación de espacios cerrados es una "inversión" en Salud Pública.

Instalar sistema de detección de la calidad del aire, prosigue, "sería beneficioso porque impediría esas infecciones cruzadas a las que antes de la pandemia no dábamos importancia o pasaban desapercibidas, pero era típico que alguien fuera con gripe al trabajo y, a los dos o tres días, otros empezaban con síntomas. Esto, desde el punto de vista de la productividad de un país, tiene importancia. Ahora se plantea esta disyuntiva que es probable que no sea tal" porque hay sistemas de renovación del aire, señala. 

Con todo, en muchas partes de España el clima es "afortunado y nos permite incluso, en determinados momentos, no hacer uso constante de la calefacción". Por eso, cree García que "podrían coexistir sistemas que renueven el aire o, en su defecto, que lo purifiquen mediante filtros Hepa, y tener en determinadas ocasiones las ventanas y las puertas cerradas para evitar la pérdida energética". 

No obstante, añade que la guerra en Ucrania y la crisis energética derivada de esta "se espera que sea coyuntural y que, más tarde o más temprano, termine", pero las pandemias y epidemias que hemos tenido "y las que puedan venir no van a terminar", por lo que insta a "pensar dónde hay que invertir: para el futuro con aires más limpios en interiores o a corto plazo para ahorrar energía".

Llamar a la compañía energética

Por su parte, Javier Martínez Moronta, profesor del máster en Gestión Ambiental de las Organizaciones de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR), reconoce que "no es nada sencillo" decir qué debe primar. Tiene claro que la salud es un "componente de primer orden", al tiempo que apunta que la "confortabilidad en el hogar" también contribuye a "sentirnos sanos", por lo que aboga por un "equilibrio" y "ajustar nuestro consumo energético sin descuidar la salud". Eso sí, "tratando de alcanzar unas metas de 'confortabilidad' algo diferentes a las de otros inviernos, por las eventualidades económico-energéticas que estamos sufriendo".

El profesor recomienda optimizar consumos mediante, por ejemplo, asegurarse de que la caldera está en "en buen estado de mantenimiento" y llamar a la compañía comercializadora de electricidad para informarse de la tarifa que tenemos contratada y confirmar si esa es la que más nos interesa o, de lo contrario, preguntar qué mejoras nos pueden ofrecer. Asimismo, explica que entre la temperatura de la vivienda y el ambiente exterior no debería haber una diferencia mayor de 12 grados centígrados. Otro de sus consejos apunta al uso de termostatos, reguladores o enchufes temporizados para optimizar el consumo.

Con todo, considera que las medidas actuales son "un primer paso" y se muestra seguro de que "a medida que pase el tiempo, se enriquecerán o, en caso de no ser operativas, se sustituirán".

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