El desequilibrio territorial por lo que respecta al acceso y la oferta de transporte público ha consolidado al coche privado como el rey del área metropolitana de València, sobre todo para desplazarse a lo largo de los corredores hacia la capital. Esta es una de las principales conclusiones del análisis y diagnóstico de la movilidad en esta área geográfica incluido en el Plan de Movilidad Metropolitano (PMoMe) de València, presentado el pasado mes de diciembre y actualmente en fase de alegaciones.

El objetivo de este plan es mejorar esta situación y para ello se propone trasvasar 220.000 usuarios del vehículo motorizado a los modos sostenibles (a pie, bicicleta o transporte público) aumentando la oferta y la intermodalidad con una inversión estimada de 1.740 millones de euros entre 2022 y 2035.

Más allá de las propuestas, el documento realiza un diagnóstico de la movilidad metropolitana. De los 4,87 millones de desplazamientos que se realizan a diario en el área metropolitana, solo el 15,4% se realizan en transporte público (es más usado en el interior de los municipios y menos en los movimientos interurbanos), frente al 41,3% que representa el vehículo privado.

Carlos Gámez

El PMoMe constata, de este modo, el lugar central que ocupa el vehículo privado en los desplazamientos de largo recorrido, sobre todo entre municipios en los siete corredores en sentido hacia València, que suman 850.000 movimientos de entrada y salida a la ciudad al día. La ciudad concentra el 37% de los desplazamientos del área metropolitana, pero presenta unas claves de movilidad internas muy diferentes. El 50,6% son a pie, el 22,6% se hacen en transporte público (autobús y metro), el 21,8% en coche y el 5% en bicicleta.

Así, la apuesta de la ciudad de València por la extensión de los carriles bici en detrimento de los viales para el tráfico motorizado (incluso en grandes avenidas de acceso, como el proyecto de Ausiàs March) y por la peatonalización del centro histórico y de plazas de los barrios choca con el modelo de movilidad que accede muy mayoritariamente en coche desde los municipios de su área de influencia.

¿A qué se debe esta primacía del vehículo privado? A una conjunción de factores, pero sobre todo a un desequilibrio territorial en el acceso y la oferta de transporte público y a la distancia de los municipios. En el primer caso, la zona central de la capital presenta niveles de accesibilidad al transporte público excelentes, según el documento de la Autoridad Metropolitana (ATMV), y solo algunas zonas de municipios de la primera corona llegan a valores de accesibilidad y oferta muy buenos, principalmente las que tienen una conexión óptima con metro y/o Cercanías.

A medida que aumenta la distancia con València lo hace también la dificultad para acceder a una buena oferta de transporte público. Hay zonas con elevada población y/o actividades en municipios de la primera corona que padecen valores de accesibilidad y oferta moderada y mala, principalmente en el entorno de Catarroja, Albal, Torrent, Alaquàs, Aldaia, Xirivella, Paterna y Burjassot. En la segunda corona la accesibilidad no es, en general, adecuada.

Transporte público secundario

La consecuencia directa es que el transporte público no consolida la función de medio principal de la movilidad en el área metropolitana. Así lo demuestran las cifras, que arrojan una cuota que va del 16,2% que representa en el corredor de Paterna hacia València (con un 82% para el coche privado), al 32,3% del eje de Torrent, el 32,2% del corredor de Manises y el 28,3% de Sagunt, cuyo corredor es el que más desplazamientos acumula al día, con 152.379. 

En estos últimos, la oferta de metro y Cercanías lleva a más usuarios a decantarse por el transporte público en un porcentaje superior al del resto.

¿Vuelta al coche?

Sin embargo, la mera existencia de transporte público no es garantía de una preferencia por la movilidad sostenible si este no funciona bien. Un buen ejemplo es el caso de los Cercanías de Renfe, cuyos continuos problemas de cancelaciones y supresiones han provocado que este sistema de transporte público haya perdido el 36% de los usuarios entre 2006 y 2019, dejando la cifra total en 20 millones de usuarios anuales.

Es de suponer que, ante la falta de alternativas, muchos de esos viajeros no hayan tenido más remedio que optar por el vehículo privado en sus desplazamientos, principalmente hacia València, desde los municipios del área metropolitana