La inflación se dispara a su máximo en 29 años y ahoga los hogares a las puertas de la Navidad

Imagen de una torre de alta tensión en una central eléctrica en Chantada, Lugo.
Imagen de una torre de alta tensión en una central eléctrica en Chantada, Lugo.
ELISEO TRIGO / EFE
Imagen de una torre de alta tensión en una central eléctrica en Chantada, Lugo.
El Índice de Precios de Consumo (IPC) subió un 1,8% en octubre en relación al mes anterior y disparó su tasa interanual hasta el 5,4%, casi 1,5 puntos por encima de la tasa de septiembre y su nivel más alto en 29 años, debido el encarecimiento de la electricidad y de las gasolinas, según los datos publicados este viernes por el Instituto Nacional de Estadística (INE).(Fuente: Europa Press/Ebs)
Europa Press

La crisis en los precios del consumo provocada por el encarecimiento de la energía y los cuellos de botella en la producción global sigue su curso y ejerce cada vez más presión sobre los hogares con la temporada de gran consumo navideño en el horizonte. En octubre, el Índice de Precios del Consumo (IPC) se disparó al 5,4% respecto al mismo mes de 2020, la mayor subida de precios de la que se tiene constancia en 29 años. Para encontrar un mes en el que el IPC registró un repunte más elevado hay que remontarse a octubre de 1992, cuando el coste de la vida se encareció un 5,8%.

Buena parte de culpa del encarecimiento del consumo la tiene la escalada en los precios de la electricidad. El pasado mes, el gasto en la factura de la luz de los hogares españoles se disparó un 62,8% respecto a octubre de 2020, una subida de 14,4 puntos respecto al nivel registrado en septiembre. Así se desprende de los datos del Índice de precios del consumo (IPC) que el Instituto Nacional de Estadística (INE) ha hecho públicos este viernes. 

La crisis de la energía afecta también a los carburantes, que se han encarecido un 28,6% respecto al año pasado. La gasolina es ahora un 26,5% más costosa y el gasóleo un 30,5% y marcan sus niveles de precios más elevados en al menos cuatro años. También suben con fuerza los precios de bienes de consumo como el aceite de oliva (un 26% más caro), el gas natural (11,3%), la margarina (7,7%) o las bicicletas (7,6%). 

Respecto a septiembre, al margen de los bienes energéticos, destacan las subidas de precios en el vestido y el calzado -que se encarecen 11,1 puntos porcentuales por la llegada de la temporada de invierno- o la de frutas frescas o refrigeradas, cuyo precio sube 11,3 puntos, un repunte que también es habitual entre septiembre y octubre.

Analistas de renombre como el Banco de España o la Comisión Europea, que han publicado informes recientemente, apuntan a que este brote inflacionario se prolongará al menos hasta bien entrado el año próximo. En sus proyecciones macroeconómicas de otoño publicadas el jueves, la Comisión calcula que España cerrará 2021 con una inflación promedio del 2,8%, que se reducirá al 2,1% el año próximo y que finalmente caerá hasta el 0,7%.

Además, Bruselas estima que la inflación subyacente -aquella que descuenta del cálculo los componentes más volátiles como son el precio de la energía y los alimentos no elaborados-, que refleja con mayor precisión el encarecimiento estructural de los precios, alcanzará este año un 0,6% de media pero subirá al 1,5% en 2022 y se suavizará al 1,3% en 2023. En octubre el INE cifró la inflación subyacente en el 1,4% interanual.

Palos en las ruedas de la recuperación

El encarecimiento del consumo es una muy mala noticia para la recuperación económica, especialmente en un país como España donde la demanda doméstica es el principal impulsor del crecimiento. La Comisión estima que del rebote del 4,6% del PIB previsto para este año, 4,2 puntos porcentuales procederán de la demanda nacional, Dicho de otra manera, el 90% del crecimiento depende del vigor de la demanda interna.

Si los precios se mantienen altos durante mucho tiempo los consumidores perderán poder adquisitivo y podrían optar por aplazar o cancelar decisiones de compra, un movimiento que frenaría la demanda y, con ella, la recuperación económica.

La crisis de precios que ha surgido de la mano del despertar de la economía con la caída progresiva de las restricciones obedece a una 'tormenta perfecta' de factores diferentes. Por un lado está la crisis energética, que tiene mucho que ver con los precios sin precedentes del gas, una fuente de energía que aún es de vital importancia para producir electricidad y de la que dependen muchas industrias. La escasez de gas ha disparado los precios, un fenómeno que sumado al encarecimiento de los derechos de emisión de CO2 -una tasa que las empresas que emiten este agente contaminante en la UE deben pagar por hacerlo- ha elevado los precios de la electricidad en buena parte del mundo.

Por otro lado, la escasez de ciertas materias primas, como los semiconductores, el papel, la madera, el acero o el plástico, ha elevado sus precios y está dificultando a los productores satisfacer el repunte en la demanda que ha provocado el alivio en las restricciones. A todo esto se suma una congestión en el transporte marítimo -por donde viajan el 80% de las mercancías que se mueven en el mundo- que está dilatando los plazos de entrega de algunos productos y encareciendo también los precios. 

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