¿Cómo nos afecta a la salud enviudar? Un estudio analiza cómo se afronta el duelo según el sexo, la edad y el país

Una mujer coloca flores en una lápida del cementerio de La Almudena de Madrid.
Una mujer coloca flores en una lápida del cementerio de La Almudena de Madrid.
JORGE PARÍS
Una mujer coloca flores en una lápida del cementerio de La Almudena de Madrid.

Enviudar afecta a la salud, especialmente a corto plazo, cuando se es más joven, mujer y se vive en el sur de Europa, como es el caso de España. Esta es la principal conclusión de un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Castilla-La Mancha y la Universidad Complutense de Madrid, que han realizado el primer trabajo científico que aporta a la literatura existente datos sobre los efectos en el bienestar y la salud, a corto y medio plazo, de afrontar la pérdida de la pareja, así como en el uso de recursos sanitarios y no sanitarios o la probabilidad de morir tras un duelo, en comparación con las personas que permanecen en pareja, y a través de Europa.

La investigadora principal, la profesora de Departamento de Análisis Económico y Finanzas de la Universidad de Castilla-La Mancha, Luz María Peña Longobardo, resume a 20minutos las conclusiones: "Las mujeres tuvieron un mayor efecto sobre su salud mental que los hombres, fundamentalmente las jóvenes, y necesitaron más apoyo familiar que sanitario, al contrario de los hombres", que solicitaron más recursos profesionales. 

Además, se observó un "mayor efecto en el corto plazo en personas enviudadas entre los 50 y 65 años, en ambos sexos", si bien se halló un efecto de adaptación, una vez pasados cuatro o cinco años de haber sufrido el shock, en todos los grupos de edad, es decir, el efecto en la salud mental se iba paliando e iba desapareciendo por igual en todas las edades analizadas. "El efecto de adaptación se observó en grupos de todas las edades, tanto los menores de 65 como los mayores de 65, pero a corto plazo el efecto es más intenso entre los de 50 a 65", abunda la economista.

Este estudio se ha realizado con los datos de 120.000 personas de la encuesta europea sobre salud, envejecimiento y jubilación 'Survey of Health, Ageing and Retirement in Europe' (SHARE, por sus siglas en inglés), en la que figura información de ciudadanos y ciudadanas de más de 50 años. Que no haya datos relativos a personas menores de 50 años, reconoce la autora, es una limitación del estudio y así consta en el artículo publicado en la revista académica revisada por pares 'Economics and Human Biology'. "Aunque, en términos generales, se suele enviudar de media pasados los 40 años", añade Peña.

Junto a su compañero de facultad, el profesor de Economía de la Salud Juan Oliva Moreno, y a la profesora de Economía Aplicada especializada en salud de la Complutense Beatriz Rodríguez Sánchez, Luz María Peña analizó los datos de entre 2004 y 2015, que son los últimos disponibles, y estableció un grupo de control con 77.170 personas que seguían casadas o en pareja, y otro de 2.381 participantes que habían enviudado. Se compararon los datos de diferentes momentos y se analizaron por sexo, por edad y por país de residencia.

En términos generales, "enviudar tiene un impacto negativo en el bienestar y la salud mental y un mayor consumo de servicios de atención a largo plazo". Estos efectos "son más fuertes a corto plazo", concluyen los investigadores, pero en todas las edades encuentran una capacidad de adaptación a la pérdida del compañero o compañera de vida que suaviza el impacto en el bienestar y en la utilización de cuidados a largo plazo o, incluso, "hace desaparecer por completo" los efectos sobre la salud. 

Matizando los resultados según las diferentes variables, los resultados muestran que las viudas precisan mayor apoyo no profesional (familiares y amistades) que los viudos, que prefieren cuidados de sanitarios. Además, las mujeres de entre 50 y 65 años sufrían un efecto sobre la salud mental mayor que las de más de 65 años

"Los hombres tienen más probabilidad de morir estando casados, y las mujeres estando viudas"

La zona geográfica también arrojó diferentes resultados: los residentes analizados de los países del sur de Europa, entre los que se encuentra España, padecían mayores efectos sobre la salud mental tras enviudar que los vecinos del centro o el norte de Europa. Esto es lo que los investigadores pueden afirmar basándose en la evidencia científica que le han ofrecido los datos del estudio, pero para explicar estos resultados ya tienen que saltar al terreno de las hipótesis. Luz María Peña señala los "factores culturales y el apego familiar, que puede que sea mayor en el sur que en el norte, podría ser una posible explicación, pero esto no se puede afirmar con los datos del estudio".

Otra de las carencias de este trabajo es que los datos no pueden extraerse por países individuales por el tamaño muestral de los mismos, por lo que los investigadores han tenido que agrupar las zonas geográficas por regiones.

Enviudar también mostró un aumento en la probabilidad de fallecer "solamente significativo" en las personas de mayor edad. Según los datos del estudio, 1.455 personas de las que habían perdido a su pareja murieron en los siguientes cuatro o cinco años (esto es, el 3,78% del total de los analizados), mientras que en el grupo control, las que mantenían su estado en la oleada consecutiva, perecieron 36.992 personas (es decir, el 2,14% del total). "Cuando se realiza el análisis por categorías de edad, se observa que en personas mayores de 65 años el efecto es significativo", explican los investigadores en el estudio, que en cambio no han encontrado diferencias importantes entre las personas de 50 a 65 años.

Políticas de implicación

Los autores sugieren que las principales políticas de implicación que este estudio determina es que hay que crear estrategias y programas de apoyo, fundamentalmente en el corto plazo, "en el momento justo inmediato a haber padecido este shock, para evitar que los efectos sobre la salud mental y el bienestar sean más significativos, y sobre todo en los países del sur y para las personas más jóvenes" (menores de 65 años). 

"Tenemos que ayudar a estas personas de algún modo, sobre todo en un plazo inmediato, porque después vemos que existe adaptación. Si no hay programas de apoyo, vemos un efecto muy importante tanto en la salud como en el uso de recursos sanitarios, y esto puede ser un problema", advierte Peña.

En España existe un permiso de maternidad y paternidad para afrontar el inicio de una vida, pero en cambio no existe por ley un permiso para afrontar la pérdida de un ser querido. Esta medida "sería una política atractiva que ayudaría", pero que "beneficiaría solo a la población en activo y dejaría fuera a la gran parte de personas que enviudan y ya no están en activo", advierte la investigadora, que aboga por "dar prioridad a todo el conjunto de las personas que enviudan, independientemente de si están en el mercado laboral o no". Y estos son, concluye, "recursos de salud mental, porque es la variable de salud que más afectada se ve en términos generales, y apoyo en la familia, que es el que precisan las mujeres".

En España viven unos 2,8 millones de personas viudas, de las cuales 2,3 millones son mujeres (el 80%) y 515.200 son hombres (20%), según los datos del Instituto Nacional de Estadística, relativos a 2020. Estos datos son proporcionales a la edad: a mayor edad, mayor número de viudos y viudas. La edad media de los viudos españoles es de 73 años y la de las mujeres llega a los 77.

"Los hombres tienen más probabilidad de morir estando casados, y las mujeres estando viudas", afirma un informe de 2019 realizado por el CSIC con datos de 2017, cuando el porcentaje de hombres casados superaba al de las mujeres en todos los grupos de edad de 65 y más años. En cambio, entre las mujeres predominaban las viudas a partir de los 80 años sobre el resto de estados civiles.

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