"Los mayores sentimos que la pandemia nos ha robado dos años muy valiosos"

  • Micaela pasó el confinamiento sola y sin la terapia que suponían para ella las múltiples actividades que realizaba. 
  • Durante el cierre perimetral de las comunidades nació su primer nieto pero no pudo conocerlo hasta 4 meses después.
  • Esta mujer ha recurrido al servicio gratuito de atención psicosocial 'Cruz Roja Te Escucha'.
  • ESPECIAL | Salud mental y pandemia, las secuelas salen a la luz.
Una mujer mayor agarra de la mano a un familiar.
Una mujer mayor agarra de la mano a un familiar.
Jorge París
Una mujer mayor agarra de la mano a un familiar.

Micaela presenció los primeros cuatro meses y medio de la vida de su primer nieto a través de la pantalla de un teléfono. El pequeño nació en aquel momento en el que las comunidades habían cerrado sus fronteras para intentar controlar la expansión del coronavirus y ella y su hijo residen en regiones diferentes: "Afortunadamente hoy tenemos las videollamadas, no es como hace años. Pero no es lo mismo que cogerlo en brazos o darle el biberón. Era una alegría inmensa tener un nieto pero qué dolor no poder abrazarlo".

Para esta mujer -que prefiere no ser identificada con su verdadero nombre- aquel dolor fue una gota más en el vaso de un cúmulo de circunstancias que han provocado que la pandemia haya tenido un fuerte impacto en su estado emocional. Pocos meses antes de que un virus desconocido pusiera el mundo patas arriba, Micaela había perdido a su hermano y a una amiga, pérdidas sobrevenidas en un momento en el que llevaba dos años intentando sobreponerse a la muerte de su madre. El confinamiento domiciliario la sorprendió por tanto haciendo frente a una tristeza que sus actividades cotidianas le ayudaban a sobrellevar. Sin esas tareas y viviendo sola, sus soportes se derrumbaron.

"Me venía muy bien salir, ir al cine, a cursos, hacer ejercicio, relacionarme… Era parte de mi terapia para superar los duelos. Pero todo eso se cortó y a mis problemas se unieron el aislamiento, el pasar el encierro en soledad… Y después, con la desescalada, salimos a un mundo extraño, que no reconocía. Las distancias, las mascarillas, los guantes… Fue como aterrizar en la Luna", relata. "Además al principio solo se podía salir con los convivientes. Y yo, que vivo sola, ¿no podía quedar con mi cuñada o con una amiga? No señor", continúa.

En ese contexto, la tristeza, los miedos, las preocupaciones, la incertidumbre… fueron ganando terreno. "Creo que cuanto más me obsesionaba por estar bien más iba cayendo en el pozo", reconoce. Finalmente, hace unos dos meses, levantó el teléfono para marcar por primera vez el 900 107 917. Al otro lado, un voluntario de Cruz Roja determinó que debía atenderla un psicólogo: "Llamé para enterarme de cómo funcionaba el servicio, por si alguna vez tenía que recurrir a él. Pero según me escucharon detectaron que no era cuestión de esperar, que lo necesitaba ya".

"Era una alegría inmensa tener un nieto pero qué dolor no poder abrazarlo"

La ONG puso en marcha ese número en abril del año pasado, a causa de la pandemia. Bajo el nombre 'Cruz Roja Te Escucha' y con un grupo de 120 personas, esta línea gratuita de atención psicosocial ha recibido más de 7.500 llamadas. "Al principio llamaban muchos trabajadores esenciales que tenían que salir a la calle y temían contagiarse, familias con problemas de convivencia y personas con duelos muy complejos. Luego empezó a llamar gente con mucha ansiedad por cuestiones laborales: pérdida de empleo, ERTE… Y a partir de la desescalada también hubo mucha gente con miedo porque había quien no cumplía las medidas de prevención. Igualmente llaman muchos mayores en situación de gran soledad", explica Mar Echenique, responsable del servicio.

Más de dos millones de mayores viviendo solos

Precisamente al haber detectado que mucha gente lo que necesita es sentirse acompañada, 'Cruz Roja Te Escucha' pone a disposición de esas personas a voluntarios que les contactan una o dos veces por semana, creando con ellas "un vínculo afectivo y una amistad". "Lo harán todo el tiempo que sea preciso, sin fecha de caducidad", apunta la psicóloga.

Las viviendas unipersonales suponen ya el 26,1% del total, lo que las sitúa en el segundo tipo más frecuente, solo por detrás de las formadas por una pareja (30,4%). Eso significa que en España viven solos 4,9 millones de individuos. El dato implica un aumento anual del 2%, que en el caso de los ciudadanos de 65 años o más se dispara hasta el 6,1, el porcentaje más elevado desde que el Instituto Nacional de Estadística comenzó a publicar la Encuesta Continua de Hogares en 2013.

La última de esas encuestas refleja que 2020 cerró con 122.300 mayores más viviendo solos, lo que deja la cifra total en 2.131.400. ¿A qué se debe ese importante aumento? Las causas son múltiples y vienen de lejos pero un primer análisis reporta que la situación se ha visto agudizada por la Covid. La tendencia viene siendo tradicionalmente ascendente pero hasta ahora el incremento más alto había sido de unos 76.800, registrado en 2018.

Las restricciones a las que ha obligado el coronavirus han incrementado el impacto negativo que la soledad no deseada y el aislamiento social tienen en la salud mental y la calidad de vida de un colectivo que representa el 20% de la población. Un proyecto de investigación financiado por el Instituto de Salud Carlos III determina que uno de cada cinco declara altos niveles de soledad y uno de cada cuatro sufre depresión. Esta iniciativa, denominada 'Quality of Life an Ageing in Spain, Sweden and Portugal', tiene como objetivo estudiar los beneficios de promocionar un envejecimiento saludable.

"Quienes pasaron el confinamiento con hijos o en pareja convivieron con alguien. Pero yo estuve sola y he tenido un miedo tremendo a volver a socializar"

"Quienes pasaron el confinamiento con hijos o en pareja convivieron con alguien. Pero yo estuve sola y he tenido un miedo tremendo a volver a socializar", afirma Micaela. "Los jóvenes lo han pasado mal pero seguramente a lo largo de su vida puede que incluso lo olviden. Mientras, los mayores sentimos que la pandemia nos ha robado dos años muy valiosos de nuestra vida. También físicamente nos ha supuesto un desgaste importante. Para nosotros un parón tan largo en la gimnasia de mantenimiento, la natación, los paseos… ha supuesto dar un bajón. Esto nos ha supuesto un corte tanto en la socialización como a nivel físico", añade.

La terapia semanal que recibe desde Cruz Roja, unida a la evolución positiva de la situación epidemiológica, está permitiendo a esta abuela primeriza superar sus miedos y sentirse cada vez mejor: "Recientemente he pasado una temporada con mi hijo y mi nieto, he cogido un tren, he estado en espacios cerrados, he convivido con gente… Al final parece que todo va volviendo a su ser". 

Historias de un aislamiento

Juana se asoma al balcón de su casa mientras su hija le observa.
Juana se asoma al balcón de su casa mientras su hija le observa.
Jorge París

Sin terapia presencial. El cierre de servicios como los centros de día provocó un retroceso en el estado de mayores como Juana y una sobrecarga de trabajo para sus familias.

Juan Carlos entrega la compra a su vecina Libertad.
Juan Carlos entrega la compra a su vecina Libertad.
Jorge Paris

Solidaridad. Vecinos que vivieron solos el confinamiento, como Libertad, recibieron el auxilio de voluntarios de sus barrios para ir al súper o a la farmacia.

Álvaro corre para abrazar a su abuela Alicia.
Álvaro corre para abrazar a su abuela Alicia.
Jorge Paris

Reencuentros. La desescalada permitió que abuelos y abuelas como Alicia volvieran a ver a sus nietos. Días alegres, pero aún de tímidos abrazos.

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