La sobremortalidad por Covid y el miedo a contagiarles aumentan aún más el número de mayores que viven solos

  • Los hogares unipersonales formados por población de más de 65 años crecen en 122.300 en 2020.
  • La pandemia agudiza una tendencia previa marcada por factores como el aumento de la esperanza y la calidad de vida.
Encuesta Continua de Hogares del INE
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Henar de Pedro
Encuesta Continua de Hogares del INE

Las viviendas en las que reside un solo individuo suponen ya el 26,1% del total, lo que las sitúa en el segundo tipo más frecuente, solo por detrás de las formadas por una pareja (30,4%). Eso significa que en España viven solas 4,9 millones de personas. El dato implica un aumento anual del 2%, que en el caso de los ciudadanos de 65 años o más se dispara hasta el 6,1, el porcentaje más elevado desde que el Instituto Nacional de Estadística comenzó a publicar la Encuesta Continua de Hogares en 2013.

La última de esas encuestas, dada a conocer este miércoles, refleja que 2020 cerró con 122.300 mayores más viviendo solos, lo que deja la cifra total en 2.131.400. ¿A qué se debe ese importante aumento? Las causas son múltiples y vienen de lejos pero un primer análisis reporta que la situación se ha visto agudizada por la pandemia del coronavirus. La tendencia viene siendo tradicionalmente ascendente pero hasta ahora el incremento más alto había sido de unos 76.800, registrado en 2018.

Expertos consultados por este diario coinciden en señalar que la población española vive cada vez más. De hecho, el número de ciudadanos que ya han cumplido los 65 se ha incrementado en aproximadamente 150.000 en el último año. A esa mayor longevidad se suma una calidad de vida que mejora, lo que conlleva a una mayor independencia residencial.

"Personas que en otro tiempo serían dependientes y necesitarían apoyo hoy pueden valerse por sí mismas", apunta Gerardo Hernández, doctor en Sociología. "A eso se une que las pensiones han mejorado, lo que a un volumen considerable de ese grupo le aporta independencia económica. Y ocurre también que la mayor parte de esa población es propietaria de una vivienda", añade Juan Manuel García, profesor de Sociología de la Universidad Pablo de Olavide (UPO) de Sevilla.

Encuesta Continua de Hogares del INE
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Henar de Pedro

Ambos suscriben igualmente un aumento en el número de separaciones y divorcios en esas franjas de edad. "Incluso hay mayores que aunque vuelven a encontrar pareja deciden no convivir y prefieren optar por mantener sus respectivas independencias", explica Hernández.

Esos hogares unipersonales tienen un marcado carácter femenino, que aumenta según avanza la edad. Las mujeres viven más y suelen ser capaces de valerse mejor. De esta forma, el 21,7% de las que tienen entre 65 y 74 años viven solas, frente al 14,4% de los hombres, porcentajes que se sitúan en el 35,1 y el 14,7 en las personas de entre 75 y 84 años y en el 44,1 y el 24,2% a partir de ahí.

En este contexto sociodemográfico fue en el que irrumpió la Covid hace poco más de un año, un virus que especialmente se ha cebado con los abuelos. Unos 30.000 murieron en las residencias pero en total han fallecido unas 65.170 personas mayores de 70, información que se extrae del filtrado realizado por Datadista en base a los datos aportados por el Instituto de Salud Carlos III. "Aparte de los factores estructurales, la cuestión de la pandemia en términos de sobremortalidad ha tenido que ver", señala García sobre el crecimiento de la cifra de mayores que viven solos.

Los expertos barajan asimismo la hipótesis de que se haya producido un efecto protector. Esto habría llevado en algunas ocasiones a que las personas más jóvenes de un hogar hayan decidido ausentarse de él por miedo a infectar a los más vulnerables. "Hay mayores que antes convivían con una persona que les ayudaba en las tareas y que ha dejado de estar con ellos por temor a contagiarlos", incide Hernández.

En estas circunstancias, los dos sociólogos remarcan que la soledad resulta una desgracia cuando no es deseada pero que hay quienes optan por ella y que no es lo mismo sentirse solo que estar aislado. "Nos enseñan que vivir solo es malo. Hay un estigma sobre ello y no afrontarlo genera angustia y problemas de salud mental", afirma el profesor de la UPO, quien señala que hay que aprender a moverse en esas circunstancias. Para ello se requieren "armas cognitivas" pero también una sociedad que se vuelque en cuestiones como fomentar el asociacionismo, evitar el edadismo o enseñar, incluso en las escuelas, el enorme potencial que tienen los mayores.

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