Juan Manuel García, sociólogo: "No estamos preparados para la soledad"

La zona comercial está ya en las entrañas del aeropuerto, lejos del lugar en el que nos hemos despedido de familiares y amigos. Esta soledad que normalmente tenemos en viajes de una o dos personas nos impulsa a ojear las tiendas, aumentando las posibilidades de comprar algo.
Una joven, sola, en un aeropuerto.
Pixabay/JESHOOTS-com
La zona comercial está ya en las entrañas del aeropuerto, lejos del lugar en el que nos hemos despedido de familiares y amigos. Esta soledad que normalmente tenemos en viajes de una o dos personas nos impulsa a ojear las tiendas, aumentando las posibilidades de comprar algo.

Juan Manuel García González, sociólogo, profesor e investigador en la Universidad Pablo de Olavide (UPO) de Sevilla, será el encargado de realizar el mapa de la soledad no deseada en personas mayores que prepara la Consejería de Igualdad, Políticas Sociales y Conciliación de la Junta. Verá la luz a principios de 2020 con el objetivo de conocer cuáles son las personas mayores de 55 años que se encuentran en esta situación, intentar establecer una prevalencia y determinar si existen características geográficas que puedan incidir en dicha prevalencia. De esa manera, se podrán adoptar los mecanismos de prevención necesarios para afrontar este reto.

¿Es la soledad un problema de la sociedad actual?

Como sociedad, no podemos considerar la soledad como un problema, sino como un desafío, un reto que ha surgido como consecuencia de los cambios sociales. Cuando hay un problema, hay que buscar una solución. Pero cuando hay un reto, hay que afrontarlo de manera más integral.

¿Existe más soledad deseada o no deseada?

La soledad no deseada es un sentimiento que incluso muchas personas no saben que tienen. Hay muchas formas de expresar la soledad, y una de ellas es decirlo directamente. “Me siento solo”. Pero pocas personas lo hacen y en ese sentido, hay más soledad no deseada que deseada. Lo que hay que hacer es investigar esa soledad estigmatizada y escondida.

¿Es un fenómeno que solo se da en las personas mayores?

No, se da en todas las edades, aunque tiene más prevalencia en los mayores. Sin embargo, existen muchos estudios que determinan que el sentimiento de soledad en personas jóvenes, de entre 20 y 40 años aproximadamente, está creciendo de forma alarmante. Entre otras razones, porque las relaciones directas personales y humanas se están sustituyendo por las virtuales, que exigen menos compromiso. Es, en definitiva, un problema intergeneracional.

¿Se puede uno sentir solo sin estar solo físicamente?

Vivir solo no siempre significa que una persona vaya a sentirse sola, es decir, la soledad residencial no es siempre soledad emocional. Y al revés. Según diferentes estudios, dos de cada tres personas que viven con algún familiar aseguran sentirse solas. Y es que la soledad es un sentimiento muy complejo con muchos factores que no siempre se soluciona con compañía.

El sociólogo Juan Manuel García elaborará el mapa de la soledad que prepara la Junta.

juan manuel garcía gonzález

  • Licenciado en Sociología y Diplomado en Estadística por la Universidad de Salamanca y Doctor en Sociología por la Universidad Nacional de Educación a Distancia. Es especialista en mortalidad y superlongevidad, métodos cuantitativos, sociología de la población, epidemiología social y salud pública.

¿Cuáles son los principales perjuicios de vivir en un hogar unipersonal?

Las personas mayores que viven solas tienen más probabilidades de tener peor salud que los que no viven solos. Se dejan de tener relaciones sociales y, en definitiva, empeora el bienestar.

¿Y las ventajas? Si es que las hay.

Es difícil de decir. Habrá personas para las que la soledad sobrevenida sea sinónimo de libertad y que empiecen a tener más relaciones sociales, a hacer más deporte, a tener un envejecimiento activo, a mejorar su salud… pero esto solo ocurre en algunos casos concretos.

¿Cómo debe afrontar al principio una persona mayor el hecho de vivir sola?

Lo primero que hay que hacer es preguntarse: “¿Estoy preparado?”. Y, en general, no estamos preparados como seres sociales que somos. A partir de ahí, en casos de viudedad, divorcio o emancipación de los hijos, lo primero que hay que hacer es expandir la vida social más allá de las cuatro paredes del hogar. Hacer actividades, empoderarse, realizar tareas que antes no se hacían y crearse nuevos proyectos vitales, de forma que vivir solo no sea un problema, sino una situación más.

"La soledad no deseada es un sentimiento que muchas personas no saben que tienen"

¿Qué puede o debe hacer la familia para facilitar ese proceso?

Cuando un mayor se queda solo, lo primero que hace la familia es preguntarse qué puede hacer. Es una cuestión de las sociedades mediterráneas, ya que ponemos siempre el foco y la responsabilidad en la familia. Pero eso es un error en la sociedad actual. Antes, toda la familia estaba muy cerca, en la misma calle, barrio o municipio. Pero la movilidad geográfica actual hace que haya una gran dispersión familiar y no siempre la familia está en el entorno más cercano. En cualquier caso, hay que intentar hacer más visitas e incentivar a esas personas a que hagan actividades y amplíen los canales de comunicación, a través por ejemplo de las redes sociales, pero sin que estas sean sustitutivas de las relaciones personales. Hay que intentar empoderar a esas personas, sobre todo a las mujeres que hayan podido estar más encerradas en el ámbito doméstico. Y la Administración pública también debe hacer algo porque también le compete. Se debe concienciar a la población de que a todos nos puede pasar que nos quedemos solos y prevenir para que al ser mayores tengamos más herramientas.

¿Será más fácil la soledad futura para los adultos actuales que para los de generaciones anteriores?

Lo que es seguro es que en el futuro habrá más hogares unipersonales porque vivimos más, tenemos menos hijos… Mucha gente decide ahora voluntariamente no casarse y no ser padres. Eso hace 40 años no pasaba, la soledad no era considerada un reto y no se preparaban. Si ahora se tejen esas redes de ayuda sólidas, sociales e institucionales, los adultos actuales estarán más preparados para afrontar la soledad en el futuro. Además, las generaciones actuales tienen niveles educativos más altos, lo que permite que tengamos más herramientas y habilidades para afrontar la soledad. 

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