Martín Ezequiel Álvarez Giaccio, un economista y gestor financiero de 44 años de edad, de origen argentino nacionalizado español, y sin antecedentes penales, se suicidió en la madrugada del pasado 25 de agosto ahorcándose con su propio cinturón, apenas unas horas después de matar a su hijo de dos años en el hotel de Barcelona en el que había celebrado la boda con su ex, la madre del menor. "Te arrepentirás", le escribió a la mujer antes de cometer el crimen.

El cuerpo de Álvarez apareció este miércoles, tres semanas de intensa búsqueda después, en una zona boscosa cerca del aeropuerto de El Prat, a unos 12 kilómetros de donde cometió el asesinato.

Este jueves, los Mossos d'Esquadra ofrecieron en rueda de prensa más detalles sobre cómo fueron sus últimas horas, tras cometer un crimen que ha conmocionado al país por su carácter especialmente cruel.

El crimen

Según informó la policía catalana, el análisis de las huellas dactilares de Álvarez realizado tras el hallazgo del cadáver confirma que fue él quien asesinó a su hijo.

El cuerpo sin vida del pequeño fue encontrado por agentes de la Guardia Urbana el pasado 24 de agosto, en una habitación de la séptima planta del hotel Concordia, situado en la avenida del Paralelo de Barcelona. Se trata del mismo establecimiento en el que Álvarez había celebrado su boda con la madre del niño, quien se había separado de él, y con la que actualmente estaba en proceso de divorcio.

Las primeras indagaciones apuntaron a que el parricida había matado a su hijo asfixiándolo con una almohada. Los hechos sucedieron alrededor de las diez de la noche. El menor fue hallado debajo de la cama, con la cara morada. El Sistema de Emergencias Médicas (SEM) envió cuatro ambulancias, una de ellas pediátrica, pero los sanitarios no pudieron reanimar al niño.

QUIQUE GARCÍA / EFE

En el último mensaje que envió a su expareja, justo antes de acabar con la vida de su hijo, y según reveló La Vanguardia, Álvarez escribió: "En el hotel te dejo lo que te mereces". Antes ya la había amenazado con otro aviso que expresaba también con claridad su deseo de vengarse de la mujer: "Te arrepentirás". 

En cuanto recibió los mensajes de Álvarez, la madre corrió hasta el hotel e intentó subir a la habitación, a la que solo pudo acceder finalmente cuando llegó la Guardia Urbana.

El asesinato fue investigado desde el primer momento como un nuevo caso de violencia vicaria, un tipo de crimen machista consistente en dañar o matar a los hijos para causar el máximo dolor posible a la pareja, como se cree que ocurrió también en el caso de las niñas de Tenerife Anna y Olivia, presuntamente asesinadas asimismo por su padre, Tomás Gimeno.

La huida

En imágenes grabadas por las cámaras de seguridad del hotel, que fueron difundidas por la Policía, puede verse cómo, probablemente tras cometer el asesinato, Álvarez sale de la habitación para comprobar que no hay nadie en el pasillo. Unos 10 segundos más tarde, al ver que el pasillo está vacío, vuelve a cerrar la puerta. 

Las siguientes imágenes le muestran escapando del hotel: lo hizo saltando la valla de la piscina del establecimiento, pasadas las diez de la noche, y en dirección a Montjuïc. Vestía una camiseta blanca y un pantalón vaquero, no llevaba ninguna mochila e iba a cara descubierta.

A continuación, Álvarez se dirigió hacia el aeropuerto de Barcelona en un taxi. Según declaró a La Vanguardia el taxista que lo llevó, cuando llegaron hasta la Terminal 1 de El Prat, Álvarez pidió al conductor que le esperara en la puerta y entró en el recinto, momento que fue grabado también por las cámaras. Pasados unos 15 minutos, sin embargo, el conductor pensó que su cliente ya no iba a volver, y decidió marcharse. Fue allí donde se le perdió el rastro.

Los investigadores desconocen el motivo por el que Álvarez decidió ir a El Prat, aunque dudan de que pretendiera abandonar el país. En cualquier caso, no llevaba pasaporte.

"Una hipótesis es que quisiera despistarnos, pero no lo sabemos con certeza", explicó este jueves el jefe de la División de Investigación Criminal de Barcelona, el inspector Josep Naharro. En ese sentido, los Mossos señalaron asimismo que creen que si bien el crimen sí lo tenía calculado, Álvarez no había planeado su fuga, ni probablemente tampoco su suicidio.

La búsqueda

Nada más conocere el crimen, los Mossos d’Esquadra y la Guardia Urbana montaron un dispositivo policial por toda Barcelona para intentar localizar y detener al parricida. El caso fue asumido por la División de Investigación Criminal de la Región Policial Metropolitana.

El 25 de agosto, un día después de que el menor fuera asesinado, los Mossos decidieron publicar la fotografía del presunto asesino y pedir "colaboración ciudadana" para poder dar con él. Recibieron "un centenar" de avisos de personas que creían haberle visto en diferentes lugares de Cataluña. Todos ellos, no obstante, resultaron ser falsas alarmas, a pesar de lo cual Naharro dio las "gracias" este jueves a los ciudadanos que les intentaron ayudar.

ATLAS

Mientras, el juzgado 23 de Barcelona se hacía cargo de la investigación y la policía autonómica custodiaba el domicilio de la esposa. Desde el inicio de la investigación uno de los puntos clave para los agentes era la madre del niño, "por si iba a por ella" después de acabar con la vida del pequeño.

Tras la separación, el parricida se había trasladado a vivir a El Vendrell (Tarragona), donde viven algunos de sus familiares, mientras que la mujer estaba residiendo en un inmueble del distrito de Sants-Montjüic de Barcelona. La búsqueda se amplió a toda Cataluña.

El dispositivo estuvo en marcha las 24 horas del día, los siete días de la semana, y contó con unidades de Seguridad Ciudadana, de la Brigada Móvil (Brimo), del Área Regional de Recursos Operativos (Arro), efectivos de la División de Investigación Criminal, la Unidad Acuática, varios helicópteros y drones, coordinado con diferentes cuerpos de policías locales.

El hallazgo del cadáver

Finalmente, agentes de la Unidad Subacuática de los Mossos encontraron el cadáver de Álvarez este miércoles, sobre las 13.15 horas, en una "zona boscosa de muy difícil acceso", cerca del aeropuerto de El Prat, y a la que solo se podía acceder por un canal del delta del río Llobregat. 

Hallaron el cuerpo alertados por unos vecinos que habían sentido un mal olor, y después de utilizar varios drones y de que agentes a pie rastreasen a fondo toda la zona. Cuando llegaron, a través del canal, detectaron un olor "leve de putrefacción" y fue entonces cuando lo localizaron. Álvarez estaba colgado de un árbol. Se había ahorcado utilizando su propio cinturón. Los investigadores creen que logró llegar hasta allí "saltando vallas" y apartando vegetación, tras una larga caminata.

Los agentes no pudieron identificarle en un primer momento porque no había "posibilidades físicas o visuales", debido al mal estado en que se hallaba cuerpo. Sin embargo, el juzgado de instrucción número 1 de El Prat de Llobregat, en funciones de guardia, que procedió al levantamiento del cadáver, informó este miércoles de que había sido "plenamente identificado como el del hombre acusado de la muerte de su hijo en un hotel de Barcelona el pasado mes de agosto".

La investigación también reveló que Álvarez, buscado infructuosamente durante tres semanas, se había suicidado tan solo unas horas después de asesinar a sus hijo.