Agentes de la Guardia Civil y de la Policía Nacional han desarticulado una de las organizaciones de narcotraficantes más activa del norte de España. Al frente, presuntamente estaba un histórico narco burgalés que mantenía estrechos contactos con el clan de los “Charlines”, encargándose de la distribución de la cocaína de los gallegos en Castilla y León, Madrid, País Vasco y Navarra. 

En total, en el marco de la operación 'Chaplin', hay ocho arrestados, que controlaban desde Madrid uno de los mayores puntos de distribución de cocaína a nivel nacional y se han intervenido 20 kg de “speed”, 5 kg de “MDMA”, 300 kg. de hachís, 57 kg. de cocaína y 50. kg de marihuana,

La operación 'Chaplín'

Las investigaciones comenzaron a principios de 2020 cuando los investigadores de la Policía Nacional detectaron en Burgos una serie de reuniones entre miembros del “clan de los Charlines” y varias personas de Burgos vinculadas al mundo del narcotráfico. 

Entre ellos, se encontraba un conocido narcotraficante burgalés, que tras varias detenciones, había regresado a Burgos con el objetivo de reconstruir su organización, para lo que pactó una alianza con el clan de los “Charlines” que le permitiría distribuir en exclusiva su mercancía en Burgos. Además, se hicieron con otro socio, un navarro que ya estaba siendo investigado por la justicia, con capacidad para “colocar” una gran cantidad de estupefaciente en el mercado.

Una infraestructura consolidada

Además de cocaína procedente de Galicia, la nueva organización comenzó a traficar con todo tipo de drogas: marihuana, hachís, drogas de diseño o speed. La amplia variedad de drogas que llegó a manejar la organización suponía una capacidad operativa poco frecuente entre narcotraficantes. Ya que, normalmente, cada tipo de droga se importa y distribuye de una manera diferente.

La organización movía la droga por toda España y toda acababa almacenada en un garaje de la localidad madrileña de San Sebastián de los Reyes que servía como punto de abastecimiento central. Para mover la droga, la organización contaba para ello de una gran flota de 20 vehículos, mayoritariamente de alta gama, varios de ellos con compartimentos estancos para ocultar dinero o mercancía, así como de avanzados equipos de transmisiones e inhibidores de frecuencia.

La operación concluyó con registros en los domicilios y laboratorios que tenían en Burgos, Navarra y País Vasco, en un operativo en el que también fue arrestado el principal responsable de la organización. Después de eso, se pudo someter a la rama madrileña de la organización a un estrecho control, que acabó en el registro del almacén de San Sebastian de los Reyes, la detención de los responsables y el desmantelamiento de la organización.