Tanta Europa
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La Unión Europea del 'desbloqueo': el brexit y el veto a los fondos quitan el sueño en Bruselas en el final del 2020

  • Bruselas debería resolver ambos asuntos antes de que se acabe el año, y los dos están en un punto complicado.
El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, al término de una videoconferencia con los líderes de la UE.
El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, al término de una videoconferencia con los líderes de la UE.
OLIVIER MATTHYS / EFE
El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, al término de una videoconferencia con los líderes de la UE.

El coronavirus lo envuelve todo y en la UE la tensión es máxima. Queda poco más de un mes para que se acabe este 2020 aciago y en Bruselas siguen teniendo problemas importantes que resolver. A la coordinación ante la segunda ola de la pandemia se une el hecho de que se mantienen dos frentes abiertos que si no se cierran pueden acabar haciendo mucho daño en las instituciones europeas y a los Estados miembros en su conjunto. Son el brexit y los fondos de recuperación (y el Marco Financiero Plurianual). El primero es el cuento de nunca acabar y el veto en lo segundo es el ejemplo de que, de momento, Hungría y Polonia tienen la sartén por el mango.

Empezando por ahí, este mismo jueves los primeros ministros húngaro y polaco Viktor Orbán y Mateusz Morawieck firmaron una carta conjunta en la que reiteraban su bloqueo al Presupuesto de la UE 2021-2027 y por tanto también a los fondos anticrisis. Todo porque ambas partes estarían vinculadas a un mecanismo de defensa del estado de Derecho que ninguno de los dos países parece dispuesto a cumplir. Tanto es así que en el caso de Polonia el Parlamento Europeo ya ha condenado el "retroceso de los derechos sexuales y reproductivos" de las mujeres polacas tras una sentencia dictada por el Tribunal Constitucional polaco sobre el aborto y ha subrayado que su "prohibición de facto pone en riesgo la vida de las mujeres". A esto hay que añadir los ataques constantes a la comunidad LGTBI.

El Parlamento Europeo ya ha condenado el "retroceso de los derechos sexuales y reproductivos" de las mujeres polacas por la prohibición del aborto en el país

"Nuestro objetivo es evitar que un mecanismo que no va a reforzar sino minar el Estado de derecho en la Unión Europea al rebajarlo a un instrumento político", dice la declaración conjunta publicada por estos dos países tras una cumbre bilateral. Ese acuerdo plantea problemas desde el punto de vista legal porque ignora otros instrumentos que ya existen en los Tratados de la UE para actuar en materia de Estado de derecho, como los artículos 2 y 7.

De momento, ambos países siguen tensando la cuerda y Orbán ha insistido hasta la saciedad que "Hungría no necesita" el dinero de los fondos. Seguramente el Gobierno polaco piense diferente, pues Polonia sería el tercer mayor beneficiario de los fondos de recuperación tras Italia y España. Ni en ese escenario los implicados levantan el veto, y en Bruselas ya se están buscando alternativas. Están sobre la mesa la opción de un acuerdo intergubernamental o de la cooperación reforzada, según fuentes consultadas por 20minutos.

La primera idea sería incluir el Fondo de Recuperación y Resiliencia (672.500 millones), que es el principal programa del plan NexGenerationEU, en un acuerdo intergubernamental (como se hizo con el MEDE) ajeno al Presupuesto de la UE. Esto haría que Hungría y Polonia se quedaran fuera del reparto pero siguieran sujetas al mecanismo del Estado de derecho, pues este sí se contempla tanto en el MFP prorrogado como en el resto de elementos. El pacto intergubernamental, en cambio, tendría algunos riesgos. Entre ellos, que la deuda la tendrían que emitir los propios Estados miembros.

Por otro lado, la cooperación reforzada es un procedimiento algo menos asociado a cuestiones económicas. Permite que un mínimo de nueve países de la UE establezcan una integración o cooperación avanzada en un ámbito de las estructuras europeas sin la participación de los demás países de la Unión. "De este modo, pueden progresar según ritmos u objetivos diferentes a los establecidos para aquellos que no participan en la cooperación reforzada".

Este proceso, de hecho, "está diseñado para superar la parálisis, cuando una propuesta es bloqueada por un único país o por un pequeño grupo de países que no desean participar en la iniciativa". Siempre está abierto a que otros Estados se unan. Sin embargo, no permite una ampliación de las competencias más allá de las recogidas en los tratados europeos. La autorización para proceder con la cooperación reforzada la concede el Consejo, a propuesta de la Comisión y después de obtener el consentimiento del Parlamento Europeo.

"Diferencias sustanciales" en torno al brexit

¿Y qué pasa con el brexit? El 31 de diciembre se acaba el periodo de transición y entre Bruselas y Londres hay "diferencias sustanciales", según el negociador de la UW, Michel Barnier. Existe la posibilidad de ampliar el plazo, pero de momento la Unión no quiere oír hablar de eso. La gobernanza del acuerdo, la igualdad de condiciones y la pesca son los elementos que dificultan el pacto. La UE ya ha cedido en los dos primeros y espera una respuesta recíproca de Boris Johnson. Si llega, Bruselas hará concesiones en materia pesquera.

Desde Downing Street han asegurado que alcanzar un acuerdo con la Unión contribuiría a mitigar las dificultades económicas creadas por la pandemia, pero advirtió que Londres no firmará un pacto "a cualquier precio". Y es que el Ejecutivo tory ha relajado su posición después de la victoria de Joe Biden en las elecciones de EE UU. A Johnson se le ha terminado la vía Trump. Un acuerdo comercial a gran escala con Estados Unidos daba pie a que no hubiera pacto con la UE. Pero esa posibilidad ya no existe.

Con todo, la Unión Europea tiene ya pocas semanas para abordar dos cuestiones capitales para el futuro a corto, medio y largo plazo. En ambos casos la UE se juega no entrar en una crisis tanto institucional como de credibilidad. En plena crisis sanitaria, Bruselas debe evitar otras dos y al mismo tiempo poder paliar la económica, muy castigada por la pandemia. Y aquí no hay suerte que echar. Lo que hay que echar es el resto.

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