Ana, víctima de malos tratos con discapacidad: "Nunca asumió que el que ejercía la violencia era él"

Ana, víctima de violencia machista con discapacidad, es una de las beneficiarias de 'Mujeres en modo ON VG', un programa de Inserta Empleo.
Ana, víctima de violencia machista con discapacidad, es una de las beneficiarias de 'Mujeres en modo ON VG', un programa de Inserta Empleo.
Jorge París
Ana, víctima de violencia machista con discapacidad, es una de las beneficiarias de 'Mujeres en modo ON VG', un programa de Inserta Empleo.

El día que Ana se trasladó a vivir con el que entonces era su novio, este la recibió con una paliza. Era la primera vez en los cuatro meses que llevaban juntos que una discusión desembocaba en una agresión física pero no sería la última. Durante el medio año que duró la convivencia, esta mujer, con una discapacidad física, sufrió malos tratos de forma constante.

"El primer día me fui al trabajo llorando y cuando volví me dijo '¿Qué hemos hecho? ¿Qué nos ha pasado?'. No asumió nunca, ni creo que lo haya asumido a día de hoy, que yo no hacía nada, que quien ejercía la violencia era él", relata esta joven que pide no ser identificada con su nombre real. A partir de ahí el patrón se fue repitiendo. A los golpes les seguía habitualmente un acercamiento en el que su agresor comenzaba hablando de una culpa compartida para acabar responsabilizándola únicamente a ella de sus actos: "Decía que llegaba a esas situaciones porque yo le provocada. Y según él, le provocaba muchísimo".

Ana habla despacio, haciendo pausas. Tiene afectado el sistema nervioso y en ocasiones le cuesta expresarse. Tras un accidente de tráfico le extirparon una esquirla del lóbulo frontal y desde entonces presenta problemas de equilibrio, movilidad y comunicación. "A simple vista puede que no se note porque soy muy activa pero me pesan mucho las limitaciones que tengo. Conforme pasan los años cojeo menos pero se van alterando otros puntos. Lo que más me perturba es que mi discapacidad no es estable. Le afectan el tiempo, las hormonas… Y cada vez tengo más barreras para comunicarme", cuenta, convencida de que su expareja se aprovechó del daño emocional y la debilidad que para ella significa encontrarse así.

Eso, unido a factores familiares, la sumió en una vida de miedos, ataques de ansiedad, en una guerra y una tensión continuas, y con permanentes chantajes emocionales bajo falsas amenazas de suicidio. "Trabajaba en proyectos contra la violencia de género, con mujeres y niños. Veía en otras lo que a mí me pasaba y sabía que él no iba a cambiar. Pero estaba muy vulnerable y me desequilibré totalmente. Estaba perdida, descolocada", recuerda.

Aquella situación la ha llevado a ser beneficiaria de Mujeres en modo ON VG, un programa para la inclusión laboral de víctimas de violencia de género con discapacidad que acaba de lanzar Inserta Empleo. La entidad de la Fundación Once para la formación y el empleo de las personas con discapacidad presentó su nueva iniciativa este martes, víspera del Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.

No voy con lágrimas en los ojos contando lo que me ha ocurrido. Tengo que tirar hacia adelante, superarlo y superarme

"A través del seguimiento tan personalizado que hacemos de los candidatos, a partir de 2017 comenzamos a ver que nos llegaban muchas mujeres que sufrían violencia de género y que necesitaban un apoyo especializado. Nosotros estábamos más centrados en encontrarles un trabajo pero muchas no estaban preparadas para ello. La actuación con ellas es un ciclo con dos partes: la de recuperación, aceptación y empoderamiento y la posterior formación, intermediación laboral y búsqueda de empleo. Nosotros controlábamos mucho la segunda y nos planteamos que podíamos actuar también en todo el proceso", explica Virginia Carcedo, secretaria general de Inserta Empleo. La colaboración con otras entidades y "la suma de aliados en la lucha y eliminación" de esta lacra se mantiene pero ahora tienen "el control de todo el itinerario".

Técnicos especializados en igualdad y que conocen muy bien la discapacidad, a los que han denominado compass ­–brújula en inglés–, son los encargados de apoyar a estas mujeres en situación de especial vulnerabilidad. Una macroencuesta reciente del ministerio que dirige Irene Montero refleja que el 40,4% ha sufrido algún tipo de violencia en la pareja, un porcentaje que en el caso del resto es del 31,9%.

La labor de esos expertos incluye el contacto con las empresas para explicarles la casuística de estas empleadas y las posibles razones por las que en algún momento deban ausentarse de su puesto. "Les ayudamos a explicar a sus jefes que son víctimas de violencia de género y que por eso hay ocasiones en las que pueden tener que faltar. Muchas veces por vergüenza no dicen el motivo y si no se genera empatía esa circunstancia puede llevar al despido", apunta la también directora adjunta de Formación, Empleo y Transformación de la Fundación Once.

De esta forma, aquella identificación que comenzó hace tres años ha cristalizado ahora en un proyecto financiado por el Fondo Social Europeo y la Fundación Once que aúna las buenas prácticas que han venido desarrollando. En este tiempo contabilizan 2.338 beneficiarias, de las que 477 han encontrado empleo. En lo que va de 2020 la cifra de atenciones es de 660 y la de contrataciones, de 182.

Recursos más accesibles

Ana aún no está trabajando pero se siente muy apoyada por este programa. Considera que la rehabilitación tras sufrir violencia machista es mucho más dura en casos como el suyo porque "no tienen tan a mano los recursos de auxilio". Precisamente en su manifiesto por el 25-N, la Confederación Estatal de Mujeres con Discapacidad (Cemudis) reclama mayor representatividad y visibilidad para reducir el riesgo de vulneración de sus derechos y su exposición "de forma exponencial" a situaciones de violencia. Como también hacen otros colectivos, pide además servicios de atención a víctimas de violencia machista que sean accesibles.

El 016 es accesible para usuarias de lengua de signos pero el 112 no lo es y las mujeres sordas no saben a dónde llamar

Así quedó patente en el encuentro Cómo combatir la violencia contra las mujeres y niñas con discapacidad, organizado esta semana por la Fundación Cermi Mujeres y la agencia Servimedia. "El 016 es accesible para usuarias de lengua de signos gracias a SVisual pero el 112 no lo es y las mujeres sordas no saben a dónde llamar", puso como ejemplo la responsable del Área de Igualdad de Género de la Confederación Estatal de Personas Sordas, Alba Prado. La delegada del Gobierno para la Violencia de Género, Victoria Rosell, remarcó que son víctimas que tienen más dificultades para romper la relación con su agresor, sufren secuelas en mayor medida y las agresiones llegan a agravar su discapacidad. En la charla también se denunció que existe una falta de credibilidad hacia ellas y que suelen carecer de información para denunciar.

"Es un sector que lo tiene más difícil y al que tenemos que ayudar a salir de donde está con procesos y recursos accesibles. Tienen que saber que si tienen una necesidad importante van a contar con un sitio a donde ir en el que van a encontrar una solución y este es un tema de toda la sociedad", coincide Virginia Carcedo.

Ana emprendió el camino hacia la salida del infierno en el que estaba cuando su novio la echó de casa. Se mudó a un piso compartido y eso le permitió irse alejando poco a poco de aquella relación. La vida le dio sin embargo un nuevo revés cuando tras aquello sufrió una violación por parte de un desconocido en el portal de su casa. "Para que no forcejease me apretaba aquí", refiere mientras se señala el lado derecho del cuello. "Yo le decía que me iba a matar pero dejaba de presionar en el momento justo. Sabía lo que hacía”, continúa. Hace cinco años pero aún, cuando pasa una mala noche o coge una mala postura, siente dolor. "Creo que para él fui una presa fácil porque vio que cojeaba. Seguramente lo habría hecho de todas formas, pero dijo 'Esta es la mía'", asevera sobre un criminal que gracias a las pruebas de ADN está en la cárcel.

Durante el relato, la joven se rompe en algunos instantes aunque asegura que no suele llorar. Ha sufrido mucho pero rechaza el más mínimo victimismo y afirma que se ha decidido a contar su historia públicamente por si con ello ayuda a quien le esté sucediendo lo mismo. "Si logro que al menos una le diga a alguien lo que le está pasando… Pero no voy con lágrimas en los ojos contando lo que a mí me ha ocurrido. Tengo que tirar hacia adelante, superarlo y superarme", sentencia y con sus palabras pone voz a un trabajo encaminado a que estas mujeres recuperen las riendas de su vida.

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