Javier Urra: "Los adolescentes han sido los grandes olvidados en esta pandemia"

Javier Urra, director clínico de la Asociación Recurra-Ginso y exdefensor del Menor.
Javier Urra, director clínico del programa Recurra-Ginso y exdefensor del menor.
CEDIDA
Javier Urra, director clínico de la Asociación Recurra-Ginso y exdefensor del Menor.

Javier Urra (Estella, 1957) es una de las voces más autorizadas de España para hablar sobre menores y en un contexto tan insólito como el actual, 20minutos charla con él sobre cómo está afectando a los adolescentes la crisis del coronavirus. Una crisis sanitaria, pero también social y económica. 

¿Qué efectos psicológicos está teniendo la pandemia en los adolescentes? Requerirá un tiempo para estudiarlo. Ellos han sido los grandes olvidados en estos meses. Creo que durante el confinamiento no lo pasaron mal, digan lo que digan, porque sus amigos no salían y se comunicaron muy bien a través de las tecnologías. Ahora se sienten invulnerables pero es que no se les ha dicho que la inmensa mayoría son asintomáticos pero eso no significa que no cursen la enfermedad de la Covid. A los tres o cuatro meses están teniendo secuelas. Y hay que transmitirles que sean respetuosos con sus padres y sus abuelos pero antes de la pandemia fueron ellos los que nos dijeron a los mayores que nos estábamos cargando el planeta. Ahí entramos en un tema que se aborda poco, el del respeto intergenacional, y bidireccionalmente hay problemas.

¿Se generaliza demasiado sobre ellos en sentido negativo? Claro. La mayoría de los padres podrían aseverar que durante el confinamiento los chicos les dieron cariño y ternura al verlos estresados, preocupados por los abuelos, por poder quedarse sin trabajo… Si preguntas si les dieron malas contestaciones la respuesta será sí, pero también habría que preguntar si se las dieron entre la pareja. En 90 días conviviendo salen roces inevitablemente. 

¿Qué cualidades positivas destacaría de ellos? Son muy leales, mucho más abiertos respecto a las diferencias que generaciones anteriores y en general, respetuosos.

javier urra

  • Este navarro fue el primer Defensor del Menor que hubo en España. Durante tres años trabajó en el Centro de Reforma de Cuenca para jóvenes que habían cometido delitos muy graves y durante 32 fue psicólogo forense en la Fiscalía del Tribunal Superior de Justicia y Juzgados de Menores de Madrid. Hace una década, cuando ya auguraba que "la violencia filioparental iba a ir a peor", creó un programa de atención a familias en conflicto con sus hijos adolescentes junto a la asociación sin ánimo de lucro Ginso. El doctor en Psicología es así, desde hace diez años, el director clínico de Recurra-Ginso, que incluye un centro residencial para los casos en los que la solución al problema requiere que los chavales sean sacados fuera de su entorno. Por Campus Unidos, situado en la localidad madrileña de Brea de Tajo, han pasado 830 chicos, "con un porcentaje de éxito del 80%".

Pero el tema de la violencia filioparental le preocupa. Sí. Los jóvenes cada vez cometen menos delitos y sin embargo la violencia filioparental, la de género y las agresiones sexuales, a veces en grupo, van a más y con mal pronóstico. Son los aspectos por los que la Fiscalía de Menores está preocupada. 

¿Los casos que han llegado en estos meses al centro residencial Campus Unidos habrían llegado igual sin pandemia? Sí. Otra cosa es que las discusiones entre padres e hijos se hayan hecho más virulentas. Si ya tienen muchos conflictos y tienen que convivir en 70 metros cuadrados durante 90 días va a haber chispazos graves. La pandemia ha agravado el problema. 

¿Y las consultas al teléfono de atención y asesoramiento psicológico han reflejado una mayor ansiedad e incertidumbre? Hemos recibido llamadas al 900 65 65 65 de chicos que tenían una angustia existencial. Esto tiene mal color porque el ser humano necesita esperanza, encontrar una razón para vivir. Tenemos miles de motivos para quejarnos pero seguro que tenemos muchos otras, y aunque sean menos serán mucho más importantes, para estar agradecidos.

¿Qué pauta da a los padres? A los hijos hay que amarles y decírselo. Querer supone afecto pero también límites y sanciones si se los saltan. Hay que saber escuchar y dejarse escuchar y el sentido del humor facilita la comunicación. Es importante conocer qué proyecto de vida tienen y conocer cómo son fuera de casa. Hay que saber perdonar, perdonarse a uno mismo, y manejarse en el conflicto. La vida es un conflicto. El contacto con la naturaleza es fundamental y también la compasión, llevarles a hospitales desde muy corta edad para que vean lo que es el sufrimiento.

¿Se les sobreprotege? En España sí. Que la muerte llega no se puede discutir y hay que enseñárselo. A partir de ahí hagamos que valoren la vida, la disfruten y la compartan.

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