Vox ya es tercera fuerza en España y Rivera deja su cargo en el aire tras perder 47 escaños en las elecciones

Albert Rivera comparece tras los resultados del 10N.
Albert Rivera comparece tras los resultados del 10N.
EFE
Albert Rivera comparece tras los resultados del 10N.

El presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, dimitió como presidente del partido, después de la debacle electoral de Ciudadanos en las elecciones generales del 10 de noviembre de 2019. El líder de Ciudadanos aseguró que asume "lo que han votado los españoles", que pasó de 57 escaños a solo 10 diputados en el Congreso.

El presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, dimitió como presidente del partido, después de la debacle electoral de Ciudadanos en las elecciones generales del 10 de noviembre de 2019. El líder de Ciudadanos aseguró que asume "lo que han votado los españoles", que ha pasado de 57 escaños a solo 10 diputados en el Congreso.

Vox se ha convertido, tras las elecciones de este domingo, en la tercera fuerza política con representación en el Congreso, superando casi todas las expectativas y creando un escenario inédito desde el regreso de la democracia a España.

El bloque de derechas ha cambiado radicalmente su equilibrio tras el estrepitoso batacazo de Ciudadanos, que ha pasado de 57 a 10 escaños, llevando a su líder, Albert Rivera, a dejar su cargo en manos de la militancia del partido naranja.

Las encuestas ya venían indicando una tendencia hacia un importante crecimiento de Vox, pero los líderes del partido habían tratado de rebajar la euforia tras la decepción del pasado 28 de abril. 

Entonces, los sondeos hicieron pensar en un resultado mejor del que finalmente obtuvo Vox, que entró por primera vez en el Congreso con 24 diputados, convirtiéndose en la primera fuerza de extrema derecha en entrar en la cámara desde la salida de Fuerza Nueva en 1982.

Este domingo no ha habido decepción para los de Santiago Abascal, que han logrado rentabilizar mucho más sus votos que en las últimas generales. Los escaños de Vox han aumentado en más del doble –hasta 52–, mientras que sus votos han pasado de 2,6 millones en abril a 3,5 millones en estos comicios históricos para la extrema derecha española.

Cataluña impulsó a Vox

Prácticamente nadie se habría atrevido a pronosticar un resultado así en mayo, cuando Vox vio sus apoyos reducidos casi a la mitad en la europeas y no logró consolidarse más que como una muleta para gobiernos de coalición de PP y Cs en Madrid y Murcia.

Todo comenzó a cambiar en septiembre. La sentencia del procès y la vuelta de Cataluña a la centralidad del debate político nacional supuso un revulsivo para Vox.

El partido de Abascal fue acusación popular en el juicio a los líderes independentistas y supo marcar agenda, como demostró la moción a favor de la "ilegalización de los partidos que atenten contra la unidad de la nación" a la que arrastró a apoyar a PP y Cs en la Asamblea de Madrid. La actuación de Abascal en el debate terminó de lanzar al partido en la recta final hacia el 10-N.

El giro obrerista de la formación, que apostó por dar un mayor peso al rechazo a la inmigración en su discurso en busca de asaltar feudos históricamente socialistas parece haber sido una estrategia exitosa que le ha permitido dar el salto de los barrios altos a las periferias urbanas de ciudades como Madrid.

La contradictoria campaña de Rivera

El camino contrario ha recorrido Cs, que perdió todos sus escaños en 11 comunidades y se ha convertido en una fuerza minoritaria en Cataluña, Madrid, Andalucía y Comunidad Valenciana.

Rivera anunció anoche la convocatoria de un congreso extraordinario de su partido tras certificar que su gran apuesta en las generales de abril –convertirse en el mayor partido de la derecha a nivel nacional– se había convertido ya en una quimera.

El hundimiento de la formación naranja ha supuesto que muchos de sus dirigentes hayan perdido su escaño. Entre las víctimas destacan nombres como el del hasta ahora portavoz parlamentario, Juan Carlos Girauta, el secretario general José Manuel Villegas o el secretario de organización, Fran Hervías.

Tras haber cerrado la puerta a cualquier pacto con el PSOE tras el 28-A, Cs ha sido incapaz de frenar la fuga de votantes con una campaña plagada de contradicciones en la que nunca encontró su sitio.

En el debate, Rivera fue ampliamente considerado como el peor de los seis candidatos y sus intervenciones en campaña destacaron más por convertirse en objeto de mofa que por haber logrado transmitir un mensaje claro.

Ante la evidencia de que los apoyos a su formación estaban cayendo a marchas forzadas, Rivera optó por cambiar de estrategia, presentándose como la llave de un hipotético pacto entre PSOE y PP.

La realidad es que, con un grupo paralamentario muy mermado y como sexta fuerz¡a en el Congreso de los Diputados, los escaños de Cs dificilmente tendrán un papel relevante en la formación del nuevo Ejecutivo.

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