Todo empezó, quizá en Venecia. Hace pocos días algunos de los pocos vecinos que viven permanentemente en la ciudad de la laguna subían a internet vídeos y fotos en los que se veían los canales limpios, cristalinos y no con el agua turbia como suelen llevar cuando decenas de miles de turistas abarrotan sus hoteles y restaurantes. 

Al poco también había peces en lugar de góndolas en unos canales donde normalmente sólo hay algas y desperdicios. Pero no es el único caso en el que la naturaleza ha recobrado sus espacios ante el retroceso del hombre, confinado ahora en sus hogares por culpa del coronavirus. 

No son los únicos. A los pequequeños pececillos se les han unido los cisnes, que crían con la tranquilidad de saber que ningún humano les molestará. Pero sí, la foto del cocodrilo es falsa.

Un jabalí se paseaba hace horas por calle Balmes de Barcelona, ahora sin tráfico y sin viandantes, sin ruido estresante para un animal.  

En Madrid, los pavos reales (seguramente los del Retiro) abandonaban su confinamiento y se paseaban tranquilos por las calles de la capital. 

La última aparición sorprendente ha sido en el puerto de Cerdeña, en Itala. "Sin el tráfico de barcos y transbordadores, los delfines han reaparecido", decía un operario del puerto, que subía el vídeo del mamífero jugando en las aguas del puerto.

Y las cabras corren libres por Chinchilla, en Albacete.