OPINIÓN

Un futuro teñido de verde

La 'luna rosa' se deja ver tras dos cigüeñas en un tejado de la localidad macedonia de Rzanicino, cerca de Skopie.
La 'luna rosa' se deja ver tras dos cigüeñas en un tejado de la localidad macedonia de Rzanicino, cerca de Skopie.
GEORGI LICOVSKI / EFE
La 'luna rosa' se deja ver tras dos cigüeñas en un tejado de la localidad macedonia de Rzanicino, cerca de Skopie.

En estos últimos 20 años la población mundial ha aumentado 1.700 millones de personas, prácticamente todas los que vivían en 1900. Es un indudable éxito nuestro como especie, pero no nos ha salido gratis. La primera página del primer número de 20minutos ya advertía de los problemas que se nos venían encima. Y lo hacía de la mano de las cigüeñas. 

Nuestras más queridas aves urbanas fueron las primeras víctimas de una crisis climática que ya por entonces empujaba a un tercio de ellas a no emigrar en invierno. Ahora son muchas más. La mayor parte de los ejemplares adultos europeos (el 80%) no salen de España. El viaje hacia África cada día es más peligroso (sequía, contaminación, hambre, caza) y prefieren aprovechar los basureros repletos de comida que el derroche de nuestra sociedad les regala: la tercera parte de todos los alimentos producidos en el mundo se desperdicia. Cada vez consumimos más insanos alimentos industriales, más moda rápida, más cacharrería tecnológica que inunda los vertederos, más plástico invasor de playas, mares y ríos y hasta de nuestra sangre.

"Ahora mismo reciclamos el doble que hace dos décadas, pero el objetivo es reciclarlo todo en los próximos diez años"

Estos desperdicios también nos han traído una nueva realidad, la del reciclaje. Ahogados por la economía lineal del producir, usar y tirar, empezamos a caminar tímidamente por la senda casi utópica de la economía descarbonizada y circular en la que, como las croquetas de la abuela, nada se desperdicia, todo tiene una reutilización. Ahora mismo reciclamos el doble que hace dos décadas, pero el objetivo es reciclarlo todo en los próximos diez años.

Llámalo inteligencia, visión de futuro o, simplemente, instinto de supervivencia. Ante la evidencia de que no tenemos un planeta B y de que cada vez somos más y queremos (debemos) vivir mejor, en los próximos 20 años nuestra economía se va a teñir radicalmente de verde. Lo comprobaremos y leeremos en 20minutos.

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