Juan Luis Saldaña Periodista y escritor
OPINIÓN

"Soy Georgina": la insoportable levedad del tener

Soy Georgina y vosotros no.
Soy Georgina y vosotros no.
Netflix
Soy Georgina y vosotros no.

Fin de semana sin fútbol. El festival de Benidorm se llama “Benidorm Fest”. La letra de la canción ganadora dice: “Llegó la mami, la reina, la dura, una Bugatti”. Nadal gana otra vez. Milagro. Si Rafa Nadal nos pagara lo que nos queda de hipoteca no sé si lo querríamos tanto. Por poco ganamos en el balonmano. Un fin de semana perfecto y yo, perdonadme, me pongo a ver “Soy Georgina” el reality de la novia de Cristiano Ronaldo que emite Netflix.

El documento es realmente extraño y llamativo. Permite entrar en un mundo en el que no entraríamos nunca. “Soy Georgina” es la enésima versión del cuento de Cenicienta, una historia de princesas en la que se pueden encontrar todos los ingredientes para hacer una buena salsa. Si se rasca un poco más y para quien le interese, hay familiares enfadados y hermanastras despechadas visitando el programa “Sálvame”.

La serie muestra el día a día de una persona muy ocupada en cumplir una misión. No sabemos con total claridad en qué consiste, ni conocemos la letra pequeña. A grandes rasgos, entendemos lo que pasa. Georgina va a festivales, luce vestidos de alta costura, joyas carísimas y sigue las exigencias de una agenda rigurosa, como si fuera una modelo o una actriz profesional. Debe dar una imagen. Georgina, mujer de origen humilde, cuenta cómo se hizo a sí misma y cómo echó el currículum en Inditex para buscar una vida mejor. Para que luego critiquen al señor Amancio. De Massimo Dutti pasó a Gucci donde conoció al príncipe de este cuento, el futbolista. “Iba al trabajo en autobús -dice ella- y volvía a casa en Bugatti”.

Si miramos la serie como un enfrentamiento entre el tener y el ser, nos haremos una idea de lo que pasa aquí. En el plano del tener, la horterada es la protagonista indiscutible. Hay un constante ridículo, un no saber estar y una actitud insuperable -en el sentido jurídico del término- de nuevo rico. Algunas frases que dice la protagonista parecen guionizadas por Joaquín Reyes o Pantomima Full. El momento más duro es cuando Georgina cuenta que le pide a la decoradora de una de sus casas que no ponga objetos que cogen polvo, con una mención expresa a los libros. Durísimo.

"Una madre es un espectáculo singular al que no se le hace demasiado caso en la televisión"

En el aspecto del ser emerge con fuerza la figura de la madre. Esta es, quizá, la parte más interesante y humana de la serie y donde Georgina, "Gio" para los amigos, encuentra su redención y su verdadera identidad. Aunque suene extraño, Georgina se esfuerza por conciliar el lujo y su agenda de celebridad con el cuidado de los hijos. Se ve que se preocupa de verdad y que, para ella, pese a todo, son lo primero. Una madre es un espectáculo singular al que no se le hace demasiado caso en la televisión. En esta serie, si quitamos el ornato y el decorado, surge una madre normal y eso, quizá sea lo más empático.

Los bolsos, los vestidos, los zapatos, las galas, el jet privado, Instagram, el séquito, los guardaespaldas y toda la fanfarria que la acompaña aparece como algo superfluo y, quizá, molesto en la relación de una madre con sus hijos. Esta es la paradoja: la riqueza aleja a la protagonista de lo que verdaderamente ama. El tener, a veces, no la deja ser. Por su parte, el futbolista, la pareja de Georgina, no aparece mucho en los asuntos familiares, ni, por supuesto, en galas ni celebraciones. Parece consagrado a una misión superior.

Georgina explica sus raíces. Visita Jaca, la ciudad en la que creció. Conversa fríamente con los compañeros del colegio, se gasta casi cien euros en caramelos, se acerca a su academia de danza y saluda a la gente por la calle como si fuera una reina. Vuelve a Graus, ciudad natal de Joaquín Costa (la escuela y la despensa) para visitar a la señora Consuelo, responsable del hotel en el que trabajó. Esta señora, sabia e inteligente, le dice que siempre trabajó muy bien y que ella supo desde el principio que tendría un gran futuro. Esta es una de las frases más certeras de la serie: “llevas sello de persona de valer”.

"Georgina juega a mil loterías como si no le hubiera tocado ya, como si el castillo de naipes pudiera derrumbarse"

Hay un detalle que llama la atención durante todos los capítulos: Georgina echa la lotería con frecuencia. Juega con sus amigas a diferentes sorteos y confiesa que está convencida de que algún día le tocará. Como dice Milan Kundera en su novela más famosa: “el hombre nunca puede saber qué debe querer, porque vive solo una vida y no tiene modo de compararla con sus vidas precedentes ni enmendarla en sus vidas posteriores”. Georgina juega a mil loterías como si no le hubiera tocado ya, como si el castillo de naipes pudiera derrumbarse y su Bugatti volviera a ser un Seat León y sus dos gemelos guardaespaldas -dos genios- fueran a convertirse en dos canis de Alcorcón. Fascinante documento. 

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