Organizaciones y activistas hace años que alertamos sobre la deriva securitaria de las políticas europeas en materia de migración. Cuando se presentó el Pacto Europeo de Migraciones y Asilo en septiembre 2020 como un nuevo enfoque político, constatamos que carecía de aspectos novedosos y que pretendía reforzar la Europa fortaleza y los controles migratorios.

Solidaridad y responsabilidad, los motores del pacto, no son vinculantes y los Estados miembro siguen buscando maneras de evitar sus obligaciones y externalizar la gestión de la migración en los países terceros como Marruecos y Níger, dos de los gendarmes de las migraciones de Europa. Es por ello que, cuando se filtraron los borradores de los planes de acción del pacto en Marruecos, Túnez, Libia, y Níger nuestras preocupaciones cobraron formas concretas. La apuesta de la UE por reforzar el rol de los países terceros –los cuales, como en el caso de Libia, ni tan solo es seguro– en el control migratorio se materializa mediante cuantiosos programas que fomentan el retorno, la readmisión y el refuerzo de la legislación nacional, así como la colaboración de las agencias europeas de seguridad en frontera (Frontex, Europol, Cepol y EASO).

"La situación de las personas migrantes requiere medidas urgentes, humanitarias y dignificantes"

Poco importa que las consecuencias de estas políticas sean que el Mediterráneo y el Sáhara sean dos grandes cementerios de personas migrantes no identificadas. Tampoco le atañe a la UE el incumplimiento de las convenciones y el derecho internacional ni las críticas a la instrumentalización y desviación de la ayuda oficial al desarrollo.

Sin embargo, la situación de las personas migrantes requiere medidas urgentes, humanitarias y dignificantes. Necesitamos políticas que estén a la altura de sus vidas y de sus derechos. Necesitamos políticas europeas solidarias y responsables.