Mario Garcés Jurista y escritor
OPINIÓN

Teología de la insumisión

El enfado constante es una de las muestras del odio.
El enfado constante es una de las muestras del odio.
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El enfado constante es una de las muestras del odio.

Primero arremetieron contra el papa Francisco. Después, y sin solución de continuidad, contra el rey Felipe VI. Pero lo que me parece que debe ser objeto inmediatamente de un estudio antropológico avanzado es que hayan convertido a Rafa Nadal en el centro de todas sus críticas. Tras el cisma papal y la conversión adúltera al republicanismo, ahora pretenden convertir a Nadal, por el mero hecho de ejercer su opinión, en un badulaque sin oficio ni beneficio. Y todo ello, bajo el fuego fatuo de algún influencer o algún tuitero. Diletantes de poca monta que sustituyeron la teología por el mando a distancia de una televisión, las clases de derecho político por una consola, y el esfuerzo deportivo por cualquier desahogo salaz en una red social. Hay mucho asno de Troya, hay mucho becerro digital.

Y me preocupa especialmente en personas a las que tenía en cierta estima intelectual y que compruebo que se han transformado impúdicamente en covachuelistas

Las razones de la irracionalidad y del gregarismo menguante son variadas: la inercia, la mediocridad, la maldad, la indolencia, la comodidad y hasta el negocio. Lo voy a intentar explicar para los borregos de algunas redes sociales. Para ser valiente y para defender la libertad individual, de nada sirve disentir de tus rivales. Eso es una obviedad. La verdadera disidencia es la que emana en el seno de tu propia tribu, pero no como una infidelidad, sino como un acto de conciencia. Por consiguiente, sería de agradecer un poco de cordura a los estraperlistas 2.0 que se suman con pasión a las herejías de cualquier bobalicón con móvil en la mano, dispuesto a convertirse en dios por unos cuantos miles de likes. Y me preocupa especialmente en personas a las que tenía en cierta estima intelectual y que compruebo que se han transformado impúdicamente en covachuelistas, cortesanos de cualquier soplamocos u hortera en redes sociales. Lamentablemente, se han convertido en sectarios viscerales que ya no pueden pronunciar la palabra "libertad" sin que se les caiga algún diente.

Pues eso, a unos y a otros, vamos a ver si conseguimos dejar de ser ‘tontos útiles’ 

Si Orwell levantara la cabeza, seguramente no daría crédito, porque 1984 y Rebelión en la granja, tras las declaraciones de Alberto Garzón, se han quedado cortos. Orwell representaba un linaje intelectual que se rebeló contra la bastardía de su tiempo, contra los totalitarismos de cualquier extremo, contra la mentira como propaganda oficial. Sin embargo, no acabó con Orwell ni el resentimiento nazi ni la vesania comunitaria, sino, entonces como ahora, un bacilo incontrolable. Tuvo el coraje y la honradez de defender la verdad contra la arrogancia del poder, y hacerlo además desde la solidez del razonamiento lógico. Lean Homenaje a Cataluña. Pues eso, a unos y a otros, vamos a ver si conseguimos dejar de ser ‘tontos útiles’ de ciertos líderes de opinión y comenzamos de nuevo a trabajar un rato la inteligencia. Y que ese rato dure más de un siglo. 

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