Iñaki Ortega Doctor en economía en la Universidad en internet UNIR y LLYC
OPINIÓN

Yo no odio

Nueva amenaza a un miembro del Gobierno central. La ministra de Turismo, Comercio e Industria, Reyes Maroto, ha recibido este lunes una navaja ensangrentada en un sobre, según han podido confirmar fuentes socialistas a 20Minutos después de avanzarlo La Sexta. La Policía Científica investiga ahora si las marcas rojas de la navaja son pintura o sangre de verdad. En un mensaje en su cuenta de Twitter, la ministra ha agradecido las muestras de apoyo.
Imagen de la navaja ensangrentada que recibió la ministra Reyes Maroto.
Archivo
Nueva amenaza a un miembro del Gobierno central. La ministra de Turismo, Comercio e Industria, Reyes Maroto, ha recibido este lunes una navaja ensangrentada en un sobre, según han podido confirmar fuentes socialistas a 20Minutos después de avanzarlo La Sexta. La Policía Científica investiga ahora si las marcas rojas de la navaja son pintura o sangre de verdad. En un mensaje en su cuenta de Twitter, la ministra ha agradecido las muestras de apoyo.

Cuenta la mitología que al casarse Pandora los dioses le regalaron un joyero con la condición de jamás abrirlo. La joven helena, además de hermosa, era muy curiosa y quitó la tapa de la cajita que, aunque ella no lo sabía, contenía todos los males del mundo. Así aparecieron las desgracias que nos asolan, según la tradición griega. De ese recipiente también salió el odio.

No sé quién ha abierto la caja de Pandora en España estos años, pero alguien lo ha hecho. Porque, de un tiempo a esta parte, el odio se ha extendido por nuestra geografía. Odio al que no piensa como tú, odio al que no lleva tu bandera, odio al que no vive en tu tierra, odio al que es rico, odio al que es pobre (aporofobia, diría la filósofa Adela Cortina), odio al diferente, odio a las personas mayores, odio a la religión, odio a los jóvenes, odio a los toros y hasta odio a ser normal. 

Si tienes dudas de cuándo y dónde Pandora abrió la caja, yo te las resuelvo rápidamente. Cada vez que hay unas votaciones comprometidas. El brexit en Gran Bretaña; las elecciones en las que participe Donald Trump; los plebiscitos convocados por sátrapas como Maduro; o, estos días, por desgracia, en Madrid, con la campaña electoral. De repente, al convocarse las elecciones, el odio campa por sus respetos. Insultos, amenazas y hasta agresiones convierten la fiesta de la democracia en un funeral de la concordia, que precisamente es lo que hace progresar a los países. 

Hilario dice que votará a Vox; María Eugenia está orgullosa de apoyar al PNV; Miriam es de Podemos; Lucía cogerá la papeleta del PP como siempre; Begoña, la de Ciudadanos; Joan, de ERC; Irene ha votado alguna vez a Más Madrid; y mi admirado Juan, siempre al PSOE. Pero todos son mis amigos y, aunque votemos diferente, no nos odiamos. Y eso es lo habitual, no en mi entorno, sino en la mayoría de las familias españolas. 

En tu casa, en la oficina, en el campo de fútbol y hasta en los bares, no todo el mundo piensa ni vota como tú. Lo sabemos, lo aceptamos y no les odiamos por eso. Al revés, nos gusta que sea así. Qué aburrido si todos pensásemos lo mismo, pero qué peligro convertir la diferencia en una herramienta para el odio.

Cuando Pandora abrió la caja se dio cuenta de que dentro quedaba algo sin salir. El mito dice que era el espíritu de la esperanza. El único bien que habían metido los dioses en ese cofre era el que no había salido al exterior aún y que podría salvar al mundo. Por eso, estos días de campaña en los que el odio al otro nos sacude, no podemos perder la esperanza porque el día 5 de mayo llegará y nos quedaran unos años hasta las siguientes. Pero lo más importante, tendremos tiempo con la ayuda de ese espíritu que todavía queda en la caja que todos tenemos para reconstruir la concordia. 

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