Carmelo Encinas Asesor editorial de '20minutos'
OPINIÓN

Greta no es Marisol

Greta Thunberg en Lisboa.
Greta Thunberg en Lisboa.
EFE
Greta Thunberg en Lisboa.

Sé que resulta un poco forzado pero cuando trato de buscar algún paralelismo con Greta Thunberg el que me viene a la cabeza es Marisol. Ya sé que se parecen como el huevo y la castaña, que se llevan mas de medio siglo de diferencia, que una era niña y la otra no tanto y sus perfiles nada tienen que ver. Establecer tal relación sólo lo justifica el que a ambas les llegara la fama con extraordinaria precocidad contraviniendo el tic tac de sus relojes biológicos. Por lo demás, ni Marisol era de arengar a la muchachada ávida de causas nobles con soflamas ecologistas ni la Thunberg sería capaz de arrancarse por bulerías con el desparpajo de la artista malagueña. Mientras Greta resulta inquietante Marisol solo trató de iluminar un poco esa España gris de los años 60 a la que el franquismo arrebató el color.

Entiendo el carácter simbólico de la pretendida Odisea pero dudo que resulte convincente para el común de mortales

La joven Thungberg llega este viernes a Madrid después de una procelosa aventura viajera solo comparable con el regreso de Ulises a Itaca. Arribó el martes al puerto de Lisboa donde culminó su travesía en catamarán, uno de esos barcos de dos quillas cuya propulsión a vela requiere no poca destreza náutica. Cabe suponer que quienes gobernaban su nave aprovecharon sólo la fuerza del viento para cruzar el Atlántico; se trataba de no quemar combustibles fósiles ni emitir contaminante alguno. Entiendo el carácter simbólico de la pretendida Odisea pero dudo que resulte convincente para el común de los mortales. No todos disponemos de uno de esos catamaranes para nuestros desplazamientos transoceánicos ni de un bonito Tesla accionado con energía eléctrica para los trayectos por carretera. Como método para afrontar la transición energética resulta bastante discutible. El auténtico reto es la implantación de un modelo de producción que concilie la sostenibilidad del planeta con el desarrollo de los pueblos y la creación de empleo, nunca empobrecerlo.

Guste o no, Greta es un emblema de la lucha contra el cambio climático

Guste o no, Greta Thunberg es un emblema de la lucha contra el cambio climático, lo es sobre todo para una generación de adolescentes a quienes las proyecciones de los expertos auguran un futuro catastrófico de no ponerle pronto coto a la emisión de gases de efecto invernadero, fatal pronóstico del que ya pocos dudan. Una causa justa que no debe ser adulterada por manipulación alguna que ponga en riesgo el impulso que su defensa requiere. Causa cuya necesaria transversalidad comprometen unos movimientos ajenos a ella que tratan de aprovechar el protagonismo de Greta para otros fines. La fuerza icónica que le otorgan los 16 años de la activista sueca le hacen por contra extremadamente vulnerable a cualquier manejo indeseable y tengo la impresión que aquella quinceañera que en agosto del 2018 se manifestó ante el Parlamento sueco y organizó una huelga climática escolar empieza a ser distinta de la que ahora algunos tratan de llevar en volandas. En eso, sí me recuerda a Marisol quien, como ella, orilló sus tareas escolares para dejarse llevar de un lado a otro e invertir su niñez en una carrera artística en la que, como suele ocurrir con los niños prodigio, otros se beneficiaron más que ella. Este viernes, Greta Thunberg se manifestará en Madrid para que, según proclama, “quienes gobiernan escuchen a los científicos”. Ojalá asi sea porque lo importante es que el personaje no eclipse ese mensaje y que nadie lo pervierta en favor propio.

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