¿Quién iba a decir que el eslogan turístico Spain is different seguiría reflejando una realidad y manteniendo su imán cinco décadas después de su lanzamiento?.
Ahora somos diferentes por otros motivos, pero en el turismo también se muestra nuestra singularidad frente a otros destinos.
Cuando España aún sangraba de las heridas de su guerra civil, franceses, italianos, británicos y alemanes empezaban a ver la luz en el túnel de la postguerra y buscaban un “caribe” cercano en el que veranear bajo el sol, y a un buen precio.
Había motivos para criticar a España en los 60´s por muchas razones y, además, no éramos un ejemplo en infraestructuras, transporte o instalaciones turísticas. Pero ese eslogan logró que la percepción fuera de España, en cuanto al turismo, pasase de “ser peores” a “ser diferentes”.
Cincuenta años después, somos el segundo país más visitado del mundo, más de 80 millones de turistas al año y acercándonos a los 85 (sólo superados por Francia), y el segundo –tras EEUU- en el que los turistas se gastan más (67.000 millones de euros al año).
En esta exitosa travesía ha habido de todo: crisis económicas y políticas, adhesiones al euro, atentados y cambios de gobiernos, de pirámides poblaciones, de procedencias de turistas, o de hábitos de consumo.
Además, los avances tecnológicos han modificado el modo de trabajar de los turoperadores, de las aerolíneas y de los hoteles, cuyos clientes ahora siempre miran portales y RRSS a la hora de decidir destino.
En esta metamorfosis España ha pasado, en menos de dos décadas, de recibir 50 millones de turistas al año a cerca de 85, mientras este sector era cada vez más profesional y excelente.
Los avances tecnológicos han modificado el modo de trabajar de los turoperadores, de las aerolíneas y de los hoteles
Actualmente se enfrenta a retos como las “exigencias” del turismo sostenible, los nuevos jugadores de la economía colaborativa, las plataformas de servicios (Blablacar, Airbnb…), la explosión del turismo de compras o el que llega desde China, o posicionamientos como la turismofobia o el seguimiento irracional a los instagramers (que en pocos años serán sustituidos en su protagonismo por otro “tipo” de personajes), mientras se analizan las consecuencias del brexit en España.
Sin embargo, tanto antes como ahora, el turista que llega a España se encuentra (en el 90% de los casos) con una sonrisa, con la ayuda local, con una oferta gastronómica y cultural casi insuperables y, además –y muy importante- con una clasificación de categorías de establecimientos más que fiable.
Cualquiera que haya viajado por otros países “top” ha visto que las categorías reales de los hoteles no se corresponden, en demasiados casos, con las asignadas.
Este detalle es un ejemplo más de los motivos que hacen que esta industria suponga más del 15% del PIB y que por muchas nubes que aparezcan, el sol seguirá siendo una de sus características exitosas y seguirá creciendo, con brexit o sin él. Seguimos siendo diferentes.
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