OPINIÓN

El ministro señalado con el dedo

El exministro de Transportes y diputado, José Luis Ábalos.
El exministro de Transportes y diputado, José Luis Ábalos.
EFE
El exministro de Transportes y diputado, José Luis Ábalos.

El caso Koldo, a la espera de lo que sentencien los tribunales, ha puesto en evidencia al menos dos cuestiones: la primera, que un portero de club puede llegar a ser asesor de ministro y, la segunda, que un estrecho colaborador de un miembro del Gobierno puede comportarse como un ‘matón’ impunemente. Sin querer entrar en las acusaciones de cobro de comisiones y en a quién o quiénes puede salpicar este asunto, sí quería centrarme en las formas que usaba el susodicho en el ejercicio de su función.

Lo denunció hace ya más tres años el alcalde de León, del PSOE, quien tras reprocharle a Ábalos en una visita a su ciudad la «chapuza» que constituía la integración del ferrocarril a su paso por la capital –que lo es–, Koldo se le acercó y le espetó que al ministro no se le señalaba con el dedo y le amenazó al regidor con «joderle». Este episodio fue publicado en la prensa, pero no fue óbice para que el asesor continuara en su cargo sin que Ábalos moviera un dedo para impedirlo.

Ahora, después de trascender la presunta trama de las mascarillas, el exministro ha sido el señalado con el dedo (esta vez sí), pero por su partido, que le ha pedido en vano que deje su acta de diputado. Con ello, el exministro ha pasado al Grupo Mixto del Congreso, que ha duplicado los diputados en estos pocos meses de legislatura, y se ha convertido en otro eslabón más de la cadena con la que Pedro Sánchez tiene que negociar en esta legislatura.

El caso Koldo, azuzado por el raquítico resultado electoral en Galicia, ha desatado un terremoto en un PSOE en el que la amnistía ha pasado a ser el menor de sus problemas y que se ha metido en un laberinto, como diría Page, de difícil salida. Inaudito.

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