Se ofrece alojamiento a cambio de cuidar de mascotas: "Este es Pachi, aquí está su comida, nos vamos que llegamos tarde al aeropuerto"

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Redacción
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Durante los cuatro meses del verano de 2022, la rutina de Susana de la Escalera fue siempre la misma. Se levantaba y cogía los huevos que las gallinas habían puesto esa mañana, abría el corral para que salieran y corretearan y comieran por el pasto y luego regaba las plantas. Después cogía a los perros y se iba a correr, dejando a su espalda una gran masía en las montañas de Prades, provincia de Tarragona.

Esta madrileña de 28 años pudo vivir esta experiencia rural con toda una masía a su disposición sin tener que pagar un solo euro. A cambio, simplemente, tuvo que hacerse cargo de los animales de la casa. "Estuve una semana allí viviendo con ellos, era una familia de un papá catalán y la mamá valenciana con los dos niños que eran súper majos", relata de la Escalera. "En principio iba a alojarme en una autocaravana, pero me llevé super bien con ellos y me dijeron: '¿Sabes qué? Quédate toda la masía para ti?'".

Su experiencia tiene un nombre: pet sitting. Desde hace más de una década, existen webs especializadas (y de pago) para poner en contacto a anfitriones y cuidadores así como numerosos grupos de Facebook en los que se anuncian oportunidades de alojamiento y ofrecimiento de cuidados de mascotas. La dinámica es simple: si cuidas de mis mascotas, puedes quedarte gratuitamente en mi casa hasta que yo vuelva. Una opción que muchos están utilizando como una forma de viajar de manera asequible o incluso como parte de una forma de vida nómada sin tener que pagar alojamiento.

"Te ahorras un montón de dinero y también es como un intercambio cultural, porque te adaptas a la formas de vida de los propietarios", declara de la Escalera, que tras su experiencia en la masía, volvió a recurrir al pet sitting para comenzar a vivir en Barcelona hasta que encontrara piso. "Era una casa espectacular un piso súper reformado con terraza y tenía que cuidar a un gato y a una perrilla que tuvo justo su primera menstruación y tuve que llevarla al veterinario. La cosa fue tan bien que he vuelto a ir a su casa a cuidarles a los animales, pero ya cobrando".

Susana de la Escalera, durante una de sus experiencias de 'pet sitting'.
Susana de la Escalera, durante una de sus experiencias de 'pet sitting'.
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Webs de pago y grupos de Facebook

El fenómeno del pet sitting, también conocido como house sitting -cuando no requiere necesariamente que haya mascotas involucradas- está especialmente arraigado en los países anglosajones. Páginas como TrustedHouseSitters, que tiene 200.000 usuarios, casi 4.000 en España, o MindMyHouse -la que usa Susana de la Escalera- cobran una cuota anual por abrir un perfil que tiene que quedar acreditado con una comprobación del DNI, reseñas y referencias de otros usuarios para garantizar la seguridad.

Otros muchos usuarios, sin embargo, han optado por alternativas gratuitas, como los numerosos grupos de Facebook en los que anfitriones y cuidadores se ponen en contacto, como World Wide House Sitting and Pet Sitting Community o Housesitting International. A través de esta vía ha sido como Maca y Marco, una pareja de madrileños de 49 y 60 años, respectivamente, han practicado el pet sitting a lo largo y ancho del mundo.

Hace nueve años decidieron "venderlo todo" y dar un cambio total a su vida, abandonando Madrid para marcharse a trabajar a distancia al sudeste asiático. "Como nuestro trabajo es online podemos permitirnos el vivir más o menos por cualquier sitio, entonces, esto es perfecto porque te ofrecen la posibilidad de conocer diferentes sitios y una cosa muy bonita es que puedes disfrutar de animales, tener mascotas que no son tus mascotas pero es como si lo fueran y eso nos gusta mucho". Cuando vivían en Tailandia, quisieron pasar tres meses en Corea del Sur y ante los precios desorbitados de los alojamientos, optaron por primera vez por el pet sitting a través de Facebook, yendo a casa de una pareja en Seúl a cuidar de su perro.

Marco, con un gato sobre su espalda durante una de sus experiencias haciendo pet sitting.
Marco, con un gato sobre su espalda durante una de sus experiencias haciendo 'pet sitting'.
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"Él era irlandés y ella es sudafricana y se iban un mes a casarse Sudáfrica", relatan a través de una videollamada desde Alicante, su último destino. "Fue todo muy curioso porque llegamos a su casa, tenían un perrito que se llamaba Pachi, y no nos conocíamos de nada absolutamente. Ellos estaban terminando de preparar la maleta y nos dijeron: 'Mira, estas son las llaves, este es el código de la red wifi, aquí está la comida del perro y nos vamos que llegamos tarde al aeropuerto'". La experiencia fue tan buena que, años después, cuando esta pareja se había mudado a Vietnam, volvieron a dejarles la casa para cuidar de nuevo de su mascota. Uno más de tantos otros pet sitting que hicieron por la zona en esa época. "Acabas queriendo a los animales como si fueran tuyos".

A su regreso a España, tras la pandemia, han seguido recurriendo al pet sitting para poder seguir con su vida nómada también aquí y han estado cuidando de casas y animales en Huelva o Alicante, donde se encuentran actualmente hasta finales de marzo cuidando de un gato. Siempre contactan con los anfitriones a través de grupos de Facebook. "Preferimos largas temporadas, normalmente la gente te busca para sus vacaciones, pero hay gente extranjera sobre todo que está fuera de sus viviendas en España durante muchos meses al año", declaran. ¿Próximo destino? "Aún no sabemos, pero a partir de abril estaremos libres".

Viajar en familia

El usuario más habitual de la web TrustedHouseSitters tiene un rango de edad de entre 25 y 45 años, según datos aportados por la propia compañía, mayoritariamente solteros o parejas sin hijos. Sin embargo, el pet sitting es una alternativa perfectamente válida también para viajar en familia. La albaceteña Ana Sevilla tiene 40 años tiene una larga experiencia en viajar mediante la llamada "economía colaborativa" antes de que el fenómeno AirBnB pervirtiera definitivamente el concepto.

"Empecé con el tema de alojamientos compartidos en 2007 con Couchsurfing, o sea que para mí ya es como parte de mi vida, casi un modo de vida", explica esta profesora universitaria, que comparte profesión con su pareja y dos hijos de cinco y dos años. "Con mi esposo también hemos surfeado en muchos sofás y luego conforme nos hemos ido haciendo mayores, hemos explorado otro tipo de plataformas como Home Exchange para intercambio de casas o Trusted House Seaters, que es con la que estamos probando ahora para cuidar casas y mascotas".

Su primera experiencia fue ya tras el nacimiento de su primera hija, en 2020. Tanto ella como su marido tenían que ir a trabajar durante un trimestre en la Universidad de Berkeley, en California. A través de un contacto en una página de intercambio de viviendas dieron con una familia que necesitaba alguien que cuidara de sus dos perros salchicha, su pez y su huerto mientras ellos estaban fuera.

Ana Sevilla, junto a su marido y su hija pequeña durante su estancia haciendo pet sitting en Berkeley, California.
Ana Sevilla, junto a su marido y su hija pequeña durante su estancia haciendo 'pet sitting' en Berkeley, California.
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"A la niña le asignábamos responsabilidades en cuanto a regar el huerto, recolectar, comerse las fresitas del huerto y por supuesto darle la comida a los perritos, sacarlos a pasear, dejábamos con mucho cuidado que ella también llevara la correa y fue una experiencia maravillosa", rememora Sevilla. "Creo que es muy importante para los niños tener ese contacto con animales y como en nuestro caso viajamos mucho por trabajo y no podemos tener mascotas de manera regular, pues aprovechamos este tipo de intercambios".

El próximo destino podría ser Boston o Cambridge, otras ciudades universitarias a las que tendrán que desplazarse para trabajar y en las que les gustaría repetir la experiencia de pet sitting ahora con sus dos hijos.

"De momento sí que tenemos para el mes de junio y para el mes de julio dos sitios cerrados y uno de ellos vamos a cuidar de un gatito", explica Sevilla. "Ahora estamos viendo para el mes de agosto, que a mi hija le haría mucha ilusión un intercambio con caballos o con animales de granja, pero no siempre es fácil encontrar el tipo de casa que quieres, en el lugar que quieres, con los animales que quieres… hay que ser muy flexible en ese sentido". 

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