Antonia, la chilena de Lavapiés que resiste al desalojo en Tribulete 7: "Vivir en el centro no es de pijos, es mi barrio de siempre"

fotografo: Jose Gonzalez Pérez [[[PREVISIONES 20M]]] tema: Reportaje SOCIMI en Lavapiés
Antonia, en el salón de su vivienda en la Calle Tribulete, 7, en el barrio de Lavapiés.
José González
fotografo: Jose Gonzalez Pérez [[[PREVISIONES 20M]]] tema: Reportaje SOCIMI en Lavapiés

La vivienda de Antonia ha sido, en cierto modo, una creación colectiva. Durante tres décadas, la larga lista de amigos que se han traspasado el alquiler de este piso pequeño, pero apañado, en la calle Tribulete, 7 del barrio de Lavapiés, han ido aportando su granito de arena.

"El casero nos daba la llave y nos decía: 'Arréglalo tú, lo que se te rompa, ni me lo cuentes, yo te hago un alquiler apañado, por decirlo de alguna forma, pero todos los gastos, todo lo que signifique reparaciones, todo es a tu costilla'", relata Antonia, de 57 años, que está sentada en el centro del salón y va señalando con sus manos dirigiendo la mirada de los visitantes: "La instalación eléctrica la hizo Óscar, la cocina la hizo Martín, las lámparas… el aislante de esa pared también y el pladur lo hizo otro amigo".

Ella, que llegó junto a su familia huyendo de la dictadura de Pinochet en Chile a los siete años, lleva desde 2021 viviendo aquí, pero ha conocido a los moradores del piso desde hace 30 años. "Cada inquilino ha hecho de estas cuatro paredes un hogar habitable con trabajo y con dinero que han puesto. Toda era gente relacionada con el audiovisual. En estas paredes se han escrito muchos guiones".

Ahora, toda esa cadena de vivencias está en riesgo de desaparecer y el piso de Antonia, como los más de 50 del bloque de Tribulete, 7, podría pasar a ser una vivienda turísticas o de lujo. Al menos esto es lo que aventura el Sindicato de Inquilinas e Inquilinos de Madrid, después de que ayer se firmara la compra del edificio por parte de la sociedad de inversión inmobiliaria -socimi- Elix Rental Housing.

Para esta organización, la estrategia de la socimi, que ha adquirido recientemente otros tres bloques en otros distritos de Madrid como Tetuán y Ciudad Lineal, es idéntica para todos sus inmuebles: vaciarlos de vecinos, reformarlos y devolverlos al mercado por un precio mucho mayor que garantice una tremenda rentabilidad, más aún cuando las socimis están exentas del pago del impuesto de sociedades en España desde 2009. En palabras del Sindicato de Inquilinas, se busca "propiciar cientos de desahucios de inquilinas a cambio de beneficios millonarios para unos pocos empresarios".

Elix, por su parte, defiende su actividad como una contribución “a la mejora de la situación de escasez de vivienda en la ciudad de Madrid mediante la adquisición de edificios muy deteriorados, con inversiones necesarias para actualizar las zonas comunes".

Una reivindicación festiva

Los vecinos de Tribulete 7, se enteraron de que su edificio, anteriormente propiedad de varios hermanos que a su vez lo habían heredado del antiguo casero, Emilio Bonet, iba a ser adquirido por Elix a través de los medios de comunicación. Conocedores de que los vecinos de los otros bloques de la socimi estaban recibiendo burofaxes instándolos a abandonar el piso al finalizar sus contratos, decidieron organizar una acción que pusiera su situación bajo el foco mediático y esta no pudo ser más exitosa.

"Este es un edificio de vecinos muy característico de Lavapiés, que es un barrio que se ha hecho muy popular y turístico precisamente por el tejido social que ahora quieren expulsar", declara Antonia. "Es un barrio de tradición obrera y castiza, también con muchos emigrantes muy arraigados. Y, luego, está el otro componente, como lo llamo yo, el faranduleo, que son todas esas personas que se dedicaban a profesiones liberales, más artísticas, más alternativas, que buscaban un barrio barato donde vivir, es el caso, por ejemplo, mío, de mis amigos o de muchos de los vecinos".

fotografo: Jose Gonzalez Pérez [[[PREVISIONES 20M]]] tema: Reportaje SOCIMI en Lavapiés
Antonia, frente al portal de su bloque, en la calle Tribulete, 7, de Madrid.
José González
"Lavapiés es un barrio que se ha hecho muy popular y turístico precisamente por el tejido social que ahora quieren expulsar"

La conjunción de todos estos mundos dio como resultado una acción reivindicativa-artística que llenó la estrecha calle donde se encuentra el portal de cientos de personas el pasado 3 de febrero para asistir a las decenas de conciertos en plena calle y en las viviendas de los vecinos de flamenco, swing, jazz o cumbia.

Desde entonces, los periodistas son parte del paisaje diario en Tribulete y se han multiplicado las menciones en medios al hasta ahora desconocido fondo Elix, propiedad a su vez de la empresa inversora AltamarCAM, dirigida por Claudio Aguirre, primo de la expresidenta autonómica Esperanza Aguirre.

Quizás por todo este ruido, Elix ha decidido proceder de una forma más conciliadora respecto a cómo lo ha hecho en otros bloques de su propiedad. En lugar de enviar burofaxes a los vecinos, dos representantes de la empresa, una de ella presentándose como una ex trabajadora social, según informó El País, han acudido al bloque a intentar intermediar con los vecinos, aparentemente, sin demasiado éxito.

"Les dijimos que no nos íbamos a reunir con ellos hasta que fueran los propietarios y que se haría con todos los vecinos a la vez, no que vengan y se quieran meter en casa de cada uno, enterarse de cuál es su debilidad, cuál es su carencia, cuál es su codicia también y, a partir de ahí... la división, que era lo que pretendía esta mujer contándonos la mandanga de asistente social", declara Antonia.

Nacionalidad: del barrio

En los otros bloques organizados a través del Sindicato de Inquilinos, la premisa es clara: no abandonar las viviendas aún cuando terminen los contratos y reclamar una negociación colectiva para poder quedarse. "El plan es quedarnos aquí", afirma la vecina de Tribulete, 7. "El plan B sería cambiar de casa, pero es imposible, no por nosotros, sino por los alquileres que están desorbitados. Yo no soy política, pero algo está fallando en el sistema, no puede ser que dejes a todo el mundo excluido de la posibilidad de tener un techo y somos cada vez más a los que se nos está excluyendo".

Las paredes de la casa de Antonia están repletas de sus propias fotografías artísticas realizadas durante años hasta que, tras la pandemia, decidió abandonar la profesión en lo que ella califica como su particular "gran dimisión" artística. Ahora, combina tres empleos con los que le da para pagar su alquiler de 600 euros mensuales, pero no le permitirían seguir viviendo en la zona si tuviera que abandonar la vivienda.

"Hay gente que tú lees ahí, que critica, diciendo que querer vivir en el centro es una cosa de pijos. Pues no, perdona, yo llevo viviendo en el centro toda la vida, si tú me sacas del centro, me sacas de mi vida, de la gente que son mis afectos, de mis amigos", explica Antonia, que antes de vivir en Lavapiés, vivió desde los 20 años en Malasaña, el primer barrio en ser víctima de la gentrificación y turistificación en el centro de la capital.

"Yo nací en Chile, pero soy españolísima, soy muy madrileña, muy del centro. Una persona con las raíces al aire, por decirlo de alguna forma, busca sus señas de identidad en lo más pequeño, y lo más pequeño es el barrio, más que con la nación, con el país, con no sé qué yo soy de mi barrio", declara la ex fotógrafa. "Si tú me dices: '¿Cuál es tu nacionalidad?' Mi barrio".

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