Cuando Adrián Fernández, un analista de negocio en una empresa informática de 34 años que se mudó hace dos al barrio madrileño de Puerta del Ángel, cruzaba el puente de Segovia de niño, nunca se internaba en su actual barrio, ubicado al sur del río Manzanares. No era por miedo, asegura, a pesar del estigma de barrio peligroso que arrastró durante años: "Simplemente, no había nada que nos llevara a entrar".
Cruzar el río era entonces una experiencia totalmente distinta a lo que es ahora. Había que cruzar los tres carriles en cada dirección de la M-30 y sus riberas se parecían muy poco a los agradables jardines que conforman el parque Madrid Río en la actualidad. Fue precisamente el soterramiento de la M-30 y la construcción de este parque, inaugurado en 2011, lo que lo cambió todo.
Los barrios más cercanos al río de los distritos de Latina, Carabanchel y Usera pasaron de ser considerados como periféricos y, en ocasiones, hasta marginales a convertirse en zonas atractivas por su renovada cercanía con el centro a través del parque y por sus bajos precios comparados con los de la otra orilla del Manzanares.
Las primeras evidencias cuantificables de cómo están cambiando estos barrios son sus precios de los alquileres. Las rentas de viviendas han subido a ritmo mucho más rápido desde junio de 2014, hace ocho años, en los distritos de Latina -48,1%-, Carabanchel -44%- y Usera -56,1%- que en la media de toda la ciudad -38,9%-, según datos del portal inmobiliario Idealista.
El porcentaje de subida ha sido muy superior también al de los dos distritos colindantes del otro lado del río, Arganzuela -39%- y Centro -38%-, que, a pesar de todo, siguen teniendo precios superiores a los de los distritos del sur.
La evolución de la renta per cápita en estos distritos también habla de la llegada de personas de mayor poder adquisitivo a los barrios más cercanos al río. Puerta del Ángel, Los Cármenes, San Isidro o Comillas están entre los barrios que han experimentado un mayor aumento de la renta per cápita desde 2014 en sus respectivos distritos. Todos ellos tienen en común ser colindantes con Madrid Río.
Todos estos elementos, además de la percepción compartida por los vecinos tradicionales de que los antiguos comercios van desapareciendo y son sustituidos por otros que ofertan productos más caros, han encendido las alarmas de que la gentrificación pueda estar empezando a cruzar el río.
Gentrificación, un préstamo directo del inglés -gentrification-, hace referencia a la sustitución de la población de rentas bajas por otras de rentas más altas en determinados barrios que pasan del estigma a estar de moda en apenas unos años. Este proceso se está dando en prácticamente todas las grandes capitales de Europa y América y Madrid no ha sido una excepción.
En la capital española, todo empezó en Chueca, el caso más claro, y le siguieron Malasaña y, en menor medida, Lavapiés. "Eran barrios más o menos degradados en los 70 y 80 y que, a partir de finales de los 80 y 90, se van rehabilitando, con peculiaridades en cada uno de los procesos", explica Álvaro Ardura, Profesor de urbanismo de la de la escuela de Arquitectos de Madrid.
Puerta del Ángel: los alquileres se disparan un 60% desde 2014
Empieza a caer la tarde, el calor aprieta algo menos después de otro día tórrido de julio y las terrazas de la plaza del mercado de Tirso de Molina, en el barrio madrileño de Puerta del Ángel, se van llenando de gente. El mercado, diseñado en los años 30 del siglo pasado por Luis Bellido, padre también de las naves del Matadero, es un buen símbolo de cómo ha cambiado el barrio en los últimos años.
"Este mercado estaba bastante muerto y machacado y ha retomado un poco su actividad en base a que existan bares y zonas de ocio", explica Andrés Vales, de 59 años, vecino del barrio y presidente de la asociación de vecinos local.
"La gentrificación tiene una fase creativa en la que se produce una inversión y que tiene una contraparte simbólica, que es cuando el barrio se pone de moda y se mercantiliza"
Enseguida aparece la palabra, un neologismo que prácticamente nadie conocía hace unos años y que ahora está en boca de todos: "Esto no es necesariamente lo que indica el proceso de gentrificación, el indicativo principal es el tema del precio del alquiler".
Carabanchel: el desplazamiento de los más pobres del barrio
Las puertas de las viviendas se abren a una galería y un patio interior. Abraham vive en el cuarto piso con su mujer y sus tres hijos pequeños. Su apartamento apenas tiene 15 metros cuadrados, un pequeño salón y una habitación con dos camas.
El edificio, ubicado en la calle Rascón del barrio madrileño de San Isidro, llevaba años abandonado cuando ocho familias dieron la patada en la puerta y se asentaron aquí hace unos cinco años. Casi todos tienen niños, todos ellos son pobres y han vivido siempre en Carabanchel, el distrito donde está el edificio, que es propiedad de la Sareb.
"Si me dan a elegir me quedo en el barrio, pero soy pobre"
"Es imposible, yo no me puedo permitir ahora lo que es un piso", declara Abraham. "Mis suegros tienen mercadillos y, bueno, alguna vez que otra me llama y le voy a echar una mano y es lo que hago, nada más, o sea no tengo otro ingreso, pues hoy gano 20, mañana gano 10 y así, ir tirando como se pueda".
Usera: los pioneros de la gentrificación hacen resurgir Moscardó
Un puente sin ningún lustre cruza por encima del Paseo de Santa María de la Cabeza conectando los distritos de Carabanchel y Usera, al sur de Madrid. Se le conoce como el puente de los Capuchinos, por la parroquia y el colegio de esta orden que se alza, en el lado de Usera. Avanzando un poco más, se abre un inesperado barrio de casitas bajas con jardín, como una isla ajena al ajetreo de la ciudad.
"Yo soy del barrio de toda la vida, mi padre hizo las casas que hay ahí, cada vecino se hizo la suya en los terrenos que le entregó la Benéfica Belén a través del Ayuntamiento y el Episcopado", explica Juan Manuel Ureña, rodeado por una montaña de sillas en el pequeño local que sirve de sede a la Asociación de Vecinos de Moscardó.
"Conseguí estar en Comillas un año, pero los precios no han dejado de subir y era imposible seguir ahí, o comía o pagaba el piso"
Ureña, un funcionario jubilado de 74 años, describe a los vecinos tradicionales de la zona como "variopintos en sus profesiones", pero todos ellos de clase trabajadora. Su padre era sastre. En los 80, las viviendas sociales fueron entregadas en propiedad a sus inquilinos y lo que entonces era una zona periférica, se ha convertido en un muy cercano al centro y envidiablemente tranquilo. El precio de la vivienda se ha disparado y la población del barrio está, poco a poco, cambiando.
Las voces de los barrios gentrificados
La gran paradoja de los procesos de gentrificación es que asistimos a barrios que resurgen, se vuelven más seguros y habitables, pero también expulsan a la población de rentas más bajas. ¿Es posible una gentrificación de un barrio sin la expulsión de los vecinos de menor renta?
"Por definición tiene que darse desplazamiento, la gentrificación es un proceso de elitización residencial, esto es, que hay una sustitución de clases", explica Jorge Sequera, profesor de sociología e investigador en la UNED. "Todo es un proceso muy dilatado, esto no ocurre en uno, dos o tres años, esto ocurre en 15 o 20 años. Es un proceso que se va viendo de forma muy paulatina y que tiene mucha mezcla, no hay una confrontación de clases, sino que poco a poco va habiendo una mezcla y estas poblaciones van quedando escoradas".
En 20minutos, hemos hablado con recién llegados a estos barrios, vecinos de toda la vida que están asistiendo al cambio y denunciando el aumento del precio de la vida y otros que se han visto obligados a marcharse o están contando los días para que eso ocurra. Adrián, Andres, Abraham, Irene, Alice o Juanma son las voces de los protagonistas del cambio de los barrios del sur del Manzanares.
La transformación de los barrios al sur del Manzanares