La economía española resiste y se aleja de una eurozona estancada, pero tiene un gran problema: la productividad no tira

España sigue dependiendo de sectores de poco valor añadido para crecer, como es el caso del turismo y la hostelería. En la imagen, una abarrotada playa de Tossa de Mar (Girona).
España sigue dependiendo de sectores de poco valor añadido para crecer, como es el caso del turismo y la hostelería. En la imagen, una abarrotada playa de Tossa de Mar (Girona).
LORENA SOPENA / EP
España sigue dependiendo de sectores de poco valor añadido para crecer, como es el caso del turismo y la hostelería. En la imagen, una abarrotada playa de Tossa de Mar (Girona).

Por primera vez en la historia reciente, España puede presumir ante las grandes economías del euro de estar saliendo mejor de una crisis. Tras casi un lustro de reveses encadenados —primero la pandemia, luego la inflación y Ucrania— los principales analistas institucionales creen que, una vez concluya 2024, la economía española será la que más habrá crecido de entre las grandes potencias europeas en estos años. Sin embargo, aunque España sale bien en la foto fija actual, el panorama a medio y largo plazo no es tan alentador. La productividad —la base sobre la que se asienta el crecimiento futuro— lleva una década estancada.

Las últimas proyecciones macroeconómicas que han publicado organizaciones como la OCDE, el FMI, el Banco de España, la Airef y la Comisión Europea sitúan el crecimiento previsto para España este año entre el 1,5 y el 1,7%. El Gobierno es algo más optimista y mantiene su pronóstico en el 2%. En cambio, las últimas estimaciones que se han conocido para el conjunto de la eurozona, publicadas el pasado jueves por la Comisión Europea, sitúan el crecimiento del bloque del euro en el 0,6%. Solo España, de entre las grandes economías europeas, sería capaz de incrementar su PIB por encima del 1%. En 2025 se espera que la eurozona recupere algo de ritmo, pero también que España siga avanzando a mayor velocidad. 

Si se materializan esas previsiones —que en economía es mucho suponer— España habrá pasado de ser el país europeo que más se hundió en 2019 a la gran economía del euro que más habrá crecido. El factor que explica esos dos fenómenos es, en parte, el mismo. El coronavirus golpeó tan fuerte a la economía española porque los servicios de contacto como el turismo y la hostelería tienen un peso muy importante en la estructura productiva del país. Cuando sufren —como ocurrió con las restricciones pandémicas— la economía se resiente más que en otros países donde estos servicios no son tan clave. 

Tras el fin de la pandemia, los servicios han vivido todo un boom, del que España se está beneficiando especialmente. Además, la crisis surgida tras la guerra en Ucrania ha dañado especialmente a los países más cercanos al conflicto y a la industria intensiva en energía. La lejanía geográfica del conflicto y el menor peso de la industria en el PIB español que en países como Alemania hace que el impacto sea menor.

La amenaza de la baja productividad

El empleo y el PIB crecen, pero no es oro todo lo que reluce. La imagen de fondo, el plano general de la economía española tiene sombras importantes. La más alargada, quizá, es la de una baja productividad que lleva una década estancada. En el último trimestre de 2023, la productividad real por persona en la economía española apenas era un 12,3% superior a la de 1995. Exactamente el mismo porcentaje que en 2013. 

La productividad no es otra cosa que la capacidad que tiene una economía de sacar provecho a cada trabajador u hora que se trabaja. En consecuencia, ese dato refleja que cada trabajador español es capaz de aportar el mismo valor añadido a la economía que hace diez años. ¿Significa esto que nos hemos vuelto más vagos? nada más lejos de la realidad. La cifra no es más que un reflejo de que los sectores que más peso tienen en la economía española siguen aportan poco valor añadido. Esto explica, por ejemplo, por qué los españoles, trabajando más horas que los países nórdicos o Alemania, cobran peores salarios. En estas economías, el trabajo se concentra en sectores que generan más riqueza por empleado.

Los economistas dicen que la productividad es el crecimiento del futuro. Si esto es así, el futuro no pinta especialmente prometedor. "Tenemos una sociedad que envejece, problemas de formación y la inversión pública está estancada a pesar de los fondos europeos. No hay nada que nos haga ser optimistas", sostiene Manuel Hidalgo, profesor de economía en la universidad Pablo Olavide e investigador en Esade, en conversación con 20minutos. Hidalgo señala que los bajos salarios y la precariedad son una consecuencia de esta escasa productividad. 

La baja productividad se ve en el PIB per cápita, una medida que refleja mejor el bienestar económico de un país que el dato de crecimiento aislado. En 2022, la diferencia entre la renta por habitante en España y la eurozona seguía siendo la misma que en 2001. En otros países la situación es incluso peor. Italia mantiene la misma diferencia con la eurozona que hace 30 años y Francia está peor que nunca. 

"El PIB per cápita ha tenido un comportamiento muy decepcionante en las dos últimas décadas. No podemos sacar pecho de nuestro comportamiento en cuanto el crecimiento de la renta", sostiene Javier Ferri, investigador de Fedea y profesor en la Universitat de Valencia en conversación con este diario. "Una economía no puede crecer a largo plazo con una productividad estancada", concluye.

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